INFOGRAFÍA: Las heridas de Maceo
Los cubanos tenemos uno glorioso: Antonio Maceo Grajales. O, si lo prefiere, el Titán de Bronce, como tan acertadamente lo bautizó en la manigua su compañero de armas y de ideas, Manuel Sanguily.
Fue Maceo uno de esos hombres que solo nacen de vez en vez. Su valor rozaba la temeridad, y ni aun en las más difíciles circunstancias confirió tregua a sus enemigos. Durante la Guerra de los Diez Años fue herido 21 veces. En ningún caso se permitió el héroe estar demasiado tiempo en cama. De bronce era, efectivamente.
Solo en uno de sus tantos combates —Mangos de Mejías— recibió Maceo ocho impactos de bala. Cinco le perforaron el pecho bravío. Otros tres le alcanzaron la mano derecha, la del revólver y el machete. Otro cualquiera hubiera desfallecido. Maceo, no. Convaleciente aún de sus lesiones, supo que su pequeña tropa era acosada por una partida española. Con dificultad consiguió erguirse de su camilla. Momentos después, montaba en su caballo y se ponía a salvo de sus perseguidores.
En Costa Rica, una puñalada traidora casi lo aniquila. Logró sobrevivir. Otros cuatro disparos hicieron diana en su cuerpo en la gesta del 95. La historia de Punta Brava todos la conocen. Dos plomos españoles se salieron con la suya. El bronce quedó para estigmatizar en lienzo y mármol al coloso.
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Rvtoranzo
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