MIRAR(NOS): Homo Sapiens

MIRAR(NOS): Homo Sapiens
Fecha de publicación: 
27 Enero 2017
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No sé cómo pero todavía hay gente que tiene capacidad sobrada para sorprenderme. Se supone que a estas alturas “cualquier cosa” me pareciera normal, acostumbrada al contexto del siglo XXI y a ese saco donde todo cabe que se llama posmodernismo. En la poesía parecía una justificación para los desmanes (licencias poéticas) pero en la vida… es harina de otro costal.



Resulta que, de visita en mi provincia donde permanecí por tres meses debido a razones conocidas por los lectores de la otra columna, me encontré con viejos amigos. Una de ellas, que siempre fue adelantada en todas las “materias” me invitó a su casa a almorzar y para mostrarme cómo marcha su negocito. De sus padres heredó un pequeño paladar y unos cuartos adyacentes para aquellos que deseen otro tipo de comidas.



No estoy hablando de nada inmoral. Desde la antigüedad el ser humano por definición ha buscado un sitio más o menos acogedor para las necesidades del cuerpo, no las fisiológicas. Ya Ud sabe desde que el mundo es mundo ha existido también la traición, amparada en la búsqueda sin límites, en el aquello de encontrar fuera lo que no tenemos en casa. Este viernes no entraré en dicotomías sobre lo correcto o incorrecto.



Fue mi amiga quien me contó de una variante de lo sexual que me parecía poco común en el calor del Caribe insular. El juego de roles, que así se denomina, ha entrado en el extenso concepto de los juegos previos y como parte del mundo que somos ya lo ponemos en marcha.



La gente se disfraza, y ella allí tenía preparados los atuendos. De Caperucita y el lobo, por solo citar el primer ejemplo. Intercambiar la personalidad siguiendo en el modo de actuar el dictaminado por los personajes anteriores, pone un aderezo especial a cualquier ensalada o entremés sexual. Desterrada la rutina, la imaginación se enseñorea del momento. ¡Y bendita ella!



Mientras escribo recuerdo una tarde noche en la que paseaba por las tiendas de la calle Obispo, en La Habana Vieja. Llevaba un pantalón y blusa con motivos rojos, a juego con los zapatos. De algún lugar que no pude precisar alguien soltó: “Caperucita Roja, si quieres soy tu lobo”. No viene a colación, estoy segura de que no me proponían ningún rejuego sexual ni algún retrueque de personalidad para la hora en punto.



Sin poner a riesgo el negocio de mi amiga, cada cual, en su libre determinación, es absolutamente responsable por lo que dice y hace. Romper la rutina no es algo tan morboso ni fuera de lo común.



Dicen los entendidos que únicamente cuando el mono quiso alcanzar la manzana se volvió un animal erecto, el homo sapiens. A los evolucionistas les queda entonces el consuelo de que cambiar las circunstancias nos convirtió en una mejor especie.



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