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Interesante y abarcador texto sobre un fenómeno que estamos viendo repetir dolorosamente en la actualidad, que no precisa de que el país objeto tenga una orientación ideológica determinada y me atrevo a decir más: ni siquiera de un país o gobierno que sea "contestatario" al imperialismo, ni crisis económica interna que pueda derivar en un desenfreno social. Me explico. La Ucrania del Maidán era capitalista, como Libia, Iraq, como lo es Rusia, sobre la que en realidad apuntan las alarmas que hoy se viven en Belarús, país último que se ha caracterizado hasta hoy por ser el más ordenado y equilibrado de los países del espacio post-soviético, sin los altos contrastes sociales que se ven en buena parte de ellos, entre ellos Rusia, y en el mundo; país con altos estándares de salud, educación, vivienda, transporte, empleo, alimentación y al que ni siquiera podríamos calificar como "contestatario" al imperialismo, sobre todo en los últimos tiempos, con las miradas de su gobierno hacia Occidente, país que fuera visitado hace pocos meses atrás por Pompeo, en un tal vez soberano intento de las autoridades bielorrusas de equilibrar presiones dada su ubicación geográfica en medio de las líneas rojas de las fronteras geopolíticas entre Rusia y Occidente. Por eso en lo personal, en cierto modo, discrepo del concepto que el autor de este artículo ha escrito al inicio de estas entregas y cito: "…La historia demuestra, que la sobrevivencia de una Revolución, o de cualquier sistema político y social contestatario al imperialismo, depende de la cohesión social y de la lucha unitaria desde dentro de las instituciones refrendadas por las mayorías". También me llama la atención el concepto sobre “la lucha unitaria desde dentro de las instituciones refrendadas por las mayorías", puesto que no siempre prevalece ni perdura lo refrendado por la mayoría si eso que se refrendó se añeja en el tiempo y deja de responder a las aspiraciones de las mayorías, o si las mayorías sólo fueron tomadas en cuentan para un voto formal probatorio y no para llevar con voz propia, sus aspiraciones más concretas e incluso -muy importante- sus insatisfacciones, en cuyo caso lo refrendado deja de ser "razón de ser". Si algo la práctica revolucionaria ha demostrado con creces es el daño causado en la conciencia social que generó el falso concepto de la unanimidad en buena parte de los procesos del llamado "socialismo real" del modelo soviético, que redujo a la profundidad de las casas y espacios familiares y de amigos cercanos la crítica, para generar conformismo y el cáncer del inmovilismo en las instituciones y organizaciones sociales, perdiendo en esa misma medida vida y con ello matando el espíritu renovador que requiere toda sociedad para su desarrollo. Para mí el ejemplo más claro y sorprendente del peso del voto de las mayorías fue aquel referendo realizado el 17 de marzo de 1991 y aprobado por más del 78% de la población de la URSS para mantenerla, y que fue barrido de un plumazo el 8 de diciembre de ese mismo año, cuando entre vodkazos en la residencia de protocolo ubicada en un paraje del famoso bosque bielorruso Belavezhkaya Puscha, los líderes de tres de las Repúblicas Federativas de entonces: Eltsin de Rusia, Kravchuk de Ucrania y Shushkiévich de Bielorrusia, proclamaron la disolución de la URSS y la creación de la Comunidad de Estados Independientes y se la informaron por teléfono a Gorbachov, entonces presidente de la URSS. Ni siquiera fueron consultados los de Armenia, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirguistán, Moldavia, Tayikistán Turkmenistán y Uzbekistán que seguían formando la URSS, y la inacción de esa inmensa masa de votantes que no salió a defenderla a lo largo y ancho de aquel inmenso territorio que fue la extinta URSS. Trato de explicarme dónde puede estar el meollo de la fragilidad de esos sistemas del signo que sean, barridos por las llamadas “revoluciones de colores” que, por supuesto, no son espontáneas, llevan recursos y financiamientos inmensos y sostenidos en el tiempo desde los centros de poder que desean subordinar países y gobiernos en función de sus intereses, aunque -como escribí antes- pueden ser incluso, hasta “amigos” y “aliados” de Occidente. Lo más común que encuentro –sin ser absoluta-, es que han sido sistemas de poder excesivamente centralizados y personalizados, con cierta tendencia a la proyección mesiánica de sus líderes, muchos de ellos con una obra social de envergadura, pero con una verticalidad unidireccional de arriba hacia abajo según sus saberes y entendidos, sin una funcionalidad real de las instituciones, incluso existentes y hasta refrendadas, que puedan garantizar la horizontalidad e independencia necesarias para garantizar una aproximación diversa a los problemas, un enfoque sistémico en sus soluciones y poder equilibrar entre sí los límites del poder mediante leyes que preserven la institucionalidad y el acierto que permitan su regeneración en las crisis con soluciones propias. Quizás la lección más clara para los procesos alternativos y de izquierda contra los que van con más apetito los buitres de los Gene, Soros y toda su comparsa imperial, es algo que a propósito de lo que ocurre hoy en Belarús, leí: "los procesos son como el agua. Cuando corre, está viva y sana; cuando se estanca, se pudre". Y ese es el momento en que pueden fructificar en contra de los propios pueblos, los manejos espurios y para nada casuales ni espontáneos, de los que promueven las llamadas revoluciones de colores, de terciopelo o del nombre que le pongan, que de "pacíficas" sólo tienen el nombre, porque cuando no logran sus propósitos, proceden a incendiar el ambiente instruyendo a su ejército o quinta columna interna integrado generalmente por delincuentes pagados, para formar el caos. Y algo más que nos muestra la práctica: NINGUNO de los países donde han triunfado las llamadas "revoluciones de colores" están en mejores condiciones que cuando las iniciaron. Si eso es democracia... no me da ninguna gracia. Las quiero bien lejos de mi casa, de mi gente, de mi pueblo, de Cuba. Como nos legara Martí: “De pensamiento es la guerra mayor que se nos hace: ganémosla a pensamiento”.
sofilacubana1995@gmail.com
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