Lo que no pueden perdonarle a Rafael Correa es su dignidad

La arremetida contra Rafael Correa parece ya no tener límites, sobre todo después del anuncio que se postularía para la vicepresidencia de su país en las próximas elecciones generales. Contra él se han gestado todo tipo de acusaciones, artimañas, una implacable guerra mediática y ha sido el centro de uno de los procesos judiciales de moda en nuestra región cuando de derribar gobiernos progresistas o evitar que líderes de izquierda vuelvan a encabezar un país; un rejuego político a rostro descubierto y en los que la manipulación y el poder del dinero tienen el rol protagónico. Pero, ¿por qué tanto temor a que vuelva Correa a dirigir su país? ¿Qué han pretendido desconocer o desvirtuar sobre el legado que no les conviene revivir? O en otras palabras: ¿qué no pueden perdonarle y cuáles son las verdaderas “culpas” de Rafael Correa?

Correa fue electo presidente el 26 de noviembre de 2006, reconocido ya como un importante economista, catedrático universitario y líder del Movimiento progresista Alianza País,  iniciándose así los 10 años en que revitalizo y transformo la vida de una nación, liderando  uno de los procesos más inclusivos y progresistas de la región: la Revolución ciudadana,  un modelo de gobierno con el que se puso fin a la inestabilidad política, a las medidas neoliberales y a la injerencia extranjera. He ahí la primera gran culpa de Rafael Correa para las elites de la derecha neoliberal: propugnar un rol más decisivo del Estado,  negar los Tratados de libre comercio con estados unidos, generar empleos a través de obras públicas, incrementar el monto del subsidio a los más necesitados, facilitar el crédito para la producción y las vivienda con tasas preferenciales y a largo plazo, entre otras acciones de beneficio social que tendrían al ser humano como centro. 

Esto, por supuesto, debía ir aparejado a un cambio radical, profundo y rápido de las estructuras profundas del país, para lo cual  llamó inmediatamente a una Asamblea Constituyente, ratificada y realizada un año después. Vinieron entonces las elecciones generales de 2009 donde se redefinieron las correlaciones de fuerzas policías y otros triunfos electorales: una consulta popular y las elecciones generales de 2013 en la que consiguió la reelección con más del 57% de los votos.

Luego de lo que el mismo calificara como “la larga y oscura noche neoliberal”, sus reformas permitieron que Ecuador experimentara la mayor estabilidad política, económica y social de su historia. En lo constitucional, por ejemplo, se aprobaron más de 190 leyes para transformar las relaciones de poder y otorgar garantías sociales a todos los ciudadanos, sobre todo en términos de modelos de desarrollo, reorganización del poder, participación ciudadana, facultades del Estado y organización territorial, derechos del buen vivir, entre otras.

Fue entonces que más de un millón de ecuatorianos superaron la pobreza y en el caso de la pobreza extrema se registró un descenso de 8 puntos porcentuales. El crecimiento económico y la estabilidad alcanzadas permitió que el quintín más pobre duplicara su ingreso mensual per cápita, aumentara su salario básico hasta poder cubrir el total de la canasta, creciera el PIB en un 3,9% y se destinara el 9% de el a la inversión pública. A pesar de la crisis mundial capitalista en esos años, Ecuador logro mantener  bajos índices de inflación y ser el país de América Latina que logro reducir más la desigualdad. El acceso a la educación básica aumento del 92 al 96%y era el país que más invertía en la superior, destinando más de mil millones de dólares para nuevas universidades e impulsando un plan para personas privadas de libertad. 

El pequeño país logró poseer la tasa más baja de desempleo en Suramérica, la cobertura de la seguridad social presentaba una tendencia creciente y se invirtió más de 13 mil millones en salud, con 21 hospitales nuevos y más de 20 mil profesionales médicos se sumaron al sistema público, 1200 de ellos ecuatorianos que migraron durante la crisis de los90 y se acogieron a un programa conocido como “Ecuador saludable, vuelvo por ti”. Según la OMS, la desnutrición bajo hasta un 0.4% en estos años.

Pero todo lo que beneficiaría a las mayorías, no sería bien recibido por las minorías adineradas y con relaciones muy estrechas con las transnacionales que históricamente absorbían las riquezas del país y estaban muy comprometidas con gobiernos extranjeros. Por eso cuando en términos de política exterior Correa definió como su principal interés la defensa de la soberanía y la integración regional, lo ratifican como “una amenaza”. Siendo coherentes con su definición, en 2008 decidió no renovar el convenio por el que Estados Unidos utilizaba desde 1999 el Puerto pesquero de Manta, supuestamente para interceptar vuelos de narcotráfico. La decisión se cometió a consulta popular y se prohibió el establecimiento de bases militares extranjeras en su territorio, tal y como había dicho “los ecuatorianos volvieron a tener Patria”, ratificándose  como un pueblo de paz cuyo compromiso principal es únicamente con su sociedad. 

La Revolución Ciudadana – cuyos enemigos ya temían hasta a su nombre- impulso el llamado “Plan del Buen Vivir” a escala nacional y con él, el derecho de todos a una vida digna. Se trataba, en su concepciones básicas y acciones, de la satisfacción de las necesidades, la consecución por una calidad de vida y muerte digna, el amar y ser amado, el florecimiento saludable en paz y armonía con la naturaleza y la prolongación indefinidas de las culturas humanas, tener tiempo libre para la emancipación y la contemplación y que las libertades, oportunidades, capacidades reales de los individuos se ampliaran y permitieran lograr aquello que la sociedad, los territorios, las diversas identidades colectivas y cada uno visto como un ser humano universal y particular a la vez, valorara como un objetivo de vida deseable, tanto material como espiritualmente y sin producir ningún tipo de dominación de unos a otros.

Este plan del buen vivir – muy asociado a la idea de Simón Bolívar de la felicidad plena aunque traído a la contemporaneidad en términos de desarrollo, producción, armonía con la naturaleza y cuidado del medio ambiente - contenía un conjunto de dos objetivos que expresaban la voluntad de continuar en Ecuador, una transformación histórica para lo cual establecía 6 revoluciones, algo así como la hoja de ruta para lograr la plena satisfacción de las necesidades: la equidad, el desarrollo integral, la Revolución cultural, la urbana, la agraria y la del conocimiento. 

Durante el mandato de Correa, Ecuador fue el primer país del mundo en reconocer en su constitución los inalienables derechos de la naturaleza, convirtiendo a esta en un sujeto de derecho y he aquí otra de sus grandes “culpas”, una que no le perdonarán jamás aquellos a los que no les importa la vida humana, sino engrosar sus bolsillos. Y es que se enfrentó a la multinacional petrolera Chevron – la segunda más importante de Estados Unidos y la sexta del mundo – y aunque una Corte ecuatoriana la condeno a pagar una gran indemnización de 9500 millones de dólares por haber causado uno de los mayores desastres medioambientales del mundo en los últimos 30 años, la multinacional acudió a un recurso de tasación ante la Corte Suprema y el Tribunal de la Haya emitió un fallo a su favor. 

Pero Rafael Correa  fue  además, un gran estratega político, un líder de opinión, un actor en el ámbito internacional e insertó de manera activa y decisiva a su país en los proyectos de integración regional como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América (ALBA-TCP), la UNASUR y la CELAC y defendió la convicción de que la “América morena” estaba llamada a ser protagonista de un nuevo proceso histórico marcado por la solidaridad. Tampoco le perdonarán nunca su cercanía a procesos liberadores como  la Revolución Bolivariana de Venezuela, al Brasil de Lula y a la Argentina de los Kirchner, a la Bolivia de Evo Morales, así como su voz ardiente por los más necesitados y sus denuncias en Naciones Unidas o contra la degradante Organización de Estados Americanos (OEA). 

En cuba lo tuvimos muchas veces. Esta fue también su casa: en eventos, cumbres, reuniones, actos políticos, visitas oficiales, recorriendo lugares históricos, comunidades de Santiago de Cuba, centros de interés científico en la capital y hasta en el aula magna de la universidad de la habana. Se le otorgo la más alta condecoración de nuestro país: la orden José Martí y nunca dejo de repetir de alzar su voz contra el bloqueo y de agradecer y reconocer la influencia y las enseñanzas que recibió de nuestro Fidel. 

En tiempos en los que parece que ya contra él no hay acción desmedida o acusación que no se haya aplicado para frenar su espíritu luchador, para opacar su voz y las verdades que esgrime – más allá de los que errores que quieran achacársele - , para que no pueda llegar nuevamente a dirigir un país que nada tiene que ver con el que dejo y forjo,  la principal “culpa” de Rafael correa sigue siendo ser el intelectual comprometido, el economista y pensador profundo, el hombre sencillo, de palabra vivaz y valiente,  querido por su pueblo, por sus hermanos de América Latina y el Caribe y admirado en otras regiones del mundo. Lo que nunca podrán perdonarle, en fin, es su dignidad y su fe en la victoria, esa que le hace repetir una y otra vez: “Volveremos. Hasta la victoria siempre compañeros”.