Tradiciones de fin de año: Candela al muñeco

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Tradiciones de fin de año: Candela al muñeco
Fecha de publicación: 
31 Diciembre 2014
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Unos arrojan el cubo de agua a la calle, para que se lleve lo malo. Otros se comen las uvas, se dan besos, se arrodillan. Hay quien guardó el agua bendita para santificar la casa y el cuerpo, el que heredó una oración, una frase, quien se persigna, quien hace el gesto del solavaya, quien da tres vueltas…

 

Para Sonia Valle Acosta, desde hace varios años, el fin de año se despide con fuego. “Me traje la tradición de la Habana, donde viví casi 10 años. Allá, en Buena Esperanza de Güira de Melena, todos los vecinos hacían un muñeco para quemarlo el 31 de diciembre, justo a las 12 de la noche”.

 

Según la tradición, se “monta” el 6 de diciembre, “lo que significa que se termina y ese día se saca a la calle, ya sea en un portal, o en la entrada de las casas, para que todo el mundo lo vea”, explica.

 

El mamarracho se confecciona, dice, siempre con ropas viejas, incluso la tripa. “La idea es quemar con él las cosas viejas de nuestra vida, para dar paso a lo nuevo”, dice esta guantanamera de 49 años.

 

La labor, asegura, dejó de ser un asunto familiar para involucrar a los predios vecinales. Las ropas, zapatos, gorra, espejuelos, pantalones…, son recolectados por los vecinos durante todo el año y llevados a su casa, en Los Maceo número 462, entre 3 y 4 Norte, donde Sonia los clasifica y los une, hasta formar un muñeco casi de su tamaño que recuesta en un asiento de madera en el portal de su casa y al que le ponen nombre los muchachos del barrio, según el personaje de moda al que más se parezca.

 

En La Habana, replica, se le ponía el nombre de algún vecino, pero en Guantánamo siempre le ponen nombres de artistas, de personajes de televisión casi siempre. El año pasado, se llamó Pánfilo, porque era igualito al de Vivir del cuento y a este le pusieron Antenor, como el de la novela brasileña, aunque no se le parece en nada”.  

 

Para ella, no tiene connotaciones religiosas aunque asegura que hay quien se persigna al pasar y más de uno le pide algún deseo. “Desde dinero, prosperidad, salud, hasta todo lo que se les ocurre. Yo los dejo hacer, cada cual cree en lo que quiere”.

 

La quema, cuenta, siempre es el momento más importante. En su barrio, dicen los vecinos, es todo un suceso. La gente se saluda en familia con la medianoche y de ahí va para la casa de Sonia, donde se le prende fuego frente a todos.

 

“Yo no rezo ni nada. Cuando se quema, sólo digo “Que se vaya lo malo, que venga lo bueno”.

 

De tradiciones…

 

Según la enciclopedia online Wikipedia, a la quema de muñecos para despedir el año y en otras festividades se les atribuye un “origen vinculado a antiguos rituales paganos europeos, como las saturnales de los romanos o los rituales celtas como el Olentzero en el País Vasco y Navarra en España”.

 

El ritual específico para fin de año ha llegado a nuestros días y hoy se extiende a varios países latinoamericanos, como México, Uruguay, Ecuador, Colombia, Chile, Venezuela, Perú, Argentina…

 

Particularmente famosas son las quemas de muñecos en las ciudades argentinas de La Plata y Mar del Plata, que se celebran desde los años cincuenta del pasado siglo. En la primera, se realizan grandes esculturas que son premiadas a través de un programa de radio local, mientras en la segunda urbe, los monigotes son fabricados por los vecinos e incinerados en los barrios.

 
En México, por otra parte, el ritual inicia dos o tres días antes del Año Nuevo, cuando el monigote es puesto frente a las casas con un recipiente al lado para pedir una especie de limosna que luego se usa para la fiesta. En algunos casos, también se pasea por las calles acompañado por una viuda embarazada, una rumbera y un grupo musical.

 

Los nombres y los motivos son igualmente variopintos. En Chile se le conoce como Quema de monos y en Uruguay es la Quema de Judas, un ritual que generalmente se relaciona con la Pascua del calendario católico, mientras en Colombia, al muñeco se le nombra lo mismo Taitapuro, que es una deidad indígena, que carranchos o carrancios.

 

En otras regiones, se le llama sencillamente Año viejo. Pero en todas, el espíritu es el mismo: decir adiós a las penas, a los enojos de 365 días, exorcizar lo malo, con el muñeco vestido con ropas viejas simbolizando lo viejo, lo vivido, lo pasado… y el fuego como el elemento purificador.

 

La quema de muñecos, en general, tampoco es una práctica rara. En Cuba, se ve sobre todo en provincias occidentales en cuanto a tradiciones de fin de año, y la tradicional Fiesta del Fuego en Santiago de Cuba tiene uno de sus momentos culminantes en la Quema del Diablo.

 
En otros momentos de la historia cubana, se usaron monigotes como protesta simbolizando a algunos presidentes norteamericanos cuyas políticas dañaron especialmente al pueblo, como George Bush.

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