Tras la pandemia, ¿qué viene?

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Tras la pandemia, ¿qué viene?
Fecha de publicación: 
14 Septiembre 2020
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Algunos predicen el fin del neoliberalismo en el curso o tras la pandemia del nuevo coronavirus que sacude a casi todo el planeta y se ceba especialmente en los que menos tienen, esos que algunos desfasados de la ultraderecha llaman seres inútiles que deberían ser eliminados.

Pero esos seres inútiles, como aquellos que se creen útiles, han estado expuestos a una pandemia que, aunque anunciada, no se tuvo en cuenta su magnitud, mostró el abandono general en el sector de la salud y ha hecho temblar a la economía y política mundiales.

Hasta este momento, y como buenos defensores de lo más malsano del capitalismo, aquellos que tienen mayor fortuna aún detentan ganancias y sobreviven, mientras la mayoría de la población sufre indeciblemente por el abandono estatal, lo cual lleva a la paradoja de que el necesario aislacionismo es un instrumento para proteger la vida, pero también, en una sociedad neoliberal, provoca indecibles sufrimientos, porque el egoísmo del sistema deja a la deriva la vida de cada cual.

Ello es lógico si pensamos que, para lograr el bienestar general, independientemente de las limitaciones ideológicas, esto se aleja, cuando se trata de inflar una macroeconomía que solo beneficia a los más poderosos, como ocurre con el neoliberalismo.

Porque no hacemos nada con crecer y crecer y presentar altas cifras de desarrollo, si en la práctica sigue aumentando la miseria o, por lo menos, los beneficios no son proporcionales a las amplias entradas comerciales, producto de la exportación de mineral y agropecuaria.

Cierto que se dice que la pobreza ha disminuido, pero ello no es nada si no hay un desarrollo sostenible, porque los guarismos negativos vuelven a aumentar.

Y esto se vuelve angustioso en estos tiempos de una enfermedad que mata, y los sobrevivientes, muchos o pocos, tendrán que seguir enfrentando la crisis económica y luego la política.

Si el neoliberalismo desapareciera, no sería el fin del capitalismo, pero sí el posible inicio de algo que constituya una nueva sociedad más coherente y humana, sin que esperemos sentados que pase por delante el cadáver neoliberal.

Sin formación ideológica

Tengamos presentes que en el mundo domina este sistema, y en nuestro continente la falta de una formación ideológica labró el camino a la reacción parta deponer a gobiernos que hacían que el Estado predominara y lograba una más adecuada atención a las masas, con la esperanza de erradicar la pobreza.

Esa endeblez ideológica facilitó el accionar de políticos corruptos al servicio del imperialismo y de la fuerza castrense para la intervención si era necesario.

Hoy, en esas naciones, la pandemia se ceba en la abandonada población, que incluye a la más poderosa nación militar y económica del planeta, Estados Unidos.

Allí, mucho antes, se había anunciado el mal por venir, pero un presidente inescrupuloso hizo caso omiso y convirtió a su país en el principal centro mundial de la enfermedad, nada de lo cual le restó para maniobrar y mantener sus fatídicas aspiraciones reeleccionistas.

Lo triste de todo esto es que sí tiene posibilidades de reelección presidencial, cuando ha tenido la actuación más impresentable en el enfrentamiento a la pandemia.

Será una victoria, aunque incompleta, el fin de su presidencia, por ser la máxima expresión del neoliberalismo, cuando en apariencia negaba inicialmente algunos de sus preceptos y se presentaba con una narrativa obrerista y proteccionista, pero que, en realidad, era profundamente hostil hacia el mundo del trabajo a costa de una clara preferencia a su mundo, el del capital.

Ha emprendido una guerra comercial contra China, en la que esgrime pretextos de supuesta protección al golpeado trabajador norteamericano, pero ello no le ha hecho abandonar políticas comerciales que continúan la dinámica de la globalización neoliberal, realizada no a base de tratados de libre comercio que incluyen varios países, sino a través de bilaterales que permitan a EE.UU., tener mayor control de sus términos.

De ahí que, aunque no se muestre claramente, Trump representa la máxima expresión del neoliberalismo con una enorme capacidad de dañar el bienestar de las clases populares del mundo, incluyendo las de Estados Unidos.

Para el investigador, economista y profesor español Vicent Navarro, estas clases populares son las primeras víctimas del capitalismo sin guantes, “con una concepción darwiniana caracterizada por su enorme insensibilidad social y carente de solidaridad, con un canto a la acumulación de capital sin freno, sin límites en su comportamiento para así alcanzarlo”.

Ello hace recordar a la a veces olvidada heroína alemana Rosa Luxemburgo, quien señaló que las alternativas entre las que la humanidad debería escoger, serían el barbarismo (al cual la evolución del capitalismo podría llevar) o el socialismo. El neoliberalismo y su máxima expresión nos están llevando claramente a la primera de esas alternativas, independientemente de lo que se derive de esta pandemia.

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