Ramón Sánchez Rizo: Un terrorista disfrazado de demócrata
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Granma publica un capítulo del libro Welcome Home donde se describen las «hazañas» del contrarrevolucionario, radicado en Miami, Ramón Saúl Sánchez Rizo, un terrorista que ahora quiere pasar por demócrata.
De nuevo aparece en escena «Ramoncito» y su movimiento «Democracia», orquestando una nueva provocación contra nuestra Patria. Se ha pasado 40 años poniendo bombas y realizando actos violentos con total impunidad.
Indudablemente, a Ramón Saúl Sánchez Rizo le vino muy bien la metamorfosis que la administración de Ronald Reagan obligó a asumir a la contrarrevolución cubana en Estados Unidos durante la década de los 80, cuando los terroristas y agentes de la Agencia Central de Inteligencia fueron transformados en políticos locales del nuevo condado Miami-Dade.
Sánchez Rizo se regocija del vacilón que resulta ese invento de las flotillas, una forma ideal de provocar un incidente y como dijo, «a ver si estos mamalones yanquis terminan por decidirse a acabar con Castro», mientras que para los cansados contribuyentes de la guerra contra el comunismo, resulta una acción más potable en los nuevos tiempos a la hora de que vinieran a «pasar el cepillo».
«Ramoncito», como lo llaman todos los viejos jefes de la mafia terrorista de Miami, había sido el «delfín» de la guerra terrorista y fue un niño consentido para los jefes de las principales organizaciones anticastristas y hasta para la justicia norteamericana.
Nació en el municipio Colón, provincia de Matanzas, Cuba, en 1954, al año siguiente de los sucesos del asalto al cuartel Moncada, y marchó a Miami en 1967, donde es admitido «Bajo Palabra». Miami entonces era un hervidero de acciones contra la Revolución y «Ramoncito» encontró empleo rápidamente en esa cruzada, aunque lo cierto es que desde que emigró a Estados Unidos, ha vivido de las operaciones contra Cuba.
En 1970 se enrola en sus dos primeras organizaciones de carácter terrorista: el Frente de Liberación Nacional Cubano (FLCN) y Alpha 66, que dirigió hasta su reciente muerte su asociado Andrés Nazario Sargén.
Y de inmediato comenzaron sus aventuras criminales. En su haber se cuenta la organización de más de veinte ataques contra embarcaciones y misiones diplomáticas cubanas. Su primera actividad terrorista fue su activa participación en el propio 1970 en el hundimiento de los barcos pesqueros Plataforma I y IV cerca de Las Bahamas, causándole heridas a dos pescadores, así como la promoción de secuestros de personas en Venezuela, México y Estados Unidos.
Por ese tiempo es arrestado por primera vez en un campamento de Alpha 66 en posesión de armamento de combate, pero recibió de un complaciente juez solamente la condena de un año de detención a cumplir en libertad bajo palabra.
En su delirio de grandeza, se las ingenia para convertirse en «líder» de su primera organización terrorista, nombrada «Jóvenes de la Estrella». Dentro de las acciones llevadas a cabo por los asesinos de esta violenta formación están, por ejemplo, el atentado dinamitero realizado en el aeropuerto internacional de Miami el 17 de octubre de 1975 o el acto bárbaro ejecutado en septiembre de 1978 cuando fueron asesinados cuatro ciudadanos norteamericanos al ser volada en el aire una avioneta en la que se dirigían a Cuba. Segundo de Orlando Bosch Ávila, «Ramoncito» aspiraba a un protagonismo mayor, y es así que se integra al CORU (Coordinadora de Organizaciones Revolucionarias Unidas), donde tiene estrechos contactos con su jefe, Orlando Bosch Ávila. En 1979, el Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI) identifica a Ramón Saúl Sánchez Rizo como el segundo jefe al mando de este grupo.
El CORU realizó más de 90 ataques terroristas contra instalaciones cubanas en varios países, incluso dentro de los propios Estados Unidos, siendo la más connotada la monstruosa voladura del avión de Cubana de Aviación sobre Barbados, donde murieron 73 personas.
A finales de la década de los 70, también Sánchez Rizo entrenaba a varios elementos contrarrevolucionarios en un campamento en Nicaragua con el objetivo de realizar acciones contra buques mercantes cubanos, tiene participación en el asesinato del joven Carlos Muñiz Varela, en Puerto Rico, integra el grupo que en el 79 organiza un atentado a la Oficina de Intereses de Cuba en Washington y realiza otro intento de asesinato contra el entonces embajador cubano en la ONU, Raúl Roa Kourí.
En los primeros meses del 80, «Ramoncito» quiere seguir «jugando al duro» y funda y dirige el grupo terrorista Organización para la Liberación de Cuba (OPLC), que sembrará el terror hasta 1984. Por esos años también se afiliará como especialista en explosivos a la temible organización Omega-7.
Varios informes desclasificados del FBI reseñan la peligrosidad de este terrorista. Uno de ellos, por ejemplo, da cuenta que en diciembre de 1980, horas después de la explosión de una bomba en el consulado cubano de Montreal, detienen en la frontera entre Canadá y Estados Unidos a los presuntos autores: Pedro Crispín Remón Hernández y Ramón Saúl Sánchez Rizo.
Otro informe del FBI emitido el 25 de septiembre de 1982, que trata sobre otro intento de atentado contra el embajador de Cuba en la ONU, detonando una bomba en su auto, da cuenta: «Ramón Saúl Sánchez construyó la bomba a control remoto con la ayuda de Arosena». Se refiere a Eduardo Arosena: cabecilla de la organización Omega-7 que cobró relevancia en la década del 70 y realizó actos terroristas de marcada violencia en territorio norteamericano. Considerado por el FBI como uno de los terroristas enemigo público número uno del gobierno de Estados Unidos. En el juicio ante la Corte Federal en Nueva York contra él, reconoció haber sido, por instrucciones de la CIA, el que introdujo en 1980 en Cuba el dengue hemorrágico que costó la vida a 158 personas, entre ellos 101 niños.
Omega-7 llegó a ser considerada por el FBI como «la organización terrorista más peligrosa en Estados Unidos». Fue responsable de varias decenas de atentados dinamiteros contra misiones de varios países acreditados ante la ONU en Nueva York, así como contra instalaciones públicas de Estados Unidos, como por ejemplo, la línea aérea norteamericana TWA, el Madison Square Garden, el puerto de Nueva York y la realización de numerosos asesinatos.
En 1984, «Ramoncito» es sancionado a una condena de cuatro años de privación de libertad por negarse a comparecer ante un gran jurado norteamericano en Nueva York que trataba de esclarecer las actividades de Omega-7. Es excarcelado en 1986, dos años antes de expirar la sanción.
No pocos expertos coinciden en señalar que la intensificación de atentados dentro de los Estados Unidos a finales de los 70 y principios de los 80, determinó que algunos de estos personajes de origen cubano tan vinculados a la «guerra sucia» de la CIA fueran considerados como una amenaza a la seguridad nacional. Ya desde mediados de los 80 estaba en marcha el propósito de los neoconservadores que habían llevado a Ronald Reagan al poder, de garantizar una imagen renovada y potable para la sociedad norteamericana de esa emigración cubana tan asociada al terrorismo.
Cuando «Ramoncito» salió de la cárcel, fue «congelado» por un tiempo. Probó suerte como empleado, como comerciante y hasta como chofer de remolque de grúas para autos. Pero él no estaba para eso.
El desmoronamiento del campo socialista sirvió de acicate para revitalizar la actividad contrarrevolucionaria contra Cuba en general, reanudó la violencia y el terrorismo y modificó dentro de la propia mafia la noción de la rearticulación con los grupos que hacia el interior de la isla potencian otra forma de subversión contra el proceso revolucionario.
«Ramoncito», si bien volvió a intentar los viejos y trillados caminos al incorporarse primero a su viejo grupúsculo, la Organización para la Liberación de Cuba, trató después de resurgir como «líder» al constituir otro conjunto denominado Comisión Nacional Cubana, y termina bajo la sombrilla del traidor Hubert Matos en Cuba Independiente y Democrática (CID), organización a la que los norteamericanos le estaban dando bastante dinero, y allí condujo al rimbombante Grupo de Acciones Navales, donde mantendría la estrategia de aglutinar en su seno a elementos terroristas empeñados en actuar violentamente contra Cuba.
Provocar tensiones entre Cuba y Estados Unidos
Su «gran oportunidad» de relanzarse ante la comunidad cubano-americana de Miami como «líder», la tuvo durante los disturbios provocados por la firma de los acuerdos migratorios entre Cuba y Estados Unidos el 1ro. de mayo de 1995. Al día siguiente, 2 de mayo, es detenido, pero de inmediato lo ponen en libertad, a pesar de que el FBI conoce que guarda un número considerable de armas.
Organiza la primera flotilla el 13 de julio de ese año, cuyo velado interés es crear un conflicto con la constante violación de las aguas territoriales y el espacio aéreo cubano. Está demostrado que Sánchez Rizo y José Basulto han sido dos enemigos jurados de esos acuerdos migratorios y se han dedicado constantemente a sabotearlos. Tanto el Movimiento Democracia como Hermanos al Rescate han concentrado todos sus esfuerzos en provocar tensiones entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba, a promover acciones terroristas y constantes llamados a la desobediencia de la comunidad cubana asentada en Miami.
En noviembre de 1995 fue detenido por interrumpir las actividades de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington. En esa ocasión fue remitido por las autoridades norteamericanas para la realización de un examen psicológico.
Estuvo dentro de los cabecillas de las actividades realizadas por la mafia en Miami que estimuló el secuestro del niño cubano Elián González e inventó cuanta patraña fue posible para, de manera ilegal y violando toda norma internacional, mantener alejado al menor de su padre y de su Patria.
Junto a otras organizaciones que conforman la extrema derecha anticubana en Miami, planeó e incitó actos de desobediencia civil para impedir el cumplimiento de la decisión del INS (Servicio de Inmigración) de entregar al menor secuestrado a su padre. En el mes de agosto del 2000, Sánchez Rizo fue citado ante un juez por reunión ilícita, desacato y obstrucción de la vía, luego de los disturbios en las calles de Miami de los fanáticos oponentes a la devolución del niño cubano. Sin embargo, nada le sucedió al instigador.
Un mes antes, Ramón Saúl resultó detenido por la guardia costera norteamericana por violar las doce millas y penetrar en aguas cubanas en abierto desacato a una orden ejecutiva presidencial, pero de nuevo es puesto en libertad inmediata, aunque esta vez le confiscaron la embarcación.
Un año más tarde, en julio del 2001, es detenido nuevamente al reiterar la violación del decreto presidencial de Estados Unidos. Pero no fue hasta dos meses después, en septiembre, cuando las autoridades norteamericanas presentaron en su contra una acción judicial por la constante violación de las aguas cubanas.
Finalmente, a pesar de la presentación en su contra de varios cargos por violar aguas jurisdiccionales cubanas, el 15 de mayo del 2002 un jurado en Miami declaró inocente a Ramón Saúl Sánchez Rizo y lo absolvió.
Después de estar varios meses sin trabajar y de vivir a costa de los fondos del Movimiento Democracia, el suegro decide emplearlo, aunque sea provisionalmente, en su tienda de zapatos ortopédicos y de moda Alicia Shoes, sin mucha intensidad, porque Ramón Saúl tiene algunos problemas en un brazo después de un accidente en una de sus aventuras.
El 23 de septiembre del 2003, Ramón Saúl Sánchez Rizo es citado por encontrarse ilegal en Estados Unidos, al no tener otorgada ni ciudadanía ni residencia permanente. Según las nuevas leyes antiterroristas, las normas migratorias prevén la expulsión de los extranjeros que han cumplido penas de cárcel por un delito grave.
El arrogante personaje se puso nervioso después del 11 de septiembre y decidió regularizar su situación con urgencia. Ha vivido con notable impunidad casi 40 años en Estados Unidos. Pero el día que concurre ante las autoridades migratorias, sale a relucir su abultado expediente y como escribió un colega, tuvo la mala sorpresa de oír a los agentes federales anunciarle que estaba detenido.
De todas formas, conocedor de la «patente de corso» que tienen los cubanos servidores a «la causa», a «Ramoncito» eso no le preocupó mucho. La retención fue breve, más bien lo ayudó publicitariamente. Lo único que hicieron fue cumplir una vez más la formalidad de citarlo para otra comparecencia ante un juez, pero ya eso lo hicieron también tantas veces, que lo único a lamentar era la pérdida de tiempo.
Efectivamente, unas semanas más tarde una corte judicial le reconoció el derecho de quedarse en Estados Unidos...
Nada puede pasar por encima de ese principio de tener siempre a mano a los «exiliados» cubanos porque, como alguien de la alta política de la extrema derecha en Washington reconoció una vez, ellos son «una efectiva tuerca para favorecer la agresiva política exterior» contra Cuba.
Tomado de Granma
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