Los griegos afrontan un invierno sin calefacción ni esperanza

Los griegos afrontan un invierno sin calefacción ni esperanza
Fecha de publicación: 
14 Diciembre 2012
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Grecia es el alumno díscolo de la UE, pero su crisis no se explica únicamente mediante gráficas con perfil de precipicio o estadísticas de infarto. La actual es también una crisis social, cultural y política; está en juego su modelo de anclaje en Europa, pero también el reto de conservar su idiosincrasia en un mundo global.

 

El norte de Grecia es un hermoso e ignorado territorio donde los Balcanes ponen sus barbas a remojar y otorgan al país mediterráneo un oscuro trasfondo geográfico. Desde el otoño hasta la primavera la luz parece tamizada por un cedazo de harina; una niebla como engrudo emborrona la perspectiva del horizonte y el hielo y la nieve erizan sembrados y campos. Es un paisaje casi líquido, como el de las películas de Theodoros Anguelópulos: los meandros de una naturaleza positivada en blanco y negro.

 

Mes y medio antes de que llegara el invierno, a primeros de noviembre, la temperatura en parte de la región descendió diez grados de golpe; también cayeron las primeras nieves. En el quinto año consecutivo de recesión –el próximo será el sexto-, la penuria de la crisis se confabula con el rigor del clima para pintar un panorama de miseria física, de puro aterimiento.

 

En los sucesivos ajustes impuestos por la troika a cambio de los recortes, el impuesto sobre el gasóleo para calefacción se ha incrementado hasta el 40%, mientras la población ha visto reducidos a la mitad sus ingresos.Como el bolsillo del ciudadano, el presupuesto para mantenimiento de las escuelas ha sufrido también un tijeretazo del 50%, por lo que muchos establecimientos educativos no podrán encender los radiadores este invierno, según ha alertado la Unión de Ayuntamientos de Grecia (KEDE, en sus siglas griegas).

 

Los hospitales también corren el riesgo de convertirse en cámaras frigoríficas. En el de Preveza, en la periferia de la región del Epiro, sólo los pacientes ingresados tienen calefacción en sus habitaciones, y con limitaciones: los radiadores eléctricos se encienden únicamente de 7 a 9 de la tarde. El resto de enfermos, y el personal sanitario, deben recurrir a las mantas, las bufandas y los mitones. El precio del gasóleo y los ajustes presupuestarios han yugulado la calefacción central, así que el establecimiento usa calefactores eléctricos, y los familiares de los hospitalizados dan calor con aparatos de aire caliente y estufas portátiles llevados desde casa. Los interruptores de la corriente eléctrica están conmutados para evitar que los empleados cedan a la tentación -o a la necesidad- y enciendan los radiadores fuera de esa franja horaria.

 

Los recortes han derivado en tragedia en la región de la Tracia, fronteriza con Turquía. En Mesoropi, una localidad situada entre Salónica y Kavala, tres hermanos de 5, 7 y 15 años murieron el sábado al prenderse una estufa de leña mientras pasaban el fin de semana con sus abuelos. La casa disponía de calefacción central, pero la familia, agobiada por la crisis, se calentaba con lumbres; la armazón del techo, de madera, se convirtió en una tea y una inmensa bola de fuego devoró la estructura del edificio, como se aprecia en la imagen. Los dos pequeños murieron carbonizados; el mayor, asfixiado al intentar salvarlos. El alcalde de Mesoropi confirmó que muchos vecinos han recuperado las añejas chimeneas y las salamandras con la crisis. La venta de leña es de los pocos negocios exitosos en el país, como muestra la fotografía de arriba, tomada esta semana en un almacén de madera en pleno casco urbano de Atenas.

 

Hace unos días, el ministro de Economía, Yanis Sturnaras, causó una sorda polémica al declarar que nadie puede vivir con 500 euros: a muchos les sonó a cinismo; otros lo encajaron como un comentario de mal gusto. Hoy mismo el Eurogrupo ha desbloqueado el esperado nuevo tramo de ayuda para Grecia, 49.000 millones de euros (34.000, de entrega inmediata) que inyectarán al país la liquidez justa para evitar in extremis la quiebra y en su mayor parte se destinarán a recapitalizar los bancos. Muy poco de ese dinero llegará a los radiadores de escuelas, hospitales y casas donde se muere literalmente de frío.

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