Ildefonso Acosta: con una maleta llena, para compartir

Ildefonso Acosta: con una maleta llena, para compartir
Fecha de publicación: 
13 Noviembre 2019
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El guitarrista, concertista, profesor y compositor natural de la ciudad de Matanzas, resalta por sus aportes a la instrucción de ese instrumento, su trabajo prolífico, y la disposición activa de compartir infinitas memorias, actitud que ratifica cuando afirma: Para hablar conmigo se necesita un mes.

Ante la noticia del galardón compartido con el artista Joaquín Betancourt, el maestro Acosta asevera: No voy a mentir diciendo que no lo esperaba, siempre el hombre tiene la esperanza.

No me limito a lo que he hecho, he sido una persona que he dado para otras personas, para mi país, es lo que quiero, lo que quise hacer; en Matanzas conozco todas las piedras, los charcos, los lugares, yo no empecé tocando en el “Sauto”, comenta el creador.

Matanzas fue adueñándose de mi vida, su gente, todo, el entorno. Recién casado en 1968 se presentó la oportunidad de una casa en La Habana, nada menos que en El Vedado y dije que no, en las capitales no son promesas sino realidades porque está todo, pero la matanceridad es como una enfermedad, afirma el artista con arraigado sentido de identidad en la Atenas de Cuba.

En su trayectoria consagrada a la música y a la enseñanza, resalta la fundación del yumurino Centro Vocacional de Música Aniceto Díaz como humanísima obra para socializar el aprendizaje del arte, sobre lo cual recuerda:

“Planteé a la Dirección Provincial de Cultura el deseo de hacer una institución diferente, un ente vocacional de arte para amas de casa o individuos de los oficios, carpinteros, albañiles, plomeros, gente que no tenía la oportunidad oficial de ir a las escuelas de arte que se concebían para una carrera profesional.

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“Hice un método para estas personas, para que pudieran tocar a Violeta Parra, una rumba, una guaracha, el Consejo Nacional de Cultura estuvo de acuerdo y se creó el “Aniceto Díaz”; dimos clases en pasillos, parques, donde quiera, fue hermoso, aquella escuela me dio mucho placer.”

Además de sus aportes como concertista y pedagogo, Ildefonso resalta por su fecunda obra como compositor, con un catálogo amplio, enriquecedor, para disímiles públicos.

Para componer hay que invocar el misterio –afirma-, el misterio llega, porque si no tiene misterio se va la poesía, el compositor lo sabe; las artes expresan el sentimiento del hombre, todas, pero yo digo que la reina de las artes es la poesía y que el arte que no tenga poesía, no procede.

Se dedica también ahora el maestro a conservar sus memorias para aportar a los demás: Ya de algunos años para acá mi principio de trabajo es recopilar todo lo que he podido hacer, para dar mi vida artística.

Con la sapiencia acumulada a los 80 años de edad, el autor de Regalo de papel, profesa fidelidad infinita a sus raíces: A un músico cubano lo debe distinguir ser cubano, un consejo para los jóvenes es ser cubano y mirarse en esos que lo son, y dar lo máximo que tengan.

Ildefonso Acosta es generoso maestro de un lenguaje cosmopolita, y su virtud trasciende su amada Atenas de Cuba, para suerte de quienes aprecian el buen arte y acogen las sabias lecciones: La música es un idioma universal, se escucha y se siente; la música se piensa por eso tiene que tener academia y corazón, porque academia es el cerebro y el corazón es lo que trajo en la maleta el creador cuando nació. 

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