De Pardo Llada y los medios colombianos

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De Pardo Llada y los medios colombianos
Fecha de publicación: 
12 Mayo 2021
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José Pardo Llada, un popular comentarista político cubano, seguidor de Eduardo Chibás y simpatizante de la Revolución Cubana, hasta que la abandonó, fue a parar a Colombia, en los ciernes de una guerra civil que iría a durar más de cinco décadas y aún no ha cesado plenamente en la nación suramericana.

Le conocí cuando pequeño, cuando mi padre le entregó una carta personal aquí, en La Habana, y luego en la entonces localidad camagüeyana de Jatibonico, donde por diez centavos le compré el Manifiesto Comunista, que vendía de pueblo en pueblo. Pocos días después, abandonó Cuba.

Lo cierto, confiesa poco tiempo antes de morir, es que tenía mucho miedo a una invasión norteamericana y calificaba de locura enfrentar con armas al Imperio.

En una entrevista a Luis Báez, quien la publicó en su libro “Los que se fueron”, Pardo Llada aseguró que nunca atacó a la Revolución Cubana y mucho menos a Fidel, y esto se lo respetaron los medios de comunicación colombianos en los que trabajó, según comprobó Báez, a quien Jorge Mañach –el mejor biógrafo de Martí, estimo- llamó el Benjamín de los periodistas.

Quizás en ese tiempo se guardaba, aunque sea un prurito de respeto, y aún no había llegado la etapa estrenada por Uribe, que de, una u otra manera, aunque sea sibilinamente, siguió Santos y ahora prosigue con Duque, uno de los fanáticos uribistas, todos amigos de la gusanería residente en Miami.

Repetidamente hemos hablado de la impunidad en Colombia, de los tantos crímenes que se cometen en forma metódica y masiva, con pruebas fehacientes, paro que se diluyen no sólo por la mercenaria judicatura, sino también por los conglomerados mediáticos.

Según la última publicación del ranking de los más ricos de la revista Forbes, los dueños, o socios mayoritarios, de los medios más tradicionales y difundidos del país son también los cuatro más ricos de Colombia. 

Una coincidencia importante es que, al menos los dos más ricos, obtienen su riqueza de grandes bancos y empresas financieras. 

En un país donde se produce la mayor cantidad de cocaína del mundo, no hay posibilidad de saber cuál es el impacto real de ese lucrativo negocio para la economía nacional, pero la lógica indica que debe ser mucho, y que gran parte de ese dinero debe lavarse dentro de Colombia, para lo que se requieren bancos y negocios tradicionalmente usados para ese fin, como las grandes empresas constructoras.

Por pura casualidad, ambos son los negocios que han hecho a Luis Carlos Sarmiento Angulo el hombre con más dinero de Colombia y uno de los más ricos del mundo. Su familia compró en el 2012 El Tiempo, el más grande y tradicional periódico de la nación suramericana. 

El segundo hombre de la lista Forbes es Jaime Gilinski, quien sorpresivamente también ha amasado su fortuna en el sector financiero. Recientemente, su familia adquirió la importante revista política Semana y lo celebró haciendo una verdadera purga interna de periodistas y estableciendo una línea editorial totalmente aliada con el gobierno actual. 

El número tres es Santo Domingo, quien posee nada menos que El Espectador, Caracol Televisión y Blu Radio. Por su parte, Ardila Lülle, cuarto en la lista Forbes, es dueño de RCN, NTN24 y WIN, entre otros muchos medios. 

El mismo fenómeno nacional se reproduce a escala regional, donde los medios de comunicación más grandes son propiedad de las familias que controlan económica y políticamente las regiones. 

Esta visión general permite entender muchas cosas sobre cómo se manipula a la opinión pública colombiana. También por qué, por ejemplo, ninguno de esos medios acompaña las luchas populares, por qué atacan a la Revolución Bolivariana y, en este caso, por qué sostienen la impunidad de la oligarquía ante la opinión pública, se pelean para defender la subordinación de la política colombiana a los designios de Washington y levantan escándalos noticiosos que suben y bajan como la espuma, afectando premeditadamente la memoria a largo plazo de su público. 

Pardo Llada estuvo sólo en los prolegómenos. Si hoy vivera, tendría que bailar al compás de lo que le dictarán sus amos; si no, desaparecería. 

 

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