Pobreza en EE.UU.: Desigualdades exasperantes

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Pobreza en EE.UU.: Desigualdades exasperantes
Fecha de publicación: 
23 Enero 2021
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La mal tratada pandemia de la COVID-19 no ha hecho más que traer miseria y aumentar el número de los pobres en Estados Unidos, aunque los lamentos que se escuchan en la culpable Casablanca recaen sobre cifras de desarrollo económico que están en picada, afectando las ganancias de quienes más tienen.

La cuestión no es sólo de cifras, independientemente de que Estados Unidos tenga el mayor número de infestados, y haya rebasado las 400 000 muertes, casi la mitad de ancianos, negros y latinos en su mayoría, para beneplácito de esos supremacistas blancos seguidores de Trump que no dejan de repetir que “es necesario eliminar a la gente inútil”.

Al pensar en los pobres, los estereotipos raciales usualmente no están lejos de la superficie. Se asume que los pobres son mayoritariamente personas de color, afroestadounidenses o 'inmigrantes hispanos".

La realidad es que hay ocho millones más de pobres blancos que de negros. El rostro de la pobreza en Estados Unidos no solamente es negro o hispano, sino también blanco, asiático y de muchos otros orígenes.
Y es que la estadounidense sigue siendo una sociedad crónicamente segregada, y no se puede olvidar aquel espectáculo que representaba para las masas la era de los brutales linchamientos de negros en Estados Unidos

Los negros tienen 2,5 más probabilidades que los blancos de vivir en la pobreza y una tasa de mortalidad infantil 2,3 veces superior.

Su nivel de desempleo duplica el de los blancos y usualmente ganan solo 82,5 centavos de cada dólar que obtienen estos. Además, su tasa de encarcelamiento es 6,4 veces mayor.

Estas vergonzosas estadísticas solo pueden ser explicadas por la duradera discriminación estructural basada en la raza, lo que refleja el legado duradero de la esclavitud.

POBREZA CARA

"Puede ser muy caro ser pobre en Estados Unidos", dijo a BBC Mundo Rebecca Vallas, vicepresidenta del "Programa de la pobreza a la prosperidad" del Center for American Progress, un centro de estudios de tendencia liberal.

"Muy pocas familias de bajos ingresos tienen ahorros para situaciones de emergencia. Más de dos tercios de ellas dicen tener problemas para conseguir 2 000 dólares en un mes para enfrentar un gasto urgente inesperado como un calentador de agua roto o una factura médica", agrega para ilustrar la situación de vulnerabilidad en la que viven estas familias.

Gran parte de las dificultades que enfrentan se derivan del hecho de no poder contar con unos ahorros extras.

Cuando las familias pobres se enfrentan a estas urgencias y no tienen otras opciones, suelen recurrir a empresas de préstamos rápidos, lo que puede empeorar su situación.

"Al hacerlo se exponen a quedar atapadas en un ciclo de deuda sin salida, en el que tienen que pagar tasas de intereses de 400%, una cifra inimaginable para quienes tienen tarjetas de crédito o acceso a otras formas de crédito", señala Vallas.

También por falta de capital suelen recurrir a empresas de alquiler de muebles y utensilios del hogar para dotar sus viviendas de aparatos básicos como una lavadora o una computadora.

"Esas compañías saben que no tienes más opciones y se aprovechan de ti. Una familia puede terminar pagando 2,5 veces más el costo real de estos bienes sin llegar nunca a poseerlos", apunta Vallas.

La falta de ahorros y de un historial crediticio hace que muchas veces la única opción sea recurrir a empresas que venden autos a precios que duplican su valor real de mercado y pagando tasas de interés que pueden llegar al 30%, lo que puede elevar sus pagos mensuales a 500 dólares, una cantidad superior a la que algunas de estas familias dedican a alimentación.

En esas condiciones, muchas veces no pueden hacer frente a las cuotas del préstamo y terminan perdiendo el dinero pagado y el vehículo.

Vallas advierte que al no disponer de un auto muchas de estas familias tienen que escoger entre gastar dinero en taxis para ir y volver a un buen supermercado o terminar pagando los precios más elevados que cobra la tienda de víveres que les queda cerca de casa, "donde los productos te pueden costar cuatro o cinco veces más que si los compras al por mayor".

SIN PROVECHO

Y es que estas familias pobres no solo pagan más que los demás por gastos cotidianos, sino que además pierden oportunidades para ahorrar, al no disponer de recursos para sacar provecho de las tiendas mayoristas que permiten a los consumidores obtener sustanciales descuentos en sus compras.

La falta de ahorros también dificulta la posibilidad de que las familias pobres disfruten de las ventajas del sistema bancario.

En Estados Unidos hay unos 10 millones de hogares en los que ninguno de sus miembros tiene una cuenta bancaria y la mayor parte de ellos son pobres.

"Las personas de bajos ingresos tienen una probabilidad mucho mayor de tener que pagar comisiones por mantenimiento de una cuenta bancaria", dice Vallas, al explicar una de las dificultades que enfrentan para acceder al sistema financiero tradicional.

En general, Estados Unidos tiene uno de los índices más altos de pobreza relativa entre los países industrializados. De acuerdo con un informe de The Carsey Institue en la Universidad de New Hampshire, las tasas de pobreza son persistentemente altas en las áreas rurales e interiores del país en comparación con las áreas suburbanas. El número de personas pobres está creciendo hasta niveles record con rankings de personas pobres en edad de trabajar similares a las de los años 1960.

Esto viene de mucho antes y se puede observar en el control preponderante de las familias multimillonarias norteamericanas y su papel en la Reserva Federal, esa fuerza principal del siempre mentado establishment.
De ahí que crezca el odio contra quienes más tienen en esa sociedad del 99% de desprivilegiados. Se aborrecen desigualdades exasperantes que asaltan a los ojos de quienes están en la larga fila de la pobreza, lo que lleva a la sentencia de nuestro apóstol, José Martí:

“Y en verdad, en verdad: mientras haya un hombre que duerma en el fango, ¿cómo debe haber otro que duerma en cama de oro? ¡Séquense en las ciudades los barrios fétidos, échense a tierra las casas malsanas, levántense por las capitales desocupadas, y dense a los pobres por bajo alquiler, o sin él cuando no pudieran pagarlo, casas limpias y gratas a los ojos- que la bondad en mucha parte entra por ellos! ¿Cómo se piden, de atmósfera miasmática, almas claras? El alma, que desde su aposento desaseado no ve más que lobreguez, se vuelve torva. Cada casa limpia y ventilada es una escuela”.

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