Sahily Cabezas: La eterna niña que juega a ser adulta
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Baja del escenario convertida en Caperucita Roja, de inmediato la abordo, me presento y solicito sin mucho preámbulo que me conceda una entrevista. Sahily Cabezas acepta gustosa y su única condición parece una súplica innecesaria. Enseguida comprendo que va a demorar en cambiarse, después de mí un mar de niños solicita fotografías y ella, tomándoselo en serio, sonríe en todas. Luego sonrío yo, de antemano sé que por lo menos no va a demorar ocho años.
¿Qué ha representado volver a los escenarios cubanos?
“Te confieso que tenía muchas ganas de volver a actuar en Cuba. Se dio la oportunidad de traer Caperucita, una obra que tantos momentos dulces nos ha dado allá en Canarias. En la primera función tuve que contener las lágrimas. No me he ido para España y tengo ya muchas ganas de volver, no únicamente al teatro, también a la televisión y a todos los medios.”
Ahora que hablas de televisión, sería imperdonable que no comentáramos sobre Amandita...
Sahily sonríe desde el verde de su mirada. La emoción, por el recuerdo que evoco, es perceptible a kilómetros de distancia.
“Como fue mi último trabajo aquí, sigo siendo Amandita. Creo que fue el personaje que terminó de darme a conocer. La cara oculta de la luna tocó muchas fibras sensibles. La gente recuerda con cariño aquella serie. Como actriz estoy segura que seguiré siendo Amandita, a los actores nos pasa eso, al margen del resto de los trabajos. Siempre quedará en mi recuerdo.”
¿Cómo se viven esos personajes?
“Muy intensamente. Me emociono de recordarlo. Sahily Cabezas sufrió mucho, uno se mete de lleno en el personaje. Fue intenso sobre todo porque sabía que era basado en hechos reales. El proceso del trabajo fue cercano a pacientes con VIH. Recuerdo que yo estaba comiendo en la casa y empezaba a llorar. Mi madre estaba disgustada y amenazaba con llamar al director para que dejara de hacer el personaje. Fue un proceso doloroso, pero los actores tenemos un morbo dentro de la profesión. Aunque suframos si es para bien del personaje es reconfortante, no solo a nivel del público sino en el plano más personal, la posibilidad de interpretar Amanda fue un regalo y sentirlo y vivirlo como lo hice creo que puede ser la clave de que la gente lo recuerde con tanto cariño.”
En el momento en que te vas de Cuba estabas en un excelente momento en tu carrera…
“Era un momento importante, de hecho, todavía estaban pasando La cara oculta… Lo que se experimenta cuando uno se marcha de Cuba es un sentimiento común en muchos cubanos. La sociedad cubana está llena de familias que les falta un hijo, un hermano… Ya yo había vivido esa experiencia desde aquí cuando mi padre se fue a vivir a Grecia…”
Sahily hace una pausa larga y presiono el STOP en mi grabadora hasta que una señal con la mano me invita a continuar con el diálogo. Una lágrima, prima hermana de la nostalgia, recorre su rostro.
“Alejarte de la familia es duro. Se presentó sin planificarlo. Como artista también fue difícil. Se echa de menos el movimiento cultural que hay en La Habana. Hay ciudades literalmente muertas en cuanto al movimiento cultural. Nuestra capital es privilegiada y como actriz se extraña la forma en que el público cubano se involucra, ávido de presentaciones teatrales, de un buen libro, de exposiciones”
Cuéntame de las cosas buenas que te ha traído la experiencia
“Para cualquier artista estar en cualquier sitio es una buena experiencia. Aprendes cosas nuevas. En el caso de los actores es muy bueno contrastar con culturas y personas diferentes. Yo he vivido en Madrid, en Grecia y ahora en Tenerife. Cuando estuve en Atenas visitar la cuna del teatro fue una experiencia inolvidable”.
En Tenerife conociste a Joel Angelino
“Yo sabía quien era él y él sabía quien era yo. Teníamos muchos amigos en común, pero no nos conocíamos. Cuando el comienza con el proyecto de los musicales infantiles nos presentan. Justo en ese momento yo llevaba bastante sin hacer teatro. Conocer a Joel me devolvió la vida. Para un actor estar sin actuar es fatal. En mi caso personal si no actúo se me muere el alma. Llevo tres años con la compañía, encontrarlo me devolvió la vida.”
Mientras hablamos me he percatado de que alguien la espera y la mira sin malicia. Orgulloso también por sus respuestas y, adivino, también por la fluidez que se advierte en la dulzura de sus palabras.
“Creo que los artistas vivimos enamorados de la vida, de las personas interesantes que transmiten cosas. No es únicamente el amor de pareja. Hay muchas cosas que te enamoran. Uno va pasando por aprendizajes. La vida siempre es un misterio. Una de las cosas que me une a Canarias es que he encontrado en el plano personal un gran amor. Estamos dando continuidad con nuestro amor a las fusiones entre culturas”.
Los artistas son criaturas impredecibles. No hay definiciones que los encuadren. Me deslumbró en el escenario cantando, bailando e incluso con parlamentos en griego. Luego, vestida de ella y sin interpretar ningún personaje se mezcla con el escaso público que todavía permanece en los Jardines del Mella. Entre los niños parece una más, con maquillaje y atuendo de mujer sino supiera que, en efecto, es Sahily Cabezas pensaría que es una niña jugando a ser adulta.
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