Tailandia, otra vez inquieta

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Tailandia, otra vez inquieta
Fecha de publicación: 
21 Octubre 2020
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Miles de personas desafiaron las prohibiciones de las autoridades y salieron a protestar contra el Gobierno y la monarquía, en Bangkok, Tailandia, el 17 de octubre de 2020. © Reuters/Soe Zeya Tun

Cuando la carencia de noticias hacía pensar que todo estaba tranquilo en Tailandia, que las protestas de antaño habían agotado el caudal de resistencia de la población, gigantescas demostraciones en demanda de mejoras en los salarios, empleo, una política adecuada frente a la COVID-19 y de castigo a los culpables de la creciente corrupción llenan las calles de Bangkok, la capital, desafiando el poder del siempre omnímodo ejército, más atento a lo que dice la monarquía que al sentir popular.

Precisamente, alentada por el premierato, la monarquía ha amenazado con hasta 15 años de prisión a quienes participen activamente en lo que llamó aglomeraciones contra el orden.
Tailandia es el heredero del Reino de Siam, unificador de los reinos Tai con regímenes feudales y militaristas.

Nunca fue plenamente colonizado y mantuvo una independencia formal. En 1932, intelectuales y militares tomaron el poder, obligando al rey a abdicar en 1935, y colocaron un regente.
Los militares encontraron su ideal en Japón, Alemania e Italia, y aprovecharon la arremetida nipona contra el imperio colonial francés para atacarle y arrebatar miles de kilómetros a Camboya y Laos.

En 1942, Tailandia se atrevió a declararle la guerra a Estados Unidos y Gran Bretaña, y ante la inminente derrota fascista, el dictador Songgran fue destituido en 1944, pero mediante un golpe de Estado volvió al poder en 1947. Desde entonces se convirtió en aliado de Washington, que aprovechó la “guerra fría” para combatir el avance de las fuerzas progresistas, como cuando sirvió de base para los genocidas bombardeos de los B-52 contra Vietnam.

Desde 1952 hasta hace unos pocos años se sucedieron lapsos de golpes militares y luchas obreras y campesinas, en los que las clases adineradas mantuvieron el poder. Eran distintos nombres, pero siempre en la órbita de la Casa Blanca.

EXCEPCIÓN

Así ha sido casi hasta nuestros días, excepto con Thaksin Shinawatra, acaudalado hombre de negocios y muy influyente en la esfera rural, quien llegó al poder mediante votación popular, al frente de un combativo partido que se distinguía por usar camisas rojas, y así fue conocido, que hizo entrar en pánico al establishment tailandés y preocupó sobremanera al imperialismo norteamericano.

Estos poderosos enemigos no lo podían dejar gobernar, y aprovecharon el viaje que realizaba a La Habana, para participar en la cumbre del Movimiento de los Países No Alineados para deponerlo.

El defenestrado era sin duda una personalidad muy compleja, quien ya había mantenido estrechas relaciones con los gobernantes norteamericanos, hasta que entró en contradicciones.
Denunció los daños causados por el Fondo Monetario Internacional e incluyó en las filas de su partido a prominentes figuras de los movimientos sociales.

El 12 de septiembre del 2006, el gobierno de Bangkok denunció que se intentaba perpetrar un golpe de Estado para deponer a Shinawatra,

En esa ocasión fueron detenidos cinco militares del Servicio de Inteligencia, incluido un general, mientras Shinawatra asistía a una cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) y decidió viajar a Londres, para luego asistir a la ya mencionada máxima cita de los No Alineados en La Habana.

El golpe de Estado, no obstante, se produjo, y era el número 24 desde que fue abolida la monarquía absolutista en 1932, además de haber sido puestas en vigencia 16 constituciones. Los nuevos golpistas modificaron la Constitución de 1997, y desde entonces se han sucedido diversas gobernanzas, la mayoría de las cuales no llegaron al término de su mandato.

Ante tanto desatino de un poder acostumbrado a gobernar amparado por la fuerza militar y la benevolencia de una monarquía ajena a los intereses del pueblo, tenía que surgir una fuerte inquietud en una población que ahora vuelve a expresar su repudio a quienes gobiernan para su propio beneficio.

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