Dilma, valiente: Entre dos fuegos

Dilma, valiente: Entre dos fuegos
Fecha de publicación: 
9 Agosto 2015
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Es difícil que el asiduo lector desconozca la proliferación y simultaneidad de  los denominados golpes blandos echados a rodar por la reacción internacional y nacional contra molestos gobiernos, principalmente en Latinoamérica, específicamente en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil, donde adquiere un carácter especial y diría más cruel, con campañas denigratorias e irrespetuosas sobre una presidenta que no puede confiar ni en los denominados sectores de izquierda, por la miopía de estos.

Mientras Rafael Correa, por ejemplo, se siente fuerte combatiendo a los enemigos del pueblo, porque goza de un gran apoyo popular, en el caso de Dilma es diferente, ya que ganó apretadamente su reelección presidencial y desde el primer momento, sin haber cumplido los nueve meses de su segundo mandato, se ha visto torpedeada en la mayoría de sus proyectos.

La mandataria ha tenido que maniobrar en condiciones difíciles, debido a la crisis económica internacional y la desaceleración en el desarrollo nacional, causas imputables a cuestiones externas, pero que la obligaron a transar con la política que lleva a cabo su ministro de Economía, Joachim Levy, un adalid del neoliberalismo que ha hecho retroceder cuestiones que beneficiaban a la población, bajo el pretexto de reducir gastos.

Pero acertada o no en este aspecto, Dilma ha llevado y representado a Brasil en lo más alto de la economía mundial, como ababa de demostrar en la más reciente reunión del grupo BRICS (Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica), que practica una política alejada del salvaje capitalismo neoliberal.

Para juzgar a alguien uno a veces debe preguntarse quien lo ataca y quien lo defiende, y la respuesta está implícita en este recurrente párrafo:

Para Estados Unidos está claro que Brasil es una pieza clave en Latinoamérica y no le conviene la estratégica presencia de China y Rusia en esta área de 600 millones de habitantes; por lo tanto, la mandataria representa un peligro, y el gobierno norteño arremete contra lo que pueda interrumpir su estrategia de reconquistar la región donde ahora existen gobiernos de izquierda y progresistas. Desde ese punto de vista, a la Casa Blanca le conviene situar en el Planalto a una figura más acorde con sus criterios contra los poderosos miembros del BRICS y su influencia en la región.

En lo interno, Dilma ha sido abrumada por errores de su Partido del Trabajo (PT), surgido del proletariado y que llevó al poder a Luiz Ignacio Lula da Silva por dos períodos, aunque tampoco se hizo nada para cambiar las estructuras económicas. No obstante, bajo los liderazgos del PT, Brasil consiguió prácticamente eliminar la pobreza extrema y aumentar notablemente la renta del 60% de los brasileños.

Otro detalle significativo, y que también es bueno recordar, es el gran programa de servicios públicos emprendido por la mandataria llamado “Más médicos”, con la colaboración de más de 11 000 galenos y personal de la salud cubana, que atendió a 50 millones de personas pobres en las zonas más agrestes del país.

No ha sido una mandataria que haya trabajado a la perfección, e incluso ha tenido que pactar con elementos nada proclives a su política, pero que ha servido para enfrentar la campaña de desestabilización y dado margen a contrarrestar la fuerte campaña mediática que ha seguido metódicamente la ultraderecha, dueña de lo mayores medios de de comunicación, como O’Globo, experto en el disfraz de la objetividad.

A pesar de la ecuanimidad demostrada por la presidenta, en una entrevista a Folha de Sao Paulo advirtió a sus enemigos: “Yo no caigo y voy a resistir con uñas y dientes”, en lo que fue su primera respuesta pública contra el fantasma de impugnación, medida que la prensa derechista repite como una posibilidad inmediata.

“El otro día postearon que yo había intentado suicidarme, que estaba traumatizadísima. No apuesten a eso. Yo viví algo 100 000 veces peor, cuando fui presa y torturada (durante la dictadura). Si no quise suicidarme, cuando querían matarme, ¿por qué habría de hacerlo ahora?.. .
Decir eso es absolutamente desproporcionado, eso no va conmigo... No quieran comparar a la actual disputa política con la tortura. Esto es parte de una lucha para construir un modelo de país”, advirtió la llamada Corazón Valiente por sus partidarios a sus adversarios.
Y es que Dilma, enhorabuena, está dispuesta a dar la pelea.

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