Marabana 2013: Una fiesta con todos los ingredientes (+ FOTOS)

Una fiesta anual, esa es la sensación que cada año me deja Marabana. Esta mañana arribó a su 27 cumpleaños como tradicionalmente suele hacerlo con una previa invocación a Olofi, en el afán de que en su relación con las energías de la naturaleza alejara a la lluvia. Así me sorprendí escuchando luego una carga mambisa, todo eso antes de amplificarse el tic-tac de Radio Reloj justo a las 6:58 de la mañana. Dos minutos más tarde un mar de andarines dejó a sus espaldas el umbral del Capitolio habanero, ahora vestido de estructuras metálicas, como atado, viendo el tiempo y los hombres correr y “pidiendo a todos los santos” que culmine su proceso de restauración.

Entonces latí al compás de los pasos de más de 2 800 corredores de 35 países, una amalgama de colores, sonrisas, sudor, tiempos. Y tuve la oportunidad de tomarle el pulso al recorrido esta vez. Mis ojos brillaron cuando me dieron el pase de libre acceso para nuestro vehículo. La Punta marcaría mi escala inicial, ya desde allí se bifurcaba el pelotón. Luego recurrí a un punto de exigencia extremo para los protagonistas: la loma de 12, para ellos una especie de Everest en el cual se conjugan el cansancio de los ocho kilómetros ya vencidos y la humedad imperante en la mañana dominical.

Las elevaciones fueron un referente esta vez. Ricardo López Hevia, un fotógrafo curtido y mañoso me sugirió luego detenernos en la del Zoológico de 26. Él lente en mano, yo entendederas abiertas, bolígrafo y agenda prestos y los cinco sentidos al acecho de cualquier historia. Allí vi a Dailin Belmonte por segunda vez, desafiando la elevación del segmento con su ágil paso, una ardilla color café surcando las calles.

Justo allí me enteré de que Richer Pérez había pasado minutos antes a lo Usain Bolt, un bólido cubano y lógicamente debía darle caza antes de que cruzara la línea de sentencia de la media maratón. Afortunadamente nuestros caminos se cruzaron en la avenida de Carlos III. Respiré una bocanada de alivio y emprendí nuevamente la cruzada hasta el Capitolio.

Los vaticinios no se rompieron. Los propios Pérez (1:05.32)  y Belmonte (1:17.14) abrieron sus brazos al cielo y lanzaron una mirada al Olimpo cuando cruzaron la línea de sentencia, para ratificar su condición de monarcas de la media maratón. A sus espaldas Luis Javier Martínez (1:06.52) y Liván Luque (1:11.16) en el masculino, y a Milena Pérez (1:24.36) y Yudisleydis Castillo (1:26.41) entre las damas.

La fiesta seguiría deparando emociones, los minutos pasando, los abrazos de amigos al ver su objetivo cumplido una vez arribaban a la línea de sentencia. Familiares, amantes del deporte congregados en las inmediaciones de la Kid Chocolate, personal médico, organizadores y hasta los colegas del gremio, en el caso de los de la radio y la Televisión con la experiencia de narrar las incidencias del Marabana en vivo.

Ese sentimiento liberador de llegar lo experimentó también el alemán Chistian Reitz, (1:38.26) primer discapacitado en cubrir el circuito. Ceñidos a esa bocanada triunfal culminaron Henry Jaen (2:30.30), quien retornó a la cima después del 2007; y Yailén García (3:00.28), amén de sellar su performance con registros inferiores a los de la edición precedente.

Seguí Cronos haciendo de las suyas y seguían los andarines pasando por debajo del “arco de triunfo” citadino.

Micrófono en mano René Navarro marcaba las incidencias de la carrera, hasta que luego de las mencionadas dos horas, 30 minutos y otros tantos segundos arribó a la meta Jaen.  Su desenlace esta vez doblemente felis: le ganó el pulso individual a Jorge Luis Suárez (2:36.44) y se reencontró con la victoria, esquiva desde el 2007. García sí no dejó nada quehacer para sus rivales.

Suárez merece una épica, un poema de Homero, un cantar del Cid Campeador. Un centenar de metros antes de cruzar la meta se sintió abatido por fuertes calambre y su coraje lo llevó a protagonizar una hazaña sin precedente alguno en la historia: Cruzó la meta a gatas, dejó sin aliento a muchos, les arrancó los aplausos a todos. Con él cierro mi travesía. Con él, Pérez y Belmonte estará conversando Cubasí muy pronto, porque créanme, detrás de cada zancada, tienen una historia que contar.