René González y su hermano: Las inmundicias de Ileana

René González y su hermano: Las inmundicias de Ileana
Fecha de publicación: 
14 Marzo 2012
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Como periodista he seguido durante años la grotesca trayectoria de esta congresista norteamericana, e incluso escribí un libro sobre ella que debe circular en un futuro no lejano.

Ahora instó con vehemencia al gobierno de su país a no permitir el viaje del cubano René González a La Habana, donde su hermano Roberto se encuentra en estado muy grave.

En febrero su abogado presentó una moción ante un tribunal federal de Miami para que René pudiese viajar a la isla, debido a que su hermano padece cáncer de pulmón y un tumor maligno en el cerebro.

Ros-Lehtinen además la emprendió contra el Departamento de Justicia norteamericano, porque, según ella, este “ha dado un paso en la dirección errónea al especificar las condiciones bajo las que podría permitírsele hacerlo”.

Agregó que “no hay ningún conjunto de condiciones bajo las que podríamos permitir a González volver a Cuba sin poner en riesgo la seguridad de Estados Unidos”.

Asimismo Ileana exigió al referido Departamento de Justicia declarar explícitamente que no se permitirá a René González viajar a su nación “de ninguna manera, de ninguna forma, de ningún modo”.

René salió de la prisión en libertad condicionada, y es uno de los cinco cubanos detenidos allí en 1998 y condenados a largos años de cárcel porque se infiltraron en bandas terroristas asentadas en Miami para impedir la ejecución de sus planes.

La señora Lehtinen ahora se opone fieramente a que René visite en La Habana a su hermano extremadamente enfermo, pero actúa  como una tierna paloma en sus públicas relaciones con  cabecillas de esas hordas.

Baste solo algunos ejemplos, entre muchos, para refrescar la memoria.

Cuando seleccionaba fotos para ilustrar el libro que escribí sobre ella, tropecé con una que me llamó especialmente la atención: sentados uno junto al otro, y muy sonrientes, la congresista y el notorio terrorista Orlando Bosch Avila. Sobre la imagen una enternecedora dedicatoria: “Orlando, con mucho cariño, Ileana Ros-Lehtinen”.

El señor Bosch, según importantes publicaciones de Estados Unidos, entre ellas el periódico The New York Times y la revista   U.S. News and World Report, desde su llegada a ese país en 1960 participó en una extensa cadena de acciones violentas contra Cuba y países que mantenían relaciones normales con La Habana.

Tanto él, como Luis Posada Carriles, de acuerdo a pruebas concretas reveladas en Cuba, Venezuela, Trinidad Tobago y Barbados, fueron los autores intelectuales de la voladura en pleno vuelo de un  avión civil cubano donde murieron 73 personas.

Eso no impidió que cuando en 1989, y debido a sus antecedentes,
el Departamento de Justicia de Estados Unidos decidió expulsar a Bosch del país, Ileana se convirtiese en su más ardiente defensora.

Más tarde confirmó su tenacidad al organizarle junto a su padre, Enrique Ros, íntimo amigo del terrorista, un sentido homenaje público en Miami, “por la obra de su vida”.

No menos íntimas y calurosas han sido sus relaciones con el viejo gangster Posada Carriles, a quien durante años ha brindado entrañables afectos y firmes lazos de apoyo.

Tanto, que cuando a fines de 2010 organizaron en Miami un comité para recaudar dinero a su favor,  la nombraron “presidenta de honor” de este, y después le montó un sonado homenaje en esa urbe.

No es todo. Faltarían numerosos ejemplos para completar esa historia de horror, todavía hoy vigente en muchos sentidos.

Pero lo resumido ayuda a comprender mejor el porqué del odio visceral de Ileana hacia los cinco cubanos encarcelados en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo, del que ella, implícita o descarnadamente, ha sido cómplice.

Se codea a gusto con guiñapos podridos de la comunidad cubana asentada en Miami, pero niega con tono histérico que René González acuda junto al hermano que sufre una terrible enfermedad.

Gabriel García Márquez habló una vez de las “inmundicias de la muerte”, pero a lo dicho por el genial escritor colombiano podrían añadirse las inmundicias de la vida, que Ileana Ros-Lehtinen representa como nadie sobre el planeta.

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