Bolivia: Equilibrismo… a la brava, y las lecciones que nos importan (I)

Bolivia: Equilibrismo… a la brava, y las lecciones que nos importan (I)
Fecha de publicación: 
18 Noviembre 2019
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Hoy, que la lucha de clases revela en todo su oscuro esplendor el ultimátum fascista, el centrismo está espiritual, ética, teórica, políticamente, más de capa caída que nunca, por lo que prestarle atención en esta hora aciaga para los pueblos, no parece necesario. Pero lo es, porque las argucias teóricas suelen ser formas de cimentación de acontecimientos políticos futuros bien nefastos. Las ideas, para bien y para mal de los pueblos pueden más, desde el fondo de una cueva, que mil acorazados.

Cuando leemos un texto político que pretende ser moderado, salomónico, uno tiene que hilar muy bien para no perder de vista la verdadera intención de ese equilibrismo que, a fuerza de mantener a raya la tensión de los argumentos por la que avanza el cuerpo de las ideas, acabará por caer al piso de su verdadero propósito.

Es decir, si eres un lector atento e informado, acabarás por romper la cuerda espuria del prestidigitador.
Y hacia el objetivo que pretende cae, al fin, el fino intento equilibrista de López Levy cuando trata de explicarse los recientes sucesos en la tierra boliviana.

El aparente objetivo del académico es encontrar la explicación a la “irracionalidad” de que un gobierno tan exitoso como el de Evo Morales se haya visto obligado a renunciar. El peso específico de las razones estaría girando alrededor de un punto: Evo actuó a la brava. Muy a la brava fascista ha ocurrido un típico golpe de estado, de claros ribetes incluso mafiosos, pero lo que destaca sobre todo el autoproclamado anticomunista académico es la voluntad política de Evo, como una de las causas principales de los hechos.

En efecto, refiriéndose a la última postulación a la presidencia de Evo Morales, LL utiliza 4 veces la expresión “a la brava”. Veamos cómo: 1) “un intento de reelección a la brava”, 2) “Si Evo Morales intentaba su reelección a la brava”, 3) “Si Evo Morales se quiere reelegir a la brava”, 4) “el presidente Evo Morales optó por buscar un tercer mandato a la brava”.

No es necesario diploma de experto en análisis de textos, para percatarse que esa reiteración, en un escrito de relativa poca extensión, no ocurre por torpeza de redundancia estilística, sino revela el subtexto intencional del autor.

Porque en primerísimo lugar, estamos ante una argumentación que podríamos considerar ideológicamente manipuladora al ocultar, o no referirse, a toda la verdad de la saga de los hechos. Recordemos algunos a los que no se refiere López-Levy.

El domingo 21 de febrero del 2016 se sometió a los votantes bolivianos un referéndum para que aprobaran o no la posibilidad de que un presidente o vicepresidente ejerciera más de los dos mandatos que hasta ese momento aceptaba la constitución vigente. Aquella propuesta fue rechazada por el 51% de los votos contra el SI del 49%.

Al paso, digamos que es altamente revelador que para algunos opinantes estas pequeñas diferencias electorales no sean merecedoras de consideraciones ponderadas, equilibradas, mientras que en otros casos, sobre todo cuando gana alguna puja electoral alguien que no huele a derecha, cualquier diferencia que se considere pequeña provoque observaciones tales como que una considerable mayoría se opone, una gran parte de la población no estará representada por ese gobierno, etc., etc. Pura herramienta mediática

Pero es que en aquella ocasión ocurrió que, muy “a la brava”, se desató una campaña de difamación contra Evo Morales sobre la falsa base de la existencia de un supuesto hijo abandonado que, sin dudas, influyó en aquel resultado. Saga que ni siquiera menciona LL en su texto.

De todas maneras, si las cifras fueran inversas, es decir, el 51% por el SI, ¿estos maestros de los malabares mediáticos no nos estarían diciendo hoy que las reelección de Morales han ocurrido también a la brava, pues la diferencia por el SI con respecto al NO habría sido sólo por un punto?

¿Cuándo valen las consideraciones sobre las estrechas diferencias y cuándo no para las sutiles inteligencias académicas?

Como vemos, algunos hacen como la OEA: una veces hacen una valoración técnica, y otras una política.

Es bien conocido que la alternancia del poder político, junto a la persistencia del poder económico y el lazo de muerte de los intereses capitalistas internacionales con las burguesías nacionales, es funcional a la reproducción del poder de las élites económicas. Esta verdad no es meramente teórica. Es un hecho ya harto repetidamente demostrado. En contrapartida, los gobiernos progresistas de las últimas décadas en nuestras tierras han buscado la forma de dar continuidad, difícil y continuamente asediada, a proyectos en favor de amplias mayorías, de cambios profundos – sin ser radicalmente revolucionarios – que no pueden cimentarse con esperanza de solidez en pocos años.

Allí donde el relevo “democrático” (porque no lo es) funciona como eternizador de los privilegios capitalistas, la continuidad “no democrática” de gobiernos de izquierda radical y verdadera, que incluso se ajustan a y respetan las mismas reglas que exigen aquellos, sea una de las vías posibles para consolidar políticas a favor de los preteridos de siempre. Hasta tal punto ha sido demostrado que ya es conclusión de la teoría política; sólo que el boliviano, nacionalizador, socialista, de radical protagonismo indígena y muy rico en Litio, es su más reciente (mal) ejemplo. La argumentación de LL al juzgar la voluntad política del MAS para que Evo continuara al frente del proyecto como una de las causas de lo ocurrido, se parece entonces a esa brillante metáfora: echas al agua a un hombre maniatado y le reprochas que se ahogará porque no sabe, o no intenta, nadar.

Pues, ¿qué sería lo más irracional aquí? Lo más irracional sería que las derechas de los Camachos internos y externos, y el Departamento de Estado de USA, y la CIA, y la OEA, cada uno haciendo lo suyo, no se hubieran propuesto torpedear, por la vía que se presentara más expedita, no la continuidad de Evo, sino de su mismo proyecto, fuera quien fuera el postulante. Aquí importaba el mismísimo comino que fuera otro el candidato del MAS en esta ocasión. Pero Evo es la garantía de líder de la fuerza indígena decisiva de su país, ese malísimo ejemplo contra el que se levantó también el racismo, pariente ideológico de todos los imperialismos. La suerte estaba echada y el aparato golpista tendría otro derrotero u otros actores. Con todas sus naturales diferencias, en Ecuador sería un traidor al partido que aupó al candidato. En Brasil la distorsión de la ley, etc.

Es cuanto menos patético que en nombre de las políticas populares o revolucionarias se hable hoy de moderación y equilibrio para “conciliar” intereses de clases, tan antagónicos, que derivan fatalmente en las represiones fascistas que tenemos a la vista en Chile ahora mismo, en Bolivia hoy, tanto como en respetables repúblicas, como la de los chalecos amarillos.

A la vista de los acontecimientos no es ni ético tomar la supuesta moderación martiana para llamar al respeto de los intereses de clases, a lo que ni aún Morales le faltó el respeto. O para tener la falta de moderación como la causa a destacar en el desatino de las fuerzas represivas. El Tribunal Constitucional aprobó la candidatura reciente de Evo, en la que triunfó inobjetablemente, incluso con el margen del 10% exigido, mecanismo también democrático, según las reglas de la división de poderes, que el académico no recuerda en su defensa de la declaración universal de derechos humanos, cuando, sobre todo, estos derechos tienen que hacerse realidad en la dura desigualdad que la existencia del capitalismo provoca en nuestros pueblos. Ni aun cuando se respeten irrestrictamente, ni aun cuando se modere hasta la bondad, dejará de ocurrir lo que ha ocurrido en Bolivia mientras los gobernantes sean un Evo, un Chávez, un Correa o incluso una Cristina argentina, que cree en el capitalismo de rostro humano, o un Lula brasileño. Por cierto, en todos ellos los capitalistas también fueron beneficiados durante sus gobiernos. Pero sus beneficios nunca serán suficientes mientras los progresos de las amplias mayorías amenacen con trocarse en competidores en la repartición de las riquezas que, por ley eterna y anterior a todas las declaraciones, deben ser comunes. Y lo peor no es que mengüen sus trozos del pastel. Lo inaceptable es el ejemplo. Y en el caso boliviano, que sea un luchador sindical indígena, de los dueños ancestrales de tierras que fueron invadidas en los albores del capitalismo por los que hoy no pueden soportar ese éxito del hombre no blanco, occidental.

El tema es actual y crucial para Cuba y por tanto los razonamientos y las ópticas de este tipo de intelectual, nos deben alertar, mucho más cuando las peculiares condiciones de nuestro país nos llevan a estructurar nuestra economía de manera que la propiedad privada y el mercado sean funcionales al proyecto socialista y no la semilla de la que pueda surgir el fraccionamiento de intereses sociales y económicos contrapuestos. La lección que no menciona LL es que Cuba, a diferencia de Bolivia, sigue su andar entre otras importantes razones, porque ha podido evitar jugar la política en el partido tradicional electorero, que los mismos intereses que organizan esos golpes, nos sugieren con tanta insistencia que adoptemos. Y sobre todo porque aquí no existe, ni debemos dejar que levante su cabeza de Gorgona, una clase capitalista que pueda imponernos ese escenario donde mañana las OEA de hoy o del futuro y sus intelectuales orgánicos comiencen a barajar las sutilezas de las pequeñas diferencias, de la torsión de la ley por el dinero, de la traición por las bajezas humanas, o la posibilidad que una policía o un ejército apunte sus fusiles y sus porras contra su pueblo. Esas son las lecciones y nuestra moderación no es de la estirpe de los que confían en que los intereses de clases puedan moderarse. Allí están, en las páginas sangrientas de hoy, esas, las lecciones a las que debemos atender.

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