Más que cifras: Abandonados de la primera edad

Más que cifras: Abandonados de la primera edad
Fecha de publicación: 
4 Agosto 2020
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Recientemente comentamos sobre la explotación de niños y adolescentes que se ven obligados a trabajar en condiciones precarias en el mundo, con cifras que sumaban más de diez millones en América Latina, pero que ahora ha sido reducida a 5,7 millones por obra y gracia de encuestadoras que tratan de minimizar tal daño.

Un análisis somero de Brasil en esta época de dictadura fascista, iniciada con el golpe de Estado a Dilma Rousseff, indica que esa cifra es superada solo en el gigante suramericano.
En el estado de Piauí se estima en más de dos millones los explotados en edad infantil y adolescente –entre 10 y 17 años-, y fuentes oficiales admiten que otros cuatro millones se ven obligados a realizar tareas que califican de infames.

Además, Brasil ya alcanzó la cifra de 3,65 de personas entre 12 y 18 años asesinados para cada grupo de mil.

El Índice de Homicidios en la Adolescencia, coordinado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia, engloba los más de 300 municipios brasileños con más de cien mil habitantes. No es casual que en la pesquisa intervino el Observatorio de Favelas, ya que es allí donde la policía militar extermina a la mayor parte de la juventud.

Por regiones, el Nordeste detenta casi el doble de las marcas promedio (6,5) y son los estados de Ceará, Alagoas y Espirito Santo los que matan más adolescentes. Pero los récords se los llevan las ciudades de más de doscientos mil habitantes: Serra, Itabuna y Fortaleza, con más de 11 asesinatos cada mil.

A ello se puede agregar que entre 700 y 800 niños mueren anualmente de desnutrición en las áreas indígenas.

El panorama es también desalentador sobre todo en los países que aplican el modelo neoliberal o todavía tienen que ver con ello, a pesar de sus esfuerzos por abandonarlo, como México, aunque Paraguay puede resumir el estado lamentable en que se hallan los niños y adolescentes.

“CRIADAZGO”

Con 7,2 millones de habitantes, en Paraguay la figura del “criadazgo” se remonta a la época de la colonia y persiste, pese a leyes que prohíben el trabajo infantil.

Familias muy pobres, generalmente de zonas rurales, se ven obligadas a entregar sus hijos menores de edad a parientes o a familias de mejor posición económica para que se encarguen de su crianza, educación y alimentación.

Esto no es de manera gratuita o por solidaridad, sino para que los niños realicen trabajos domésticos.

En Paraguay, el país suramericano con mayor pobreza y uno de los diez más desiguales del mundo, unos 47 000 niños (2,5% de su población infantil) se encuentran en situación de “criadazgo”, de las que 81,6% son niñas o adolescentes mujeres.

No se quiere aceptar, pero es una de las peores formas de trabajo y de explotación infantil. También es una especie de esclavitud, debido a que los niños son sometidos a tareas forzosas no acordes con su edad, son castigados, muchos no pueden salir de sus casas, no pueden ir a la escuela, viven en precarias condiciones, no son alimentados adecuadamente, no reciben asistencia médica y no pueden jugar.

No hay exageración en lo antes escrito, y revela que el mal es mayor de lo que se afirma oficialmente por gobiernos que aplican un neoliberalismo que acelera la reducción del Estado en los servicios públicos, que hace ingresar en un nuevo ciclo de desarrollo y crecimiento de las desigualdades, a la vez que da nuevo impulso al racismo estructural y económico.
 

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