La dura realidad

La dura realidad
Fecha de publicación: 
23 Septiembre 2013
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Causa alarma que Estados Unidos se desentienda del mayor apoyo que los aliados de Siria se disponen a brindarle en caso de una agresión norteamericana, lo que lleva a la palestra la amenaza de una guerra de consecuencias imprevisibles.
                                                         
El pretexto estadounidense de castigar a Damasco por su supuesta utilización de armas químicas sigue siendo burdo, cuando se dispone a utilizar toda su condición de principal potencia militar del planeta para agredir a una nación más pequeña.
                                                  

El avance obtenido por Rusia con el asentimiento soberano de Siria de destruir su arsenal químico- que siempre admitió poseer, pero subrayando que nunca lo utilizaría contra la población-, sufre el peligro del aprovechamiento político de los enemigos de Obama ante una eventual marcha atrás de la amenaza, así como la pretensión de algunos aliados que se consideran perjudicados económicamente, si es derrotada la oposición por un ejército sirio que está avanzando en todos los frentes.
                                            

Siria ha sido satanizada por Estados Unidos con el epíteto de terrorista, pero precisamente elementos fundamentalistas que también han actuado ocasionalmente contra Washington han sido señalados como ejecutores de acciones con armas químicas en el territorio sirio fronterizo con Turquía.
                                                     

También llama a la reflexión la actitud ambigua del secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, y la misión de la organización que ha comprobado la utilización de armas químicas en las cercanías de Damasco, por indicar la culpabilidad del gobierno de Bashar al Assad sin tener pruebas fehacientes, algo que no debería causar sorpresa.      

                                                          
Apoyo al terrorismo
                                                                                      

Toda este barraje hipócrita montado contra Siria se demuestra con la reiteración de la denuncia de la publicación canadiense Global Research de que mientras el presidente Barack Obama alega que mantiene su firme compromiso de librar una “guerra global contra el terrorismo”, su administración apoya abiertamente a bandas armadas en Siria que forman parte de la red Al Qaeda.
                                                        

En diciembre del 2012 el Departamento de Estado anunció la inclusión del Frente al Nusra (Yabhat al Nusra), uno de los grupos armados rebeldes más activos de Siria, en la lista de grupos terroristas extranjeros. Varios informes evidenciaron que dicha organización, una rama de la red al-Qaeda, es la mejor armada entre los mercenarios que desestabilizan Siria y favorecen una intervención militar externa.

Tras la inclusión de Al Nusra en la lista negra del Departamento de Estado, supuestamente la Casa Blanca debía congelar los bienes del grupo terrorista e impedir el suministro de ayuda material, pero hizo exactamente lo contrario.

Global Research asegura que el apoyo a Al Nusra también proviene del Reino Unido, Francia y Alemania, entre otras naciones occidentales; es también parte del discurso diplomático de Estados Unidos y evidencia que una transición importante en la doctrina de Washington contra el terrorismo está en desarrollo.

La publicación canadiense considera que la política antiterrorista norteamericana tiene una “lógica retorcida”, pues mientras el Congreso pretende legislar para evitar un auge extremista en Siria, el Gobierno apoya a una formación terrorista con reconocidos vínculos con Al Qaeda. El Frente al Nusra admitió en abril último sus vínculos con esa red extremista, responsabilizada de varios atentados dinamiteros en los últimos meses.

El frente Al-Nusra es financiado por Turquía, Catar, Arabia Saudita e Israel en estrecha consulta con la OTAN y el Pentágono, y esos países no están en la lista que confeccionan los diplomáticos estadounidenses, deplora Global Research.

Todo lleva a pensar que Washington pretende implementar el proyecto del nuevo Medio Oriente, tras sus fracasos de la ocupación de Iraq y de fragmentar Líbano, además de tratar de liquidar la causa palestina, por lo cual financia y arma a los grupos irregulares y fuerzas extremistas que perpetran crímenes y agresiones contra el pueblo sirio, además de los sabotajes dirigidos a destruir la infraestructura nacional.

Turquía, Jordania y las monarquías del Golfo, entre otros, fueron países usados por la Casa Blanca para llevar ayuda a los opositores sirios, lo que no quería hacer pública ni abiertamente.

Armas de la crisis en Libia y de los Balcanes, por citar solo dos ejemplos, pasaron la frontera siria para incrementar la letalidad de un conflicto aupado y financiado por Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, aliados europeos y del Medio Oriente.
                                                               
En Jordania, por ejemplo, actúa una unidad especial del Ejército estadounidense en la frontera con Siria encargada de entrenar y dar asesoramiento a los llamados opositores contra Damasco, la mayoría de las veces mercenarios procedentes de naciones árabes y de los propios países occidentales. Esto no es de ahora. Cuando Washington habla de ayuda “no letal”, se remonta a varios meses y en algún momento se escondió bajo el argumento de que esa unidad especial protegía a la familia real jordana y sus propiedades.

Lo mismo sucedió con la participación de la CIA en Turquía supervisando los entrenamientos de las bandas en los que llaman “campos de refugiados”, en la distribución de equipos bélicos, para lo que no faltó la presencia del exdirector de la CIA David Petraeus, y otros funcionarios en “visitas de trabajo”.

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