Paraguay: Regreso al redil

Paraguay: Regreso al redil
Fecha de publicación: 
25 Abril 2013
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Aunque raras veces ocurre, otra vez Paraguay es noticia. La democracia, tal como tradicionalmente se ha ejercido en América Latina, regresa al poder y con ella, probablemente la contrarrevolución. Ojalá no sea así.

No se trata de un dogma ni de una fatalidad que invariablemente deba repetirse, sino de presunción basada en evidencias históricas recurrentes, incorporadas al quehacer político de una región donde los realistas, la derecha oligárquica, los burgueses primitivos y los gorilas, no han ahorrado crueldad contra los independentistas, los liberales y el movimiento popular, con más ensañamiento cuando olfatean aires de revolución.

No obstante, debido a que no se trata de una regularidad y a que existen premisas históricas y contextos favorables, puede resultar de otra manera y, por esta vez Paraguay hacer la diferencia. Ni siquiera a la derecha más conservadora y a las oligarquías más comprometidas les conviene el primitivismo político, el aislamiento y la calamidad social imperante en Paraguay, donde un toque de modernidad parecería una revolución.

 
Por la forma en que se desarrollaron las elecciones, la reacción de los mandatarios sudamericanos de izquierda, así como por los pronunciamientos del presidente electo Horacio Cartes trasmitidos en vivo y en extenso por TELESUR, pudiera presumirse uno de esos casos en que una figura política, es eje de una paradoja cuando, para defender los intereses y los privilegios de la clase dominante, introduce cambios y reformas que giran en el sentido del desarrollo.

Abraham Lincoln no fue a la guerra por la libertad de los negros ni en nombre de sus derechos, de hecho ni siquiera era abolicionista; John Kennedy no eliminó la segregación porque le avergonzaran los excesos del Ku Klux Klan ni el presidente sudafricano Frederick de Klerk accedió por generosidad a poner fin al apartheid.

En los casos mencionados y otros muchos, aunque se trata de líderes cuyo origen de clase no desmiente un comportamiento humanista y una compresión de la política y del poder más ética que el común de sus antecesores, lo cierto es que, más que por motivaciones ideológicas,  respondieron a necesidades históricas.

No pocos de los prohombres que han señalado hitos en el acontecer latinoamericano desde la independencia a la fecha, fueron en realidad   modernizadores y reformistas que reaccionaron frente a las oligarquías dependientes que lejos de gobernar, actuaban como capataces al servicio  de las compañías extranjeras.

El rescate de las riquezas nacionales, la reforma agraria y la reivindicación de la soberanía, fue en muchos casos una motivación patriótica más que clasista o antiimperialista. Juan Domingo Perón, Getulio Vargas, Lázaro Cárdenas, Jacobo Árbenz, José Figueres, Omar Torrijos y otros asumieron esos perfiles.

 
En el caso paraguayo, todo sucede como resultado de la frustrante experiencia generada por la presidencia del obispo Fernando Lugo, fallido como cura y como presidente, que ha lamentado una condición que no logró defender y que luego de ser destituido por una votación abrumadora ha sido virtualmente ignorado por el electorado.

Actuando con pragmatismo e inusitada rapidez, como si la elección los liberara de un lastre, todos los gobernantes sudamericanos, comenzando por Cristina Fernández de Kirchner y José Mujica, incluso Nicolás Maduro, se han apresurado a dar por finalizada la exclusión del Paraguay de los mecanismos regionales de comercio, integración y concertación política.

 
Ante los hechos consumados me sumo a los que prefieren abrir un compás de espera y otorgar al electo el beneficio de la duda. En lo adelante no importara su pasado ni su condición social sino la gestión presidencial. Ojalá no nos defraude. Allá nos vemos.

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