Duque: Reencarnación de Uribe

Mientras los ministros de Economía y Relaciones Exteriores de Colombia abandonan la nave ensangrentada en que viaja el presidente Iván Duque, la represión oficial contra las cada vez más numerosas y nutridas protestas antigubernamentales se extienden a todos los rincones de la nación suramericana.

La canciller Claudia Blum tuvo diferencias con el presidente colombiano, en torno a la manera cómo ha venido manejando la actual crisis que agobia a ese país, tras la ola de protestas que Blum no ha podido justificar ante la opinión pública ni ante organismos internacionales.

Varios destacamentos se desplazaron en Cali, la capital departamental del Cauca, donde el control oficial es mínimo y destaca la magnitud de las protestas contra las políticas neoliberales y la represión, principalmente contra los indígenas.

Al centenar y medio de manifestantes asesinados por la policía y el ejército se suman alrededor de 800 heridos y cerca de 600 desaparecidos, en acciones que se achacan a bandas paramilitares protegidas por las autoridades castrenses y ejecutivas.

Un periodista español llamó a Duque reencarnación de Uribe, en referencia a que ha hecho de la represión la realidad política colombiana, en la que el mandatario aprovecha todo tipo de triquiñuelas, e incluso envía a algunos de sus paramilitares a realizar. autoatentados, como los que provocaron el envío de miles de soldados a la ciudad de Popayán, donde fue incendiada la alcaldía.

En una entrevista concedida a la cadena Hispan TV, Aníbal Garzón Baeza, analista de temas internacionales, ha expresado que el mandatario del país sigue la política de su mentor ideológico, el expresidente Álvaro Uribe.

El experto español recordó que Colombia siempre ha sido escenario de conflictos y represiones, trayendo a colación la campaña de violencia contra una organización política de izquierda en los años 80, en la que fueron asesinados más de 5 000 de sus integrantes.

Uribe, con el Plan Colombia, insertado con la ayuda de EE.UU. y sus ocho bases militares, implementó una represión contra campesinos, que mató a centenares de ellos, culpándoles de guerrilleros, una mentira, que se vio después con los falsos positivos. 

También, tras el proceso de paz del 2016 en adelante, se han asesinado a casi mil activistas y cerca de 300 exguerrilleros que habían depuesto las armas, al incorporarse al proceso institucional.

De manera igual, Duque ha reforzado sus vínculos tanto con Estados Unidos como con Israel, sin que se produzca un despertar de la solidaridad internacional.

Desde el 28 de abril, Colombia es escenario de multitudinarias protestas, convocadas por diversas organizaciones sociales y políticas, en contra del proyecto de reforma tributaria del Gobierno y una serie de denuncias, como el asesinato de líderes sociales y las desapariciones en masa.

A su vez, Duque, al mismo tiempo que retiró momentáneamente tal reforma, sacó a los militares y tanques a las calles de las principales ciudades para reprimir las marchas populares.

Y, al igual que ha pasado con la represión sionista al pueblo palestino, el gobierno de Joe Biden apoyó las medidas de Duque,

De acuerdo con la agencia EFE, la portavoz adjunta del Departamento de Estado expresó durante una rueda de prensa telefónica que “en todos los países del mundo los ciudadanos tienen el derecho a protestar de manera pacífica”; sin embargo, pronunció su desacuerdo con el “vandalismo”.

En esta línea, Washington mostró una “profunda tristeza” por los fallecidos en medio de las masivas protestas contra las políticas de Duque que llevaron a un paro nacional en la nación neogranadina.

En tanto, el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara Representantes llamó a Duque “a rebajar la violencia y dejar claro que el uso excesivo de la fuerza es inexcusable”.