Un día, un nombre: ¿El último clavado de Guerra?

Un día, un nombre: ¿El último clavado de Guerra?
Fecha de publicación: 
14 Julio 2015
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La sonrisa de Guerra volvió a convertir en un divertimento lo difícil, mientras Jeinkler lo estimulaba con un abrazo en cada salida del tanque de clavados, como si adivinaran ambos que estaban en uno de esos días que nadie les ganaba, ni los imperturbables chinos, campeones mundiales y olímpicos, ni los mexicanos Iván García-Jonathan Ruvalcaba, favoritos precompetencia, pero cuartos ahora.

Era tanto el magnetismo de sus ejercicios, la sincronización de la dupla, la explosividad desde las alturas y la perfección de las volteretas, que Guerra se dio el lujo de posar feliz para las cámaras con el oro en su pecho, esquivo en el 2007 cuando tenía como pareja a Erick Fornaris, y luego hace cuatro años con el propio Jeinkler a su lado.

Sin embargo, la grandeza de esta dorada recae en que sobrevino en una jornada donde Cuba dio el primer estirón en la tabla de medallas (ganó siete títulos, igual cantidad de platas y cuatro bronces) y el clavado cerraba sus actividades con la inconformidad de no haber aportado podios y haber sufrido la estocada mortal de dos desertores.

Quizás nadie olvide este regalo de Guerra un 13 de julio de 2015, aunque el recuerdo mayor sería todo su paso por cinco Juegos Panamericanos, que incluyó, además de lo cosechado en el binomio sincronizado, un segundo lugar en la plataforma individual durante Winnipeg 1999 y el cetro en esta misma modalidad en Río de Janeiro 2007.

¡Qué clase de historia la de este santiaguero! Es el único con una medalla mundial para Cuba en este deporte, lograda en 2009; es campeón regional, de eventos Grand Prix y finalista olímpico en tres ocasiones, por solo mencionar en síntesis lo que tantos saltos han significado para su vida en entrenamientos monótonos y no siempre con las mejores condiciones.

Busqué par de horas más tarde sus declaraciones y fotos en Facebook, en las redes sociales que tanto utilizan ya nuestros deportistas, pero José Antonio Guerra apenas se había conectado. Deduje entonces que había preferido celebrar en familia, con sus entrenadores y Jeinkler, ese talentoso compañero que todos los días le pide resistir hasta la lid olímpica de Río de Janeiro, para que sea de verdad un retiro con todas las medallas en su vitrina.

Podía haber dedicado esta crónica a muchas figuras cubanas del kayac, la gimnasia, las pesas y el judo, que lucieron hoy inmensas en pos de los primeros lugares. Sin embargo, no lo perdonaría el lector, pues el clavado vivió en la apertura de la semana uno de esos momentos que si no se escribe, queda en el fondo de una piscina y nadie valora su trascendencia personal e íntima, pero muy cubana.

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