La muerte de Gaddafi, un misterio sin resolver

Este 20 de octubre se cumplió un año de la muerte de Muammar al Gaddafi a manos de un grupo de rebeldes que integraba las fuerzas del Consejo Nacional de Transición (CNT), aunque existen diversas teorías que apuntan en otras direcciones y ponen en duda la versión oficial del CNT.

El diario italiano Corriere della Sera aseguró hace unos meses que su verdadero asesino era un agente secreto francés que actuaba en nombre del expresidente Nicolas Sarkozy.

Según el rotativo, el supuesto agente extranjero se mezcló entre los rebeldes que capturaron al líder libio y le disparó en la cabeza. Las imágenes de video que muestran las últimas horas de Gaddafi no están claras, por lo que deja más dudas que certezas sobre lo que verdaderamente sucedió dentro del vehículo donde lo pusieron luego de su captura.

Esta teoría cobró más fuerza tras las declaraciones de Mahmoud Jibril, quien sirvió como primer ministro interino después del derrocamiento de Gaddafi, a la televisión egipcia, donde aseguró que «un agente extranjero se mezcló entre la brigada revolucionaria».

Para el periódico británico The Mail, la teoría de la conspiración para asesinar al expresidente por órdenes de Sarkozy resulta lógica, en especial si se tiene en cuenta que desde las primeras maniobras y amenazas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Gaddafi había alertado que de seguir el apoyo de Francia a una intervención armada a su país, revelaría detalles de su relación con algunos presidentes occidentales y mostraría pruebas de la ayuda millonaria que se prestó al exmandatario galo para su campaña electoral del 2007.

En el mes de abril, el diario de investigación francés Mediapart había hecho públicos algunos archivos de los servicios secretos libios que mostraban el apoyo financiero a esa campaña electoral. El documento secreto estaba fechado el 10 de diciembre de 2006 y según divulgó en aquella ocasión el medio, la información le fue proporcionada por exaltos funcionarios libios que se encontraban en la clandestinidad.

Se especula que el monto pudo ascender a 50 millones de euros. Para los analistas y fuentes consultadas en Trípoli, quizás esta pudo ser la verdadera razón para dar la orden de asesinato contra el «hermano líder», llamado así por Sarkozy durante una visita de estado a París, que con los años pasó a ser un enemigo mortal que debía desaparecer.

Más allá de todas las versiones, hay una gran verdad: a un año de la muerte del expresidente de Libia, no existe una versión clara de lo ocurrido. La ONU y las potencias occidentales, encabezadas por los integrantes de la OTAN, no han mostrado interés en realizar una investigación a profundidad para buscar al asesino y esclarecer el entramado de circunstancias que llevaron a la ejecución de Muammar al-Gaddafi.

En ese sentido, el analista político y presidente de la organización Paz Ahora, Julio Rodríguez, dijo a Rusia Today en esa fecha, que con la muerte de Gaddafi se enterraba toda la información sobre los negocios ocultos que tenía con Estados Unidos y varios países europeos.

Rodríguez subrayó que se trataba de una ejecución extrajudicial y sin ninguna legitimidad.

Muchos se preguntan hoy a dónde han ido a parar las reservas internacionales de esa nación árabe que fueron congeladas por Estados Unidos y países europeos y se calcula ascendían a cerca de 200 mil millones de dólares.

Washington, solo en cuentas públicas, contuvo alrededor de 35 mil millones de dólares, de los cuales solo han entregado una parte a las nuevas autoridades libias y, según parece, son un condicionamiento para influenciar en el llamado proceso de transición política, respaldando la creación de estructuras gubernamentales en ese país que respondan a sus intereses.

Otro empleo dado por «países amigos» ha sido el pago por adelantado de ayuda humanitaria, la asistencia médica a heridos de guerra y el «asesoramiento» en materia de seguridad, eso sin contar que los gastos de esta intervención parecen haber sido financiados por las arcas libias.

Tampoco ha pasado desapercibida la conveniencia para Occidente, en medio de una crisis económica, del congelamiento de los fondos libios en el exterior y otros activos financieros bajo el amparo de una resolución de Naciones Unidas. De suma importancia son los jugosos dividendos que significan la explotación del petróleo de alta calidad en Libia y el gasoducto que le conecta con Europa, así como los multimillonarios contratos para la reconstrucción del país.

Libia y su situación interna

A un año de la muerte de Gaddafi, Libia continúa viviendo un clima de inestabilidad política y social. Es evidente la incapacidad para controlar la situación interna del Congreso Nacional General, sucesor del CNT, como máximo órgano del país.

El escenario político no ha sufrido grandes transformaciones, pues el rechazo del Congreso a la propuesta de un nuevo Ejecutivo interino finalizó con la salida del Primer ministro, quien ha sido sustituido por otro que deberá negociar con todas las fuerzas políticas y sortear las tradicionales divisiones tribales y regionales que amenazan la unidad del país.

Los medios internacionales exaltan la necesidad de desarmar e integrar a las milicias, poderes locales de facto, a la institucionalización como el primer paso para asegurar la estabilidad. La muerte del embajador norteamericano en Bengasi puso de relieve a nivel mundial los niveles de violencia que vive ese país norafricano.

El incidente, sin resolver aún, ha servido de pretexto para los ataques republicanos a Barack Obama en el marco de las próximas elecciones presidenciales, sobre todo por el desconcierto y la confusión ante tantas versiones de la Casa Blanca que difieren sobre los acontecimientos acaecidos en la segunda ciudad de importancia en Libia.

Como un dato curioso, una de las primeras variantes manejadas por altos oficiales libios ante el ataque a los inmuebles norteamericanos fue la vinculación de elementos pro-Gaddafi a estas acciones, lo cual, de ser cierto, cuestionaría los frutos que se han obtenido de la política exterior de Obama para esa región.

Asimismo, adjudicarle su autoría a los grupos islamistas pudiera constituirse en una justificación del gobierno libio para hacer uso de métodos violentos para estabilizar la situación interna, caracterizada por los robos, ajustes de cuentas y abuso de poder.
 

Este hecho se suma también a los recientes ataques que han sufrido más de 15 funcionarios y oficiales de las fuerzas de seguridad de Libia y que los medios no han difundido en toda su extensión.

Sin duda alguna, hay varias interrogantes sin responder en torno a estos incidentes que dejan la puerta abierta a cuestionamientos sobre la desaparición o silencio mediático acerca de la continuidad de la resistencia por parte de los efectivos pro-Gaddafi.

Otro dato preocupante ha sido el reciente incremento de los enfrentamientos armados en Bani Walid, localidad que se convirtió en uno de los últimos bastiones de la resistencia gaddafista durante los bombardeos de la OTAN.

Precisamente los pobladores de esa localidad capturaron en septiembre al presunto autor de la muerte de Gaddafi. El joven fue encontrado con marcas visibles de tortura y disparos que le provocaron la muerte días después en Francia, a donde fue llevado para ser atendido.

En estos momentos, la ciudad se encuentra sitiada por las fuerzas armadas del gobierno interino, tras una sucesión de combates que han dejado decenas de muertos como saldo. La prensa no se ha referido, ni ha hecho más aclaraciones, sobre la conocida expulsión de fuerzas de las autoridades libias en Bani Walid, así como la intransigencia de sus pobladores a ser controlados por foráneos, creando de esta forma su propio gobierno local.