Caso del manager del equipo Miami Marlins: ¿Inquisición moderna?

Caso del manager del equipo Miami Marlins: ¿Inquisición moderna?
Fecha de publicación: 
12 Abril 2012
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La ciudad de Miami vive una nueva y sombría página. Otra vez  pisotean allí a la vista del mundo el espíritu y la letra de la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos.

Se trata de la enmienda que supuestamente garantiza la libertad de expresión en ese país, el mayor y más ardiente defensor teórico de ese principio sobre el planeta. 

Los hechos arrancaron el pasado viernes 6 de abril, cuando la revista norteamericana Times en su edición digital publicó una entrevista con el manager del equipo de baseball Miami Marlins, el venezolano Ozzie Guillén.

Según Times, el ex pelotero de Grandes Ligas entre otras cosas afirmó: “I love Fidel Castro”, “I respect Fidel Castro”, y para explicar sus motivos recordó que en numerosas ocasiones durante 60 años han querido atentar contra su vida, “pero Fidel sigue en pie”.

Esa opinión desató de inmediato en Miami un violento y sorpresivo huracán de reprimendas, amenazas, medidas represivas y todo tipo de epítetos que caldearon allí el ambiente contra el destacado atleta.

Los jefes del Miami Marlins lo suspendieron de actuar durante cinco juegos, mientras el ex congresista Lincoln Díaz-Balart, quien ha manifestado a la televisión local su devoción por el tirano Fulgencio Batista, tildó las declaraciones de Ozzie Guillén como “una falta de respeto”.

Dos figuras del gobierno de esa localidad, Francis Suárez y Joe Martínez, exigieron su renuncia o despido, mientras el alcalde, Carlos Jiménez, se apresuró a emitir una declaración anti-Ozzie para no quedar por debajo de Joe Martínez, su contrincante en las elecciones de noviembre.
 
Voceros de la ultraderecha de origen cubano, encabezados por la iracunda Ninoska Pérez Castellón, también han desplegado sus tambores de guerra contra el arrinconado manager de los Marlins.  

Pero esta variante de los circos romanos de la antigüedad no se ha detenido, pues las referidas facciones llamaron por emisoras de radio que dominan a organizar una caravana de automóviles que condene a Ozzie Guillén.

Este último finalizó hablando en una rueda de prensa en Miami donde, bajo tan grande coacción, solicitó perdón por los elogios que hizo respecto a Fidel Castro durante su entrevista con la revista Times.

La historia no es nueva en esa urbe. Su collar de iniquidades rivaliza con los más oscuros años de la caza de brujas en Hollywood, o con los peores momentos del golpe de Estado fascista en Chile cuando torturaron a un detenido porque le ocuparon un libro que los gorilas chilenos  juzgaron peligroso al hablar sobre “el cubismo”.

No es posible olvidar que en Miami fue quemado “El Pavo Real”, excelso cuadro del artista cubano Manuel Mendive, con el pretexto de que forma parte del arte “como medio de penetración marxista”.

Tampoco la oportunidad en que dos relevantes artistas cubanos, Rosita Fornés y Luis Carbonell, fueron invitados a actuar en esa misma ciudad y no pudieron hacerlo por amenazas de colocación de bombas hasta en el hotel donde se hospedaban.

Igual suerte corrió la orquesta de esa misma nacionalidad, Los Van Van, así como atacaron al cantante Pablo F. G. porque tampoco se les doblegó.

Antes bloquearon groseramente a los programas informativos radiales de dos cubanos radicados allí, Max Lesnik y Francisco Aruca, porque no repetían el guión de la extrema derecha de ese origen.

La lista sería interminable, pues también amenazaron con volar centros automáticos de distribución a publicaciones que no les agradaban, o asfixiaron económicamente a revistas que no atacaban a Cuba.

La libertad de expresión ha devenido allí grotesca ficción, la misma que hoy corrobora porfiadamente el caso del manager de los Marlins de Miami que se atrevió a emitir elogios sobre Fidel Castro.

Comentarios

Libertad de expresión un carajo. Los dinosaurios de Miami no son más que un grupo de hipócritas inquisidores, porque, si no, no veo el caso de que enjuicien al pobre Guillén. Por demás, ni Galileo con su Epour Si Mouve... Esa democracia de ustedes, no la comprende ni el perro de la esquina.

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