¿Una traición de la memoria? No. El epílogo de un prólogo

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¿Una traición de la memoria? No. El epílogo de un prólogo
Fecha de publicación: 
20 Agosto 2020
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I

En Cuba vivía, al menos pernoctaba entre nosotros, (sí, porque ahora lo tenemos becado en una Universidad USA, y hasta aspirante a activista del candidato Biden, no conozco si ya en efecto),  un otrora muy joven universitario que subrayaba con énfasis su carácter de revolucionario y hasta aspirante a comunista, y para darlo a conocer fundó un medio digital bajo el glorioso nombre de la organización de lucha uno de los antimperialistas más radicales de la historia de la Revolución Cubana. 

Y “pasó el tiempo y pasó un águila por el mar”, (que resultó ser el águila imperial estadounidense en este caso), y paso a paso la tribuna desde la que aquel joven haría su revolución, fue despojándose de sus símbolos: abandonó el logotipo hecho por un verdadero héroe, y como es lógico, desapareció el subtítulo con que se definían “jóvenes universitarios revolucionarios cubanos”, o algo así. 

Para que el despoje  simbólico y el cambio de casaca, nada sutil por demás, no fuera tan ostensible, mantuvieron la impostura de apropiarse de la imagen nada menos que de Guiteras,  y pasaron a convertirse en un medio de “opinión política cubana”, un medio noticioso donde antes fuera de “revolucionarios”. Para protegerse con una cobertura pública solicitaron financiamiento vía Pay Pal, bloqueada para el común de los mortales de la Isla.

Aquel objetivo (¿revolucionario?) de sus inicios se vería denunciado en su orfandad, cuando algo más tarde se supo que aquel joven, que enfilaba sus duras críticas contra el periodismo  cubano y la censura, y se dolía del “sacrificio”  de esos periodistas mal pagados, no solía ser tan enérgico contra  OTROS periodismos, especialmente contra la que con toda razón alguien llamó “plataforma no confrontacional” que, aprovechando la breve era Obama, pretendió contribuir a un cambio de régimen político en Cuba, e ir sembrando, suavemente, el capitalismo y el pluripartidismo en Cuba. 

En efecto, sabemos por el testimonio de uno de aquellos jóvenes -, uno de trayectoria entonces y después que sí respondía a la voluntad  revolucionaria inicial, - que aquel apasionado crítico en cambio, sofocaba sus ímpetus críticos contra el gobierno cubano y su Partido, si se trataba, aunque fuera sólo, de ejercer el criterio contra la entonces también mal llamada Cuba Posible. Eso no sé podía ni tocar con el clásico pétalo de una hoja crítica. 

Y el purísimo crítico de la censura, a su vez blandía alegremente las que llamó las tijeras de la censura, y con ellas podaba, rehacía y “suavizaba”  el texto de uno de sus jóvenes compañeros si lo sospechaba muy enfático e incómodo con respecto a un grupo de personajes con los cuales aparecería en congresos, fotos y convites en el astuto Norte. El maridaje era notorio, la similitud de objetivos ostensible, pero nada sabríamos hoy si no fuera por aquel testimonio. 
En este enlace puede leerse el texto completo no censurado. (https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/02/06/las-paginas-de-la-revol...). 

En este, el texto censurado:  https://jovencuba.com/2017/02/02/las-paginas-de-la-revolucion/

Aquí una respuesta del testimoniante con respecto al tema: https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/02/07/una-respuesta-para-la-j...

Y en este, una revisión de las diferencias este el texto censurado y el original: https://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/02/06/un-episodio-censurable-...

El futuro, ya devenido, pero antes prefigurado, ilumina aquel pasado. El presente del joven becario, el destino final de su medio digital y sus transfiguraciones simbólicas, confirma.

II

Son recuerdos que afloran hoy al leer el prólogo con que el otrora aspirante a revolucionario, ya sabemos, hoy bidenista, haciendo su lucha en las entrañas del imperio, presenta un libro de una de sus principales “conquistas” para su tarea. Me interesa aclarar un aspecto de algo que afirma el prologuista. Pero antes, perdóneme el lector una necesaria digresión necesaria.

Existe una diferencia radical, de raíces, entre el que disiente o se opone a otro criterio porque el suyo lo cree mejor para lograr un objetivo común, y el que disiente o se opone, porque es OTRO su objetivo, si de sistema político se trata. 

En puridad, uno de los significados de opositor, o disidente, puede designar a quien tiene una idea o solución distinta para un mismo o conjunto de problemas, es decir, una meta compartida. Martí, organizador de una guerra revolucionaria, anticolonialista y antimperialista, lo decía de este enigmático modo para quien consideraba también que la crítica era la salud de los pueblos: “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente”.
 
Sin embargo, cuando el objetivo del ejercicio de criterio público, mediático, es OTRO proyecto político, estamos lindando con las connotaciones donde el opositor, o el disidente,  funcionan de facto como potencial o real enemigo político. No hay que temerle a la palabra. Porque la unidad que necesitan las revoluciones es la unidad revolucionaria y, en todo caso, como dijera Fidel, la colaboración con aquellos que no fueran irremediablemente contrarrevolucionarios. Lo que viene a significar en su tiempo y en este: los que no deseen construir el socialismo, pero no ejerzan acciones para impedirlo, si es la opción mayoritaria.

Todo el que contribuya, sea por error continuado, o por consciente objetivo, a desmontar el proyecto político cubano, se convierte en un enemigo político o en lo que se ha llamado con justicia, un “useful fool”.

Existe una diferencia abismal, - es decir, “otra mente” y “otro pecho”-, entre el que señala una idea mejor para fortalecer, por ejemplo, el sistema de la democracia cubana, y el que contribuye, - es sólo un ejemplo de tantos que impulsa la autora prologada por el becario-, a desmontar los elementos que fortalecen un sistema político que no han podido derrotar las agresiones. Otro ejemplo: la Constitución refrendó el papel político y las funciones del Partido Comunista de Cuba. El que no la votó, por ese u otro acápite, no es necesariamente un enemigo o adversario político. 

Puede y tiene el derecho, sea voluntario, o por necesidad, de seguir viviendo en una comunidad donde simplemente debe respetar las leyes y la voluntad mayoritaria. Pero cuando alguien de funciones intelectuales comienza a hacer propaganda y proselitismo contra lo refrendado por mayorías, su papel y función comienzan a diferenciarse ostensiblemente del ciudadano común que no estuvo de acuerdo, pero que acata las leyes sin contribuir a destruir o socavar lo aceptado. Va derivando en una función opositora enemiga, porque es la creadora  de estados subjetivos que devienen en escenarios precisamente aprovechados por la maquinaria que hoy se recrudece en la búsqueda de un caldo de cultivo para una revuelta, una revolución de colores en Cuba. La libertad de expresión no es  la libertad de subversión.

El enemigo político contribuye, sea de modo indirecto, mediato, a los objetivos de los enemigos cruentos del socialismo cubano. Lo que hoy son ideas incruentas, mañana son condiciones de posibilidad de agresiones cruentas. No otra es la lección de las guerras de cuarta generación, las revoluciones de colores, las “primaveras” que reconducen con artificios a las protestas de los pueblos por las dificultades  originadas por las mismas  agresiones de quienes las aprovechan.

Una de esas matrices especialmente maliciosas y manipuladora es acusar a la Revolución Cubana de estalinista. En uno de sus textos, la autora prologada por el “joven revolucionario”, acude a un ejemplo de “estalinismo” del partido de ¡1941!, para transponerlo al Partido Comunista cubano actual. Sin más ni más, en un acto de prestidigitación manipuladora traza su laberinto comunicante borrando de una vez todas las diferencias. 

III

Al calor de la novela El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura, el sociólogo Rafael Hernández publicó un texto acerca del tema, tan crítico como revelador de una de las aristas de este tema. Y que por ello mismo dista  mucho de la presunta sapiencia que suele degenerar en libelo cuando está ensombrecida por el prejuicio ideológico tenaz y la maligna intencionalidad conducida por la ignorancia ilustrada. El artículo de Rafael Hernández merece ser leído y por ello dejo aquí el enlace: https://rebelion.org/el-hombre-que-amaba-las-novelas-historicas/. Sólo quiero recordar una idea que me viene a la mente cada vez que leo a los “nuevos revolucionarios” hablar del estalinismo en Cuba. Con respecto a la relación que existe entre ficción literaria, entre novelas históricas, y la Historia y la Sociología, el autor afirma:

“Ahora bien, si en lugar de esa libre asociación inherente a la recepción del arte y la literatura, se induce una interpretación unívoca mediante códigos que intentan asimilar espacios y épocas distantes desde claves comunes; si la obra se postula como mapa para guiarse por la historia real, se remplaza el impulso de conocimiento propio del arte por una lectura limitada a entender el presente como simple emanación de un cierto pasado. Descifrar un período revolucionario lleno de situaciones extremas, como la de Cuba a fines de los 60, mediante la clave del estalinismo, corre el riesgo de reducir la idiosincrasia del responsable de vigilancia de un CDR en el barrio habanero de Mantilla a la de un operativo entrenado para el asesinato político por expertos al mando de Eduard Beria, en el Moscú de los años 30.”

Contundente. En muchos de sus textos es lo que hace la autora, aunque pretenda que sus artículos ligeros de proselitismo contra el Partido Comunista están cimentados en un saber histórico: “una lectura limitada a entender el presente como simple emanación de un cierto pasado”, descifrar  en clave del estalinismo. Una manipulación maliciosa e interesada que consiste en dibujar una continuidad lineal, con tanta historia transcurrida, en los partidos anteriores a la Revolución, y el PCC cubano. Todo lo contrario a la honestidad del historiador obnubilado por su ideología. 

Pero hay más, aportado en el texto de Rafael Hernández. Hablar de estalinismo en Cuba es también un anacronismo, pecado y colmo del historiador, tanto como del novelista, aunque se tolere en la buena prosa de la ficción: todos esos fantasmas, que algunos se complacen en revivir a cada rato, las UMAP, la intolerancia a la homosexualidad, la Ofensiva Revolucionaria, etc., “ocurren en un momento ajeno a la influencia soviética”. ¿Puede caerse en la ligera trampa propagandística de la historia distorsionada? Lo mismo ocurre con la hagiografía y embellecimiento de la República Neocolonial, también tarea predilecta de la autora. 

Y es sintomático que todos aquellos que proponen transformaciones de sistema electoral cubano que debilitarían ostensiblemente uno de los escudos que han permitido a la Revolución resistir, formen parte también de un imaginario común acerca del estalinismo cubano, la república hermosa donde las libertades estaban garantizadas, (sí, como afirma en alguna parte la autora prologada a la que me refiero), cuestionadores del papel del Partido Comunista como el  rector de la política cubana, etc. ¿Es casualidad?

IV

Por último el prologuista de nuestro inicio escribe (el subrayado necesario es mío) que en:

“…septiembre de 2017 (…) la blogosfera vivía su momento más oscuro. La respuesta de algunos actores del Estado cubano a los efectos de la normalización de relaciones con Estados Unidos fue organizar, entre la primavera y el verano de 2017, una campaña contra lo que llamaron «centrismo». En lugar de convertirla en una lucha contra la ambigüedad política o los sectores que sin definirse como opositores eran cómplices de la política de cambio de régimen aplicada al país, utilizaron el calificativo a discreción, basados más en la obediencia a las estructuras de gobierno que en el compromiso político.”

Como este comentarista, en calidad de simple ciudadano, es decir, sin función pública intelectual alguna, publicó algunos textos que advertían y denunciaban las posturas políticas centristas, sobre todo de Cuba Posible y algunos, no todos, de sus colaboradores e impulsores desde el extranjero,  debo revelar dos manipulaciones del prologuista, dado él a ese proceder sólo superado por un equilibrismo político de campeonato, y que ahora finalmente revela a toda luz, víctima de sí mismo: ocurre que este comentarista no era entonces, ni ahora, un “actor del Estado”, ni aún se puso de acuerdo previamente con nadie, ni fue tarea que le propusieron. Por cierto, si se la hubieran propuesto en aquel momento, la habría aceptado sin miramientos. Hay mucho más honor en ello, que en merecer, por los servicios prestados, becas extranjeras, viajes a congresos y determinadas compañías. Eso no engaña a casi nadie en Cuba, y el prologuista debe saberlo muy bien aunque insista en su relato. Entrego el dato no para que el aludido lo crea, sino para revelar la malicia de la generalización, las artes espurias conque  hacen el guiño a sus protectores. Es algo natural que quien está muy consciente que ha recibido apoyo de aquellos que protegió de la crítica para cumplir ciertos sueños, crea que los demás son de su condición.

Pero la piedra del escándalo está en el párrafo final citado más arriba. En lugar de esa “lucha contra el centrismo”, ahora nos dice con todo el candor del olvido de su postura de entonces, que se debió convertir “en una lucha contra la ambigüedad política o los sectores que sin definirse como opositores eran cómplices de la política de cambio de régimen aplicada al país”. Pues mírese como traiciona el paso del tiempo. Cuba Posible pretendía, no dicho por los que analizaron sus políticas centristas sino por sus directivos, un cambio de régimen, sin definirse, precisamente como opositores… ¿Pueden citar algún texto de este prologuista donde hiciera entonces lo que dice, increíblemente ahora, que debieron hacer los anti centristas? ¿Lo hizo la autora prologada? 

Todo lo contrario. No lo sólo se reunió, sonriente y ufano, con los que pretendían un cambio de régimen en Cuba, sino que censuró textos donde se les podría incomodar y para nada cumplió entonces lo que dice hoy que se debió hacer. Saque ud las propias conclusiones. No por casualidad se quedó el logo en el camino, y le ensombrece ahora mucho más una reveladora traición de la memoria. Nadie quisiera de prologuista tamaño oportunismo. Pero cada libro tiene el prólogo que merece.

Comentarios

Carlos: Muy buen artículo, pero lo encuentro muy hermético. Lo quisisera más potable, entendible, pero la idea se transmite. Ambos sabemos que sale el peor contrarevolucionario de un "revolucionario" resentido. Conocemos múltilpes personajes, muchos de ellos intelectuales de cierta notoriedad, a lo largo de esta Revolución, que se han dado de "ultracomunistas", oportunistas en toda línea, que han arrasado con lo humano y lo divino en nombre de la purificación ideológica y política, destruyendo de paso a muchos verdaderamente revolucionarios y a otros, quizás disidentes en una u otra medida, pero no opositores al proceso y en la primera ocasión han hecho gala de su traición, ocupando un puesto en las antípodas de nuestro sistema. Sobran ejemplos, la lista comienza con Carlos Franqui, Cabrera Infante, César Leante, y sigue hasta nuestros días.
energetico@blauvaradero.tur.cu

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