Liz Truss: ¿Otra Dama de Hierro británica?
especiales
Confieso que me equivoqué cuando hace varios días, adelantándome a los acontecimientos, califiqué de primera ministra a Liz Truss, quien en ese momento era la secretaria de Relaciones Exteriores y candidata a sustituir a Boris Johnson, protagonista de varios escándalos, tanto en el cargo como en la jefatura del Partido Conservador de Gran Bretaña.
Y es que, en ese momento, Truss, de 47 años, ya había hecho gala de sus “dotes” de mando, al amenazar a Rusia con hacerla desaparecer en un ataque nuclear, castigándola por lo que llamó invasión criminal a Ucrania.
Eso quizás bastó para ganar los “corazoncitos” de su partido, que la eligió como su jefa, además de premier, tras lo cual la ex canciller volvió a repetir –con fuertes aplausos- la balandronada antirrusa:
“No me temblará la mano para apretar el botón nuclear contra Rusia, lanzando misiles nucleares desde mis cuatro submarinos Trident, aun si eso significara la aniquilación global”.
Alfredo Jalife comenta en La Jornada, de México, que “las jeremiadas nucleares por Ucrania de LT parecieran rememorar a la carnicería pírrica de Galípoli, o Batalla de los Dardanelos (Turquía); en 1915, de Gran Bretaña contra el imperio Otomano y, en materia nuclear, al libro del célebre Seymour Hersh, La opción Sansón: Israel, Estados Unidos y la Bomba: Me caigo, pero se caen los demás conmigo”.
Truss se ha destacado en sus ataques a Amnistía Internacional, una entidad prooccidental sobre derechos humanos. cuando dijo raramente la verdad de lo que estaba sucediendo con la población de Ucrania: no han sido los rusos, sino los propios soldados ucranianos los culpables de la muerte de civiles, al utilizarlos como escudos humanos en edificios de viviendas, escuelas y hospitales.
Amnistía Internacional se vio obligada a pedir perdón por haber dicho la verdad, además de que fueron cesanteados los hacedores del informe y su presidenta.
Para analistas y conocedores de la situación de la gobernanza británica en las últimas décadas, bastaron pocas horas, minutos para considerar a la actual premier lo peor de lo peor, por encima de Margaret Thatcher (la Dama de Hierro), así como del plañidero Tony Blair, hiperservidor de las andanzas bélicas de EE.UU., y Boris Johnson.
ALIADOS ESPANTADOS
Hasta el rotativo neoliberal The Guardian, muy cercano al megaespeculador George Soros, se espantó de que tres miembros del Partido Conservador hayan vitoreado el Apocalipsis de la promesa nuclear de la flamante premier, y lo contrasta con el criterio de su colega neozelandesa del Partido Laborista, Jacinda Ardern, de 42 años, quien expone que el mundo se encuentra en un precipicio nuclear y debe evitar la catástrofe.
Desde febrero, las violentas declaraciones de la entonces canciller habían obligado a Rusia operar la alerta nuclear, mientras el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, comentó que eran absolutamente inaceptables.
El portal trotskista estadounidense WSWS realizó un recuento de la belicosidad nuclear de Gran Bretaña, más allá de las estridencias de Liz Truss, anterior empleada de Shell y con escándalos etílicos extramaritales, quien declaró: “Si no frenamos a Putin en Ucrania, veremos a otros bajo amenaza: el Báltico, Polonia, Moldavia, y podría terminar en un conflicto con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)”.
“En realidad, dice WSWS, la OTAN no existe y sólo constituye la tríada nuclear de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, y rememora que el líder del Partido Laborista Jeremy Corvina, al haberse opuesto al uso del sistema de armas nucleares del Trident, fue demolido por los conservadores, los partidarios de Blair y los militares”, quienes maniobraron para defenestrarlo y colocar en su lugar a Keir Starmer, a 14 días de la operación especial militar de Rusia en Ucrania.
En junio, Ingo Gerhartz, jefe de la fuerza aérea alemana, Luftwaffe, retó a Putin: “¡No te metas con nosotros!”
Hamish de Bretton-Gordon, anterior comandante del Regimiento Conjunto Químico, Biológico, Radiológico Nuclear británico, insistió a The Telegraph: “Gran Bretaña debe estar preparada para una guerra nuclear”.
O sea, lo de Liz Truss no es algo nuevo, aunque ahora me imagino que en su mente calenturienta esté pensando en resguardarse en un bunker antinuclear, al estilo de lo que utilizó frente a otras armas, Adolf Hitler, el Fürher, quien al final decidió desaparecer del mundo real para no caer en manos de los vencedores soviéticos.
Añadir nuevo comentario