El gran farsante
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No sé qué inventará ahora el establishment que maneja los hilos que sostienen al presidente norteamericano, Barack Obama, para llevar al mundo nuevamente al borde de una catástrofe nuclear, luego de la proposición de Rusia de mantener bajo control internacional el armamento químico de Damasco, aceptada por este, para evitar una agresión directa a Siria.
El pretexto estadounidense para desatar una agresión de probables consecuencias catastróficas, era el de un presunto ataque químico del ejército sirio a los mercenarios amparados por EE.UU. y varios de sus aliados, acción de la que que no tiene pruebas, cuando la realidad fue a la inversa, con víctimas militares y civiles, principalmente niños y mujeres, en zonas donde habían sido expulsados los opositores.
Como perdonavidas, el Nobel de la Paz presidencial subrayó que valorará si procede a la expansión de la agresión, debido al mal estado de la situación opositora en el campo de batalla. Lo cierto es que lo imprevisible domina al actual y envejecido inquilino de la Casa Blanca, de quienes muchos esperábamos una actitud más consecuente y menos bélica, a pesar de conocer las entrañas egoístas del neoliberalismo dominante y la actual crisis capitalista que lo insufla.
Lo cierto es que la campaña mediática siempre impulsó a Obama como un hombre que trabaja por la paz y contra la posibilidad de una guerra nuclear. Incluso, cuando era inminente la agresión a Siria -aunque el peligro continúa-, quiso presentar ese balandronismo como acto necesario para prevenir otras guerras.
Con ese cuento, ya había enviado más soldados a Afganistán que Bush, incluido a Paquistán en el blanco de sus ataques, asistido impávido a la barbarie de Israel en Gaza y a su expansionismo colonialista en Cisjordania, resucitado la Cuarta Flota, estado detrás del golpe de Honduras, puesto bases agresivas en Colombia y respaldado a cuantos elementos fascistoides quieren dar al traste con los gobiernos progresistas de Venezuela, Ecuador y Bolivia, entre otros.
Pero del «gran farsante» se puede creer todo, como aquella pantomima del acuerdo firmado con Rusia para reducir supuestamente el número de ojivas nucleares y de vectores (aviones, misiles, submarinos), que los transportarían hasta dejarlos caer en cualquier lugar del mundo; como el montaje que armó en la más reciente cumbre sobre la utilización pacífica de la energía nuclear.
Obama habla de la reducción del arsenal, pero no de los aumentos del presupuesto de guerra y el armamento nuclear, así como del perfeccionamiento del X51 de Boeing, que entrará en acción dentro de poco, el cual puede alcanzar a cualquier país en el planeta con sus cargas nucleares en menos de una hora.
Tampoco se tienen en cuenta las bombas atómicas estadounidenses en países oficialmente no nucleares, que están alrededor de Rusia –Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía-, ni se considera el llamado escudo protectivo -en realidad agresivo- de Washington en las fronteras rusas.
Y algo que a veces creemos inimaginable: EE.UU. mantiene un tratado con Rusia, pero sigue amenazando con la destrucción nuclear a Irán, la República Popular Democrática de Corea, Venezuela y otros países cuyos gobiernos no le gusten al establishment.
Por eso se hace imprescindible la creación de un frente mundial por la paz que se enfrente a la amenaza nuclear, desarme a los terroristas de Estado, como Estados Unidos y su socio Israel, y desenmascare a quienes les secundan.
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