A Santiago Feliú: Con el llanto contenido
especiales

Hace tan solo diez minutos que acabo de llegar a la redacción de Cubarte y al ver en una pantalla fotos tuyas, pregunto qué pasa contigo, y me responden que te moriste.
Como siempre pasa, uno se niega a creerlo porque tan solo ayer habíamos cuadrado la posibilidad de que tocaras en el Pepito´s Bar cuando tuvieras menos carga de trabajo. No me queda otro remedio que pedir rápido una máquina para intentar escribirte algo.
Lo primero que me viene a la mente es que cuanta satisfacción nos diste a los un poco mayores que tú, que la generación original de la Nueva Trova, ya tenía unos continuadores entre los que figurabas y con mucha luz propia, por cierto. Tu singular forma de tocar la guitarra al revés y con las cuerdas invertidas, llamaba la atención, pero mucho más la carga poética de tus textos que cantabas tan apasionadamente como tocabas la guitarra.
Guardaré con particular celo, una multitud de anécdotas acerca de ti, pero ahora quiero recordar aquella ocasión cuando te escogí entre varios músicos cubanos para recibir al legendario tecladista inglés Rick Wakeman en el jardín del Instituto Cubano de la Música. No había que ser adivino para saber que dejaste a Wakeman absolutamente atolondrado. Mientras regresaba con el músico inglés para su hotel, él no paraba de hablar muy emocionado con su manager sobre lo impactado que se quedó por la impronta de tu actuación. Tan fue así, que incluso quería presentarte en un concierto de Yes, decisión que representa uno de los mayores reconocimientos a tu obra si tenemos en cuenta no solo el particular significado de esta banda en la música contemporánea sino por el alto nivel de exigencia artística que los distingue, porque creo que no hubieran invitado a cualquiera a tocar en un concierto de ellos. Cualquier traba pudo haber complicado haber llevado a vías de hecho esta posibilidad, pero la invitación tuvo lugar ante mi persona, en conversación con el propio Wakeman.
Siempre se quedan muchas cosas por decirle a un hermano antes que se vaya de nuestro lado porque uno cree que hay tiempo. Al principio de conocerte, me quede tan sorprendido por tu poética, que me imaginaba lo difícil que sería para ti sostener una conversación normal, pues pensé que hablabas en versos. Pronto comprobé cuán equivocado estaba porque decías lo tuyo con el mayor nivel de crítica posible, pero siempre anclado en lo más profundo del alma cubana. Si quieres que te defina de una sola parrafada, creo que fuiste un ejemplo de que los sueños de los inolvidables años 60, la porfía de buscar los sentimientos más hermosos en el interior de cada ser humano, el peace and love de una generación empeñada en que realmente se podía vivir en un mundo mejor, no se quedaron en un pasado remoto, pues gente como tú, lo han asumido como una filosofía de vida que traslucías en tus canciones y en tu andar cotidiano.
Solo cuando nos despedimos coyunturalmente como ahora, pues siempre vas a permanecer en el interior de cada uno de nosotros, es que nos percatamos cómo una persona tan sencilla y natural como tú, se ha convertido en una referencia obligada de lo que significa sentir que desde el amor que desbordan tus canciones, se recibe la energía necesaria para continuar nuestras vidas con el mismo espíritu de honestidad, optimismo y alegría que te caracterizaba.
Tomado de Cubarte
- Añadir nuevo comentario
- 358 lecturas
Comentarios
Tere López
Irai
Añadir nuevo comentario