Estrenos de cine: La dama de oro

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Estrenos de cine: La dama de oro
Fecha de publicación: 
15 Octubre 2015
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Como lo atestiguan La lista de Schindler, La decisión de Sofía, La vida es bella y muchas otras películas, la historia del holocausto judío lleva décadas resultando un tema atractivo para el cine. En La dama de oro, se aborda el tema desde la mirada intimista.

La judía María Altmann (interpretada por la siempre excepcional Hellen Mirren) tuvo que huir de Austria para salvar su vida. Atrás dejó a su familia, a sus raíces emocionales y a toda su riqueza, entre estas un cuadro de Gustav Klimt, que era el retrato de una tía de ella.  

Cuando el estado Austriaco promulga la ley de restitución de obras de arte robadas por los oficiales alemanes a las familias más acaudaladas, María Altmann encuentra la oportunidad de recuperar el cuadro de su tía que se encuentra exhibido en el Museo Belvedere. Para esto, contrata a un abogado novato, Randol Schoenberg (interpretado en la cinta por Ryan Reynolds), hijo de una de sus amigas y descendiente de judíos austriacos.

La lucha por los derechos de María lleva el caso a la mismísima Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, lo que impone un fuerte antecedente en este tipo de reivindicaciones.

 

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Hay pocas dudas: al igual que el inmenso Harvey Keitel era el mítico Señor Lobo en Pulp Fiction, Helen Mirren es la Señora Loba allá donde la necesites. Ya sea en una mirada a un animal siendo reina inglesa, asesina a sueldo junto a Bruce Willis, o la perfecta ama de llaves en una mansión victoriana. Allí donde no llega la profundidad, la altura o la perfección del lienzo, se coloca a Helen Mirren y con unas pinceladas de su mano hace superlativo el cuadro.

Simon Curtis quiere ser tan fiel a los hechos reales de la vida que La dama de oro se le queda por momentos casi plana, sin incentivos ni aristas. El casi lo excluye Mirren, que muestra la elegancia común a la alta nobleza. Sin ella, esta película de Curtis habría sido poco más que una historia monótona y vulgar. Hay matices en La dama de oro, pero habrían sido muy livianos si Mirren no les hubiera cubierto del mismo papel dorado con que decoró sus obras Gustav Klimt.

Porque el cuadro que da nombre a esta película es una deslumbrante obra maestra art nouveau ricamente adornada con oro, que representa a Adele Bloch-Bauer (tía de María Altmann, mujer judía en la que se inspira esta cinta).

Después que los nazis se apoderaron de esta riqueza, la colgaron en el Palacio Belvedere. Desde que terminó la Segunda Guerra Mundial, la pintura fue considerada la Mona Lisa de Austria. En realidad, el título original del cuadro, realizado en 1907, era Retrato de Adele Bloch-Bauer, pero tras el expolio artístico que los nazis, como cualquier invasor en la historia de la humanidad, hicieron del patrimonio cultural y artístico judío, la documentación relativa a su procedencia se enterró convenientemente y se cambió su nombre por La dama de oro. Solo en un juicio de la Corte Suprema de Justicia de –y en- los Estados Unidos, el litigio pudo siquiera tener lugar, porque los austriacos estaban reacios a dejar salir lo que era ya un ícono nacional.

Si acaso se echa en falta en la cinta La dama de oro una visión un poquito más objetiva de la realidad. Nunca estará de más recordar los horrores del III Reich y el saqueo nazi, pero lo que inspira a Helen Mirren en la película es algo puramente sentimental, y se obvia un detalle que es esencial a la hora de ponerse a litigar contra un estado extranjero y es el elevado valor económico de la riqueza que se reclama.

Como Philomena, aquella cinta en la que Judi Dench regresa a Irlanda en busca de su hijo perdido, Helen Mirren busca en el filme La dama de oro su cuadro de Gustav Klimt. La estructura de ambos filmes es prácticamente idéntica, -muy academicista- aunque en La dama de oro las salpicaduras de flashbacks que revelan información sobre la familia de la protagonista durante la ocupación de Viena por parte de los nazis aportan integridad a la historia principal y la complementan de tal manera que termina siendo La dama de oro una cinta muy equilibrada en cuanto a historia y emotividad.

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