Gas y petróleo de esquisto sacuden al planeta

Gas y petróleo de esquisto sacuden al planeta
Fecha de publicación: 
24 Septiembre 2013
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El gas y el petróleo de esquisto, que ya han alterado el panorama en Estados Unidos, empiezan también a modificar el paisaje energético mundial, pese a que sus ramificaciones e impactos son todavía inciertos.

Una de las consecuencias más impactantes es que el carbón estadounidense, ahora denostado por las eléctricas locales que prefieren usar gas de esquisto más barato, está siendo exportado a precios bajos a Europa y Asia.

Esto hace que las centrales eléctricas de carbón en el Viejo Continente se vuelvan atractivas, en detrimento de las centrales de gas, y pese a las altas emisiones de CO2.

Asimismo, los profesionales del sector esperan que en los próximos años se empiece a exportar gas estadounidense a Asia y Europa, bajo la forma de gas natural licuado (GNL).

"Tres proyectos de terminales de exportación (y otra más este mes) han recibido ya los permisos necesarios (...) y en 2016, el GNL empezará a exportarse, lo que alterará las relaciones entre los mercados del gas" de cada continente, explicó Tim Gould, analista de la Agencia Internacional de la Energía, en una conferencia a principios de septiembre.

"Estados Unidos no exportará gas masivamente, ya que tratará de mantener los precios lo más bajo posible en el mercado interno, pero sin duda habrá más de una decena de terminales de exportación hacia Europa y Asia", predice Jérôme Ferrier, presidente de la Unión Internacional del Gas.

En América del Norte, el mercado petrolero empieza a verse afectado tanto por la extracción de gas de esquisto o 'shale gas' (que contiene a menudo petróleo asociado) como por los yacimientos de petróleo de esquisto o "compacto" (tight oil, también extraíble por fracturación).

Con este petróleo no convencional "Estados Unidos recupera el nivel de producción petrolera que tenía hace 25 años", de más de 7 millones de barriles diarios al ritmo actual, dice Olivier Appert, presidente del IFPEN (exInstituto francés del petróleo).

Si se suman las producciones estadounidense y canadiense, "América del Norte está cerca de la autosuficiencia en petróleo y gas", y el "hecho de que Estados Unidos se convertirá para 2020 en el primer productor de crudo del mundo por delante de Arabia Saudí cambia muchas cosas", advierte.

Pero si el alcance y la duración de este fenómeno sigue siendo objeto de debate, al menos temporalmente cambiará el mapa de los intercambios comerciales, ya que Estados Unidos será mucho menos dependiente del petróleo de Oriente Medio. Y China, que tiene una sed insaciable de hidrocarburos, le arrebatará tarde o temprano el título de primer importador de petróleo del mundo.

La consultora WoodMackenzie calculó en agosto que China se convertirá en el primer importador de oro negro en 2017 y su factura petrolera se elevará a medio billón de dólares para 2020.

Al mismo tiempo, la de Estados Unidos se reducirá del máximo de 335.000 millones de dólares registrado en 2008 a 160.000 millones en siete años.

Se trata de un nuevo equilibrio que nadie se hubiera atrevido a predecir hace unos años y que deja atónitos a los productores tradicionales.

Con el petróleo de esquisto, "Arabia Saudí ha tenido, en principio, un poco la misma actitud que tuvo Gazprom (petrolera rusa) con el gas de esquisto, considerándolo como una burbuja especulativa a punto de estallar. Pero hoy es un problema importante para ellos", a tal punto que la OPEP ha creado un grupo de estudios sobre este asunto, dice Appert.

Pero Appert no cree que el equisto lleve a Estados Unidos a desentenderse de Oriente Medio ni que China pueda llegar a reemplazarlo como gendarme del mundo, ya que sus diplomacias tienen intereses mucho más amplios.

Proyectos de exploración de hidrocarburos de esquisto se van a desarrollar en todos los continentes.

Pero la "revolución" estadounidense de gas de esquisto no parece que se esté reproduciendo en otras partes. En cualquier caso, no con la misma intensidad, debido sobre todo a los temores medioambientales y los riesgos que entraña la fracturación, que suscitan una fuerte oposición casi en todo el mundo.

"Estados Unidos es atípico ya que los propietarios de terrenos son propietarios también del subsuelo, y pese a la oposición local, están ávidos de perforar. En Polonia, Rumanía o Gran Bretaña, por ejemplo, no es tan fácil", reconoce Ferrier.

China, que contaría con las mayores reservas mundiales de gas de esquisto junto con Argentina, según estimaciones estadounidenses muy especulativas, empieza a explorar, con resultados hasta ahora decepcionantes.

Sin embargo, las necesidades energéticas de China "son de tal calibre que el país necesita todas las fuentes explotables, y si hubiera gas de esquisto allí, problablemente se explotará. Pero el problema será encontrar agua para poder fracturar", explica Ferrier.

El problema no es baladí tampoco en Europa, muy dependiente del gas ruso, ahora que los yacimientos del mar del Norte se secan.

Aunque la Unión Europea hasta ahora no ha logrado adoptar una estrategia común, este asunto es altamente estretágico. "Estoy seguro de que la opción del gas de esquisto es un buen instrumento en nuestras negociaciones a largo plazo con Gazprom y Rusia", avisó en mayo el comisario europeo de Energía, Günther Oettinger.

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