Manrique: Casta vs. justicia; Yasmany Lugo, eléctrico indudable

Manrique: Casta vs. justicia; Yasmany Lugo, eléctrico indudable
Fecha de publicación: 
17 Agosto 2016
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Cuba entera, incluido este humilde servidor, experimentó ambos estados en la jornada olímpica de martes.

Por un lado, quisimos ocupar los puestos de los jueces, quitarles las vendas de los ojos y seguir de cerca la rutina del gimnasta Manrique Larduet en la barra fija. Todo parecía indicar que se redimiría de una pequeña imprecisión que lo apartó del podio de premiaciones en las barras paralelas (15.625). Todo, menos la apreciación de los imparciales.

Apreciación, una palabra cargada de subjetividad que, en el caso del antillano, mandaron a volar con el Apolo 13. Sin miramiento alguno, posteé en las redes sociales al término de su selección: «No importa si eres un gimnasta de prestigio en la élite mundial con tan solo 19 años, si tu selección tiene compleja nota de partida de 7.000. Definitivamente, los jueces que calificaron a Manrique Larduet lo hicieron al más puro estilo de Sato Ichi. Solo así se justifican los 15.033 que le confirieron al antillano. Los destierro al asteroide B-612, o mejor aún, a un meteorito que gire en alguna órbita extraviada, porque pudiera suceder que en el B-612 quisieran conferirles 15.033 a la belleza de la rosa, o a la inteligencia del Principito».

Sobran los argumentos. De vuelta a la competición en las paralelas, se impuso el archifavorito ucraniano Oleg Verniaiev (16.040), único merecedor de puntuación superior a la mítica cifra de 16 unidades. Los honores en la barra fija se los llevó el curtido alemán Fabian Hambuechen (15.766), capaz de mejorar el subtítulo en ese propio aparato en Londres 2012.

De cualquier manera, Manrique tiene preseas, las de la entrega, representar con orgullo a Cuba, sobreponerse a una seria molestia en su tobillo, y ganar la batalla de vergüenza y casta vs. justicia. Que se cuiden todos sus adversarios. Desde ya, él y su preparador Carlos Gil perfilan horizontes con Tokio en la mira.

Lugo, tanto dio el cántaro a la fuente, que se rompió de plata

Natural de Pinar del Río, con 1.90 metros de estatura y 26 años, el luchador grecorromano Yasmany Lugo (98 kg) no era tomado muy en serio por ninguno de sus oponentes antes de lo sucedido en suelo carioca. Sí, en el lejano 2009 se proclamó campeón mundial juvenil, desde hacía casi un ciclo asumió la titularidad de su división en la armada antillana, tenía en su hoja de servicios tres efímeras experiencias mundialistas. Pero tanto dio el cántaro a la fuente, que se rompió de plata. Ni siquiera el más osado de los especialistas vaticinó ese subtítulo. Lugo cumplió su promesa de nuestra última plática, premió el trabajo minucioso de Filiberto Azcuy y Mario Olivera en rol de mentores allegados: «Tengo 26 años y es hora de alcanzar un resultado de nivel mundial», me expresó durante el Internacional Granma de junio último, en nuestra plática más reciente antes de partir a su cruzada bajo los cinco aros. Esa que inició con sonrisa de 2-0 sobre el chino Xiao Di; que extendió, sin permitir puntos técnicos, con éxitos sucesivos a costa del iraní y rey defensor del Olimpo Ghasem Rezaei (4-0), y sobre el rocoso sueco Frederik Schön (2-0) en semifinales.

Solo pudo truncarle el sueño de la hazaña total el armenio Artur Aleksanyan, el mejor gladiador del presente ciclo, bronce en la capital británica y tres veces medallista universal, incluidas dos coronas en línea en las versiones más recientes. Lugo batalló a capa y espada, pero ciertamente no pudo. De cualquier manera, su insospechado y notorio rendimiento aupó a los cinco hombres de la greco a un rendimiento sin precedentes: dos oros, una plata, y la primera posición por países en la modalidad.

Denia, otra órbita de grandeza

Sin ser esa final de disco esplendorosa, Denia Caballero realizó un tercer envío con lo justo para merecer bronce (65.34), y ratificar así por qué se alzó con el cetro del orbe en Beijing 2015 y la consideran entre las discóbolas más temibles de la actualidad. La reverencia, como sucede desde la campaña 2012, para la fenomenal croata Sandra Perkovic (69.21). Su único intento válido, al igual que en la clasificatoria, bastó para borrar cualquier aspiración contraria. Para tener una idea de lo que hablamos, en competiciones oficiales de rigor, solo nuestra villaclareña de 1.76 metros, 25 abriles y 81 kg de peso ha podido arañarle la pintura a Perkovic. Sin afán de justificarla, a Río Denia llegó con secuelas de una bursitis. En ese río revuelto aprovechó, con su mejor disparo de por vida y récord nacional de Francia, la experimentada Melina Robert-Michon (66.73) para asegurar la plata.

El reverso de la moneda fue la también cubana Yaimé Pérez, quien luego de culminar a la vanguardia de la clasificatoria con 65.38, se fue en blanco, con visibles rasgos de ansiedad y desconcentración.

El deporte rey deparó otros desenlaces loables para la Mayor de las Antillas, como la clasificación a semifinales de los 200 metros de Roberto Skyers (20.44 segundos) y de la pertiguista Yarisley Silva a la definición de su prueba, no sin antes sudar con la varilla en 4.55. Por fortuna, venció los 4.60 requeridos a la primera.

Pese a quedar en el cuarto puesto de su heat y no avanzar, el también bólido Reynier Mena (20.42) dio una buena demostración en la manga más rápida, dominada por el estadounidense Leshawn Merritt (20.15). Tampoco pasó del octavo escaño el triplista Lázaro Martínez (16.68), en final dominada por el también norteño Christian Taylor (17.86).

Boxeo: en la delgada línea roja

Dos disertaciones de buen boxeo, y dos deslices en el rango de lo esperado. A ambos lados de la balanza se colocaron Julio César La Cruz (81 kg) y Robeisy Ramírez (56), y Lenier Peró (más de 91) y Yasnier Toledo (64). La Cruz y Robeisy fueron verdugos, por ese orden, del francés Albert Daniel Mathieu Boudelique (triple 30-27), y del chino Jiawei Zhang (30-26, 29-28, 29-28).

La Cruz dibujó otro cuadro de golpeo efectivo, impecable defensa, apoyado en su velocidad felina de torso y piernas; mientras Robeisy, como suele hacer cuando se siente en forma, propició todo intercambio con el asiático, y sacó ventaja en cualquier distancia.

En el lado oscuro del corredor se colocaron Toledo, incapaz de entrarle al azerí de origen cubano Lorenzo Sotomayor, que apeló a su mayor estatura y el combate en la larga distancia para emerger airoso; en tanto, Peró fue víctima nuevamente del croata Filip Hrgovic por knocout técnico. Dos golpes del europeo le doblaron las piernas, y un tercero fue demoledor y sentenció el pleito.

Bielas y paletadas a esfuerzo limpio

Marlies Mejías se ratificó como una pedalista de entorno supremo. De lo contrario, ¿cómo podría justificarse su séptimo escaño en el ómnium olímpico, gracias a 173 unidades? Para una ciclista que estuvo alejada dos meses de las pistas y que en un sprint final intentó alcanzar la forma óptima, ese es el mejor premio. Secuencia de 18 unidades en el scratch, 26 en la persecución individual, seis en la carrera de eliminación, 26 en el time trial, 24 en la vuelta lanzada y 73 en la carrera por puntos, marcó su acumulado. La fuera de serie británica Laura Trott (230) y la estadounidense Sarah Hammer (206) hicieron el uno-dos, como únicas con acumulados superiores a las 200 rayas.

También dio lo mejor de sí la kayacista Yusmary Mengana, pese a recalar cuarta en la final B del K-1 a 200 metros. Crono de 42.036 segundos atestiguó lo distante que se halla aún de la neozelandesa y flamante reina Lisa Carrington, capaz de estampar una nueva plusmarca olímpica (39.864).

Una jornada que puso al límite todas las sensaciones posibles para un aficionado común y corriente. La de miércoles promete, con el inicio de la lucha libre; otra cruzada de la propia Mengana en el K-1 a 500 metros; el dueto de Reinier Torres-Jorge García en el K-2 a mil; el estreno del doble medallista olímpico del decatlón Leonel Suárez y del martillista Roberto Janet; además de las ochocentistas Rose Mary Almanza y Sahily Diago; Skyers en las semifinales, urgido de frisar sus 20.02 cimeros, si de colarse en una definición soñada se trata. Sueños, indignación, admiración, el fin de estas palabras, justo donde todo comenzó.

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