Brasil: Aprovechando la pandemia

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Brasil: Aprovechando la pandemia
Fecha de publicación: 
19 Agosto 2020
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Abandonados a su suerte, sin asistencia médica, ni gobierno que quiera hacerlo, la población indígena de la Amazonia brasileña sigue extinguiéndose, mientras el presidente Jair Bolsonaro aprobó que 525 kilómetros –mayor que la ciudad de Sao Paulo- hayan sido completamente deforestados en tierras reclamadas por los aborígenes, y presionó al legislativo para que apruebe la entrega del 25% del bien llamado Pulmón del Planeta a empresas privadas.

Ya los artífices del entuerto pregonan abiertamente las millonarias cifras que irían a las arcas estatales, sin mencionar que llenarían sus bolsillos y cuentas bancarias.

Bolsonaro ordenó la persecución al Movimiento Sin Tierra y sus principales dirigentes que encabezaban las protestas por la expulsión de 450 familias del ente progresista de sus viviendas, incrementando el número de desamparados en este renglón.

Aunque aquejado en los últimos días por el nuevo coronavirus, al que siempre desestimó y desatendió, el mandatario fascista ya tiene bien ubicado a Brasil en lo más alto de las naciones con el mayor número de infestados y muertes por la COVID-19, sólo superado por el descuidado manejo del mal por Trump en Estados Unidos.
El teólogo brasileño Leonardo Boff, en declaraciones a Telesur, ya había indicado que la extensión de esta enfermedad había dejado más al descubierto la falta de espiritualidad que existe ante los problemas de la humanidad.

PAREJA EMULACIÓN

Emulando en maldad con su admirado Trump, Bolsonaro ha decidido que no destinará fondos públicos para financiar a grupos ambientalistas a los que el Estado les venía cediendo un porcentaje de las penalidades que pagaban depredadores de la Amazonia pescados in fraganti, simplemente porque su idea es terminar con la “industria de multas” que para él es el Instituto Brasileño de Medio Ambiente. No más “multas al campo”, pero que a ningún integrante del Movimiento Sin Tierra se le ocurra cortar una flor de un cantero.

Y aunque no nos gusta mencionar a Dios cuando se habla de estas siniestras figuras, habría que ver si el Dios que invoca en su lema “Brasil por encima de todo y Dios por encima de todos”, estaría dispuesto a abandonar al mandatario brasileño.

Así, en la pasada campaña electoral, en la que el fascista denostó a mujeres, negros, homosexuales e indígenas, pastores y telepredicadores evangélicos convencieron a muchos brasileños de que con un presidente llamado Messias (Jair Messias Bolsonaro) hasta el Cristo Redentor parece más bueno. 

Es obvio que ninguno de ellos reza para que el aumento de la temperatura del planeta no supere los 2° C con respecto a la época preindustrial, lo que abriría un panorama peligroso. Entre ellos están los necios, los ignorantes, los descerebrados, los que no quieren ver, los que repiten como loros y los que discursean, cabildean, manipulan, falsean, sobornan, reciben dádivas, trafican influencias. 

Trump niega el cambio climático como líder de un país que ha vuelto ser por primera vez desde 1973, el mayor productor mundial de petróleo, por encima de Rusia y Arabia Saudita, mientras que Bolsonaro lo hace defendiendo los intereses de la industria minera y del agronegocio, abriendo la puerta a una fase de saqueo neocolonial que vendría a sumarse a lo ya sufrido por los lugares más saqueados del planeta. 

Los dos coinciden en que detrás del “climatismo” hay una ideología de izquierda proclive a aumentar las regulaciones y la intervención del Estado, y esto hay que evitarlo, no importa que caigan los inocentes, esos desheredados de la Tierra.
 

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