Réplica al señor Armengol
especiales

Lo hizo este domingo y, como era de esperar, atacó duramente a la cubana y exaltó a la estadounidense.
No pudo escoger peor momento, porque lo dice cuando, en su país, integrantes de los cuerpos represivos acaban de actuar ferozmente.
Solo un nombre lo sintetiza: Ferguson, la pequeña urbe de Missouri donde un policía mató a balazos a un joven afroamericano de 18 años que no portaba armas.
Lo refuerza el nombre de una famosa ciudad, Nueva York, en la que otro uniformado asfixió a un ciudadano negro que vendía cigarrillos sueltos.
La indignación se desbordó fundamentalmente entre la comunidad negra de unas 170 ciudades, pero no solo con la participación de esta, mientras la Casa Blanca llamó al orden.
Horas más tarde Armengol publicó su artículo en El Nuevo Herald bajo el título Bofetada a la Democracia.
Quizás algunos pensaron que iba a enjuiciar críticamente lo sucedido, o al menos citarlo.
¿Lo hizo? No, guardó silencio al respecto y se lanzó… contra Cuba.
Quedó así a la derecha hasta del Nuevo Herald, que había limpiado un poco su cara al desaprobar las barbaridades cometidas.
¿A qué pretexto le echó mano esta vez Armengol para embestir a la isla?
La Cumbre de Las Américas, una iniciativa forjada en la década del 90 por el ex presidente demócrata William Clinton.
¿Qué dijo ahora el columnista? No aprueba que el gobierno de Panamá invitase oficialmente a La Habana a tomar parte en la Quinta Cumbre de ese foro, el 10 y 11 de abril próximos.
Sí acepta, con realismo, que se trata de una muestra palpable, “de la pérdida de influencia de Estados Unidos en la región”.
Tampoco se limita, apunta el artículo, a la utilización del caso cubano para dictar cátedra de independencia frente a Washington.
“Es, ante todo, una bofetada a la democracia”, según el punto de vista de Armengol.
Luego pasa a especular sobre hasta qué punto lo sucedido influirá en la asistencia –o no- de Obama a la cita del istmo.
Armengol estima que el ángulo “decisivo” a considerar por el presidente es el caso Alan Gross, ciudadano estadounidense preso en La Habana desde que se descubrió su vinculación con un plan subversivo.
Pero Armengol se muestra pesimista al hacerse eco de la posición de Washington al respecto.
Según escribió, aún cuando se resolviese positivamente el caso Gross, no mucho cambiaría la decisión del gobierno estadounidense.
¿Razones? Armengol traduce gustosamente la forma en que sus autoridades interpretan el pensamiento y acción de Cuba:
Según ellas, “no tiene interés de iniciar reformas democráticas”, ni hay nada que indique una “disminución del mecanismo represivo y uso del terror” para mantener el poder.
Sentencia que en las circunstancias actuales lo dicho no cambiará, y por lo tanto pensar lo contrario exhibe “demasiado optimismo o mala fe.”
Luego el articulista del Herald añade que se ha producido un cambio de enfoque.
Según manifestó, en eso radica el desvío sufrido por lo que debería ser “un acoso al régimen de La Habana”, hacia una presión sobre la Casa Blanca.
Histérico, y olvidando el abanico de pensamientos e intereses que arañaba, se atrevió a decir: “lo único que se busca por esa vía es legitimar una dictadura”.
Recordó como algo paradójico, que el foro nació por iniciativa de Estados Unidos para discutir acciones concertadas en la región por parte “de los gobiernos democráticos”.
Así que, afirmó el columnista de Miami, si Obama va a Panamá, y lo hace también Castro, no haría más que “destruir lo que otro mandatario demócrata (Clinton) creó.
Pero hasta alguien de su catadura se vio obligado a reconocer el sólido prestigio de la isla en la región.
“Se sabe que la participación de Castro cuenta con el apoyo de muchos países latinoamericanos y el silencio cómplice de otros”, subrayó.
Redondeó su apreciación al decir que, por supuesto, en Estados Unidos el reclamo cuenta además con el apoyo de voces influyentes.
Como uno de sus últimos argumentos dijo que Obama no puede sentarse en la misma mesa que el representante de un país mezclado al terrorismo internacional.
Eso último ha sido valorado en foros internacionales como uno de los eslabones más débiles de las campañas estadounidenses contra La Habana.
¿En qué momento el artículo de Alejandro Armengol en el Nuevo Herald?
Cuando Washington afronta una embarazosa situación de imagen nacional y mundial después de brutales crímenes y represiones raciales.
Hasta Obama admitió este lunes, con referencia a la más cercana tragedia, que ha sido arrastrada por su sociedad desde hace muchos años.
Sin embargo, en su artículo de este domingo, “Bofetada a la democracia”, Armengol no dedicó ni un párrafo a denunciar la catástrofe que sufrió el honor de su nación.
Añadir nuevo comentario