Clones de Hemingway reviven presencia del Premio Nobel en La Habana

Clones de Hemingway reviven presencia del Premio Nobel en La Habana
Fecha de publicación: 
21 Junio 2013
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Un fenómeno como el descrito por Spike Jonze en su película "Siendo John Malkovich" azota hoy la zona antigua de esta capital, tomada por media docena de réplicas vivientes del escritor Ernest Hemingway. Varios miembros de la pintoresca Sociedad de Personas Parecidas a Hemingway participan aquí en un coloquio internacional dedicado al mítico autor de Adiós a las armas y El Viejo y el Mar.

"Me paran en las calles y me gritan Papa (como llamaban cariñosamente al escritor) , es alucinante", contó a Prensa Latina el informático Stephen Terry, finalista en pasadas ediciones del concurso de dobles de Hemingway, en Key West.

Le acompañan otros "clones" del escritor Ernest Hemingway, que se pasean por esta ciudad donde el ganador de sendos premios Nobel y Pulitzer vivió durante más de dos décadas, y sintió como suya.

Terry, Wally Collins, Gregory Fawcet, Thomas Mitchell, Edward Barry y Far Torrell exhiben con orgullo su parecido con Hemingway, y de cierta manera mantienen vivo el legado del novelista.

Al menos así piensa el actor canadiense Brian Gordon Sinclair, quien ha seguido la ruta de Hemingway por el mundo y difundido sus valores tras ganar el concurso de "dobles hemingwayanos" en 2001.

Con aquel premio vino a conocer Cuba, y aquí estrenará la obra teatral La Habana Caliente de Hemingway, una puesta que sobrecoge, porque el espectador llega a creerse que de verdad está dialogando con el legendario escritor.

En la pieza, Sinclair comparte anécdotas, lugares, vivencias y los gustos etílicos del Papa, como su temible "carburador", un trago muy potente y reservado para gaznates de acero.

A su vez, Collins disertó la víspera sobre los traumas físicos y espirituales que condujeron al suicidio del escritor, y descartó las teorías conspirativas sobre un supuesto asesinato o envenenamiento.

La peculiar tropa de sesentones fornidos, barbicanos y mofletudos llegó hasta "El Floridita", el bar que inmortaizó Hemingway en su novela Islas en el Golfo, sobre todo por su daiquirí salvaje.

Ahí se tomaron fotos con una broncínea estatua del aventurero, esculpida por José Villa Soberón, y probaron la versión hemingwayana de ese coctel cubano: sin azúcar, doble ración de ron y zumo de toronja.

Quizás muchos en El Floridita creyeron que habían bebido de más, o que el denso calor los tenía ya viendo triple y hasta cuádruple, pero no: se trataba, sencillamente, de los clones del Papa Hemingway.

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