Vladimir Malakhov: Mi corazón es de ustedes ahora

Vladimir Malakhov: Mi corazón es de ustedes ahora
Fecha de publicación: 
12 Diciembre 2013
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Cuatro días de clases y tres funciones parecieron poco a la estrella rusa Vladimir Malakhov y a los bailarines cubanos que compartieron su sueño de volver a bailar en esta isla.

El deseo tardó tres años en materializarse y no solo bailarines trabajaron por su consumación, pero algo unió a todos: la danza, que vivida con humildad y respeto, y más que vivida compartida, genera posibilidades al infinito de multiplicar arte a gran escala.

Por el éxito de esa conspiración de energías, Malakhov regresará a Holguín dentro de unos meses con su cara de niño inquieto y dulce.

Con seguridad, también querrán volver a esa ciudad del oriente de la isla todos los que disfrutaron de las clases del actual director del Ballet de la Ópera de Berlín y de las funciones realizadas con y para él los días 5, 6 y 7 de diciembre en el Teatro Eddy Suñol.

"Esta fue una semana estupenda, pero hoy ha llovido", reparó el invitado al final de la última gala, el público enmudeció para escucharle.

"Son lágrimas de felicidad. Este no es el final, sino el comienzo de nuestra amistad. Mi corazón es de ustedes ahora. No digo adiós, digo hasta pronto", sostuvo con un gesto de beso para el auditorio.

La universalidad del lenguaje del ballet permitió a la estrella de origen ucraniano comunicarse a la perfección con artistas del Ballet de Camagüey; Endedans, de esa misma provincia; Ad Libitum, de Santiago de Cuba; Danza Fragmentada, de Guantánamo; Codanza y el Ballet de Cámara, ambas de Holguín.

Estudiantes y profesores de las diferentes escuelas provinciales de arte admiraron en clases los pies muy rotados hacia fuera y las grandiosas condiciones de este danzante que en agosto próximo recibirá la dirección del Ballet de Tokyo, una ciudad de Japón donde lo adoran.

Inicialmente, Malakhov pensó en La Habana como casa para este sueño, pero el Ballet Nacional de Cuba y Danza Contemporánea desestimaron la posibilidad de compartir con él, pese a su currículo y disposición de no recibir remuneración económica alguna.

Por esta razón el proyecto tomó el nombre de "Un regalo de Malakhov", y aunque varios obstáculos humanos lo desviaron de sitio geográfico, al llegar a una ciudad hasta entonces desconocida para el bailarín y ver a tanta gente con ganas de conocerlo, los nervios se dispararon como en la etapa de principiante.

Según contó a Prensa Latina, la calidez de los huéspedes le ayudó a relajar enseguida, y la extraordinaria gala que protagonizaron distintas compañías del oriente y centro de Cuba en su honor, lo dejó con ganas de más arte.

"Demasiado corto el programa, quiero ver más", reclamó a bailarines y directores este Premio Benois de la Danza (1998), y agradeció con un beso a cada participante, firmó autógrafos y compartió fotos con todos los que quisieron coleccionar recuerdos.

A los bailarines de Codanza no les faltó nada, conjugaron suficiente plasticidad y teatralidad en todas las puestas.

En el estado actual, la compañía holguinera dirigida por Maricel Godoy puede ser todo lo que se proponga: irónica, ligera, hilarante, lírica, espectacular.

Geisha, coreografiada por su intérprete Yanosky Suárez (Ad Libitum; de Santiago de Cuba), sorprendió por la manera tan sensual de expresar sentimientos reprimidos.

En el espejo del agua mostró la danza como especie de gráfica del corazón al estilo de Martha Graham, y Lídice Correoso (Danza Fragmentada; de Guantánamo) interpretó la pieza de Alfredo Velásquez con la contención y el diseño gestual preciso.

El talento de una de las principales coreógrafas de Cuba, Tania Vergara, quedó expuesto en dos obras de distintas exigencias: La muerte del hombre y un fragmento de Estaciones, bailada por el Ballet de Cámara de Holguín.

El bailarín René Montes de Oca logró esa perspectiva idílica de la directora de Endedans en la primera pieza, en la cual recurre a la poesía como refugio necesario ante el hastío, principio del ser y resurrección del espíritu.

Segundos después, el Ballet de Camagüey dejó en claro su gran talla con la puesta de un fragmento de una nueva versión del clásico Don Quijote, bailada con arrojo por dos maravillosos solistas de la compañía: Laura Rodríguez y Oscar Valdés. Rodríguez cautiva enseguida por la belleza de sus líneas, extensiones naturales, cierta candidez en el baile y un eje prodigioso para los giros; mientras Valdés se entrega a la competencia sin sacrificar limpieza y aboga por coleccionar pequeños detalles componentes del virtuosismo.

Para nada resulta extraño que Malakhov se quedara con deseos de ver la danza multiplicada durante horas, según confesó al final de aquella gala de obsequios espirituales.

El bailarín formado por la escuela rusa del Bolshoi desbordó poesía en La muerte del cisne, de Mauro Di Candia, y en Voyage, de Renato Zanella, los dos días en que actuó a teatro lleno. El público aplaudió de pie la maestría de este hombre de físico ideal para el ballet que a sus 45 años de edad mantiene una flexibilidad y una fluidez admirables.

A criterio del profesor y crítico de arte Ismael Albello, Malakhov demostró que para la danza no hay edades y tras recorrer todos los caminos en este arte expresa ahora con mayor madurez los sentimientos.

La primera bailarina y maestra del Folklórico Nacional de Cuba, Silvina Fabars, resaltó el cuidado de la gestualidad, la limpieza técnica y el trabajo de las manos, empleadas para simular diferentes características del cisne.

En tanto, la directora de la compañía contemporánea Codanza, Maricel Godoy, elogió además la nobleza y la sensibilidad del ser humano.

Cuando uno le pregunta: ¿qué se siente ser estrella? Niega el calificativo y afirma que solo intenta entregar lo mejor de él en cada momento, por eso lo considero un ser digno de ser amado por todos, comentó a Prensa Latina.

Malakhov obsequió al Teatro el par de zapatillas usadas minutos antes para bailar, el gobierno de Holguín le impuso en ese escenario la condición de Hijo Ilustre de la ciudad y la promesa del retorno quedó fijada para la última semana de septiembre de 2014.

Un montón de cubanos le agasajaban en ruso, mientras él intentaba pronunciar algunas palabras en español y frases en inglés, pero jamás imaginó una vivencia semejante y, honestamente, los cubanos tampoco.

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