Todos tus muertos

Todos tus muertos
Fecha de publicación: 
9 Diciembre 2011
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Sabido es que una película o un libro o cualquier obra de arte no va a transformar la realidad, pero si el autor se siente comprometido seriamente con esa realidad, es difícil evitar no hacerle frente a las atrocidades que muchos gobiernos cometen.

 

La película colombiana Todos tus muertos es una valiente denuncia ante la corrupción en Colombia. El filme de Carlos Moreno muestra claramente cómo los políticos y agentes del orden se desentienden ante hechos tan contundentes como una masacre, aun cuando en este país se descubrió el pasado año la mayor fosa común del continente.

 

Todos tus muertos delata la indolencia de los funcionarios públicos y la policía, que no solo no resuelven los problemas, sino que los crean. Habla del rejuego que existe entre los distintos estratos oficiales, que se echan la culpa el uno al otro con tal de salir bien parados.

 

Salvador es un humilde campesino que comienza su rutina diaria. Mientras trabaja en su maizal, encuentra una montaña de muertos tirados en medio del campo.

 

Asustado, corre al pueblo para informar el suceso, pero se encuentra con varias barreras, pues es el día de las elecciones municipales y nadie tiene tiempo de escucharlo. La gente está de fiesta, sin embargo, los muros de la ciudad están plagados de carteles sobre gente desaparecida.

 

Finalmente Salvador es atendido por la policía y el alcalde. Pero para ellos los muertos son un problema del que hay que deshacerse de la manera más conveniente, no importa si hay que violar principios -porque ellos no los tienen- o si hay que «cargarse» a otro e incorporarlo a la pila mortuoria. Lo importante es que los demás no se enteren y que esto no afecte las elecciones.

 

Hablan de la muerte y de los dolientes como algo natural en esa sociedad, apenas se resume a una incomodidad, como la que provoca el calor, la sed o una mosca que se les posa encima.

 

El filme tiene notables actuaciones, a través de las cuales reconocemos algunos estereotipos de esa sociedad: el alcalde demagogo, el teniente ordinario, el soldado ignorante, el campesino humilde que solo quiere proteger a su familia, y todos los pejes gordos con los que el supuesto magistrado habla por teléfono. Si bien esos últimos no salen en pantalla, es fácil reconocer lo que son y lo que representan.

 

Excelente es la interpretación de Álvaro Rodríguez (Salvador), consagrado actor de teatro del grupo La Candelaria. Probablemente sea él quien tenga menos diálogos en la cinta. Pero son precisamente sus silencios lo que más aporta a su personaje. Él, que además hace de bizco, no tiene que hablar, está en shock después de lo que vio, su mirada desesperada lo dice todo. La fotografía (ganadora en Sundance) lo sigue constantemente, lo cual hace la película muy teatral.

 

Todos tus muertos parece absurda, surrealista, de humor negro: muertos que abren los ojos, que te miran como culpándote, que se levantan para protestar, aun estando más allá de la vida…

 

Esa fue la mejor manera que encontró el director para hablar de un tema tan difícil en su país. Y muy bien que lo consiguió. A pesar de que no se propuso hacer una película taquillera, la cinta tuvo éxito con los espectadores y la crítica en Colombia.

 

La idea original salió de un hecho real que nunca fue publicado. Un reportero amigo de Moreno le contó al cineasta sobre dos alcaldes que tuvieron un enfrentamiento, luego de que en la mitad de la carretera que une a los dos pueblos, se encontró de repente una pila de muertos.

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