Tragedia africana en coronavirus: Los buitres de siempre

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Tragedia africana en coronavirus: Los buitres de siempre
Fecha de publicación: 
18 Mayo 2020
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La prensa occidental aprovecha algún que otro acontecimiento real para presentar a los gobernantes africanos no afines o que ya estén desfasados como mañosos, maleables, fáciles de corromper y principales culpables de que alguna que otro ente explore sus riquezas y auspicia o se aproveche de las matanzas étnicas y sectarias en el continente.

Trata de ocultar los grandes obstáculos para la salida de la pobreza y el hambre que representan los consorcios y todo tipo de transacciones que benefician a las grandes corporaciones, en detrimento de los pueblos.

Así, niegan todo tipo de ayuda o ablandamiento de sus préstamos en plena crisis de la pandemia del nuevo coronavirus, que en el continente aún no está en su fase más fuerte, pero que avanza indetenible.

A duras penas llega la solidaridad internacional, principalmente de China y Cuba y de algunas que otras instituciones libres de los cerrojos imperialistas.

Y es que, como ejemplo del poder que ejerce el Imperio, su Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial  ha sido mucho más perjudicial en África que en América Latina, que ya es decir.

Porque en Latinoamérica, estas instituciones se contentan con vaciar de contenido al Estado y tutelan los aspectos macroeconómicos de sus terribles ajustes sociales. En África han ido más lejos, llegando a gestionar los aspectos más concretos de su economía, con lo que la devastación de estos países ha sido total.

El Banco Mundial y el FMI gestionaron aspectos de la microeconomía con decisiones tales como la rapidez con la que los subsidios debían ser eliminados, cuantos funcionarios tenían que ser despedidos, o incluso, como en el caso de Malawi, qué parte de la reserva de cereales del país debería ser vendida y a quien. En otras palabras, los procónsules residentes del Banco Mundial y el FMI se metieron en las mismas entrañas de la implicación del Estado en la economía agrícola para hacerla pedazos.

Sin olvido

Y aunque este es un tema recurrente, no se puede olvidar en modo alguno, porque mucho antes de que el segundo gobierno kirchnerista de Cristina Fernández actuara soberanamente en Argentina, los llamados fondos buitres compraron las deudas de los países pobres a bajo precio y luego exigieron la venta a su valor inicial, con intereses desorbitados.

Con el anterior régimen de Mauricio Macri estos pájaros de mal agüero fueron contentados y coadyuvaron que hoy Argentina esté endeudada hasta el tuétano, todo un abismo del que trata de salir el popular binomio de Alberto Fernández y la propia Cristina.

El método buitrero consiste en comprar en el mercado secundario de la deuda, a precio de saldo, las deudas de países en desarrollo a espaldas de éstos, y a continuación obligarlos por la vía judicial a reembolsarlos a alto precio, es decir, el importe inicial de las deudas más los intereses, sanciones y diversos gastos judiciales.

Esos depredadores de las finanzas, establecidos mayoritariamente en los paraísos fiscales, cuentan con proseguir su funesta empresa, puesto que en la actualidad arrastran por los tribunales a una decena de países africanos en una cincuentena de procesos, sin que trascienda a los medios controlados mayoritariamente por el imperialismo.

A todo esto, se puede agregar que desde hace más de 30 años el apoyo estatal se dirige en mayor medida a la agricultura para la exportación. Y cuando a las multinacionales les ha convenido, han hundido los precios de estos productos, consiguiendo buenos beneficios a costa de dañar aún más a la economía del país exportador.

Las prácticas comerciales de EE.UU. y de la Unión Europea han dado la puntilla a la agricultura africana: con la agricultura subsidiada por sus Estados, los países desarrollados introducen productos a bajo precio y sin competencia posible en los pobres, y así hunden la agricultura/ganadería local.

Otra época

Antes del advenimiento del neoliberalismo en la década del 80, muchos gobiernos africanos, como el de Tanzania, asistían a los pequeños agricultores de sus países mediante diferentes subsidios, incluso a la investigación, el transporte y los servicios de procesamiento.

Tras la independencia de Zimbabwe en 1980, el gobierno, incluso, subsidió semillas, abono y equipos necesarios para los pequeños agricultores. Los países africanos aplicaban altos aranceles a la importación de alimentos básicos como maíz, arroz y otros granos para proteger a pequeños y medianos agricultores de la competencia desleal y de los precios más bajos de los productos extranjeros. Numerosos estados también desempeñaron un papel activo en ese periodo ayudando de los agricultores a formar cooperativas. Como consecuencia, los pequeños y medianos agricultores abastecían a gran parte de la población africana entre 1950 y 1980. De hecho, hasta finales de los 70, ese continente fue un neto exportador de alimentos.

En los años 91/92 el hambre golpeó Kenia, el país más exitoso del este de África en lo que respecta a producción de trigo. Pero, claro, poco antes a su gobierno lo habían puesto en la lista negra por no querer someterse a las condiciones del Fondo. Y es que la desregulación y apertura a las importaciones de granos era una condición puesta para renovar y reprogramar la deuda externa con sus acreedores del Club de París.

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