Bob Menéndez: Como el pollo jamaiquino
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Cuando hace por estos días 51 años de que mi primera suegra me diera la tarea de estrenarme como asesino de pollos, no sabía en lo que me estaba metiendo con una obra al parecer sencilla, pero que resultó tan sorpresiva como complicada.
Siete veces le di la vuelta al pescuezo del pollo, y siete veces caía de pie y, para colmo, como si nada pasara, se dedicaba a comer «de lo que pica el pollo». Frustrado, observé como mi suegra tomó un cuchillo y le cortó el pescuezo al pobre animal, un pollo de los que llaman jamaiquino, con el cuello extremadamente largo. Era la única manera de acabar con su existencia.
Esta anécdota bastante baladí, porque lo es, viene como anillo al dedo al quehacer de uno de los más conspicuos y veteranos legisladores norteamericanos de lamentable origen cubano, Robert «Bob» Menéndez, acusado ahora por manejos turbios.
No es la primera vez que el susodicho es relacionado con algo delincuencial, pero solo una vez se le presentó cargos formales, que fueron abandonados sin explicación alguna.
Siempre ha salido airoso en todos estos tejemanejes y manteniendo condiciones hegemónicas en el Congreso, como destacado lobista, es decir, hacedor de dinero extra, todo legalizado en lo que también llaman «Gran Carpa».
Incluso The Associated Press, que sorprendentemente, al parecer, no simpatiza con Bob, informó que la defensa legal del senador demócrata por Nueva Jersey está agotando sus recursos para defenderlo a él, a su esposa y a sus allegados de los cargos por corrupción a nivel federal que pesan sobre su figura.
Este viernes 22 de septiembre fue acusado de contactar en secreto al gobierno de Egipto para impedir que se enjuiciara de forma penal a uno de sus amigos; para que eso no ocurriera, ofrecería lingotes de oro y dinero en efectivo.
De acuerdo con el gobierno de EE.UU., se trataría del uso de influencias políticas en el exterior para un beneficio meramente personal. Esta acusación es la segunda que pesa en su contra en al menos ocho años, ya que aseguran que el poderoso senador demócrata de Nueva Jersey está priorizando sus negocios y ambiciones personales, por encima del interés público.
El también presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense estaría «cultivando» relaciones con algunos de los hombres más ricos del mundo. También la esposa de Menéndez y tres hombres de su mayor confianza fueron acusados de recibir dinero, oro y automóviles de lujo a cambio de acciones en su nombre.
Horas después de que se diera a conocer el caso más reciente, el gobernador de Nueva Jersey, el demócrata Phil Murphy, exigió la renuncia inmediata de Menéndez, diciendo que las acusaciones «son tan graves, que ponen en riesgo» la capacidad del senador para realizar su trabajo. El líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schemel, dijo que Menéndez dejará su cargo como presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores «hasta que el asunto haya sido resuelto», pero no pidió su renuncia.
Menéndez también está acusado de intentar descarrilar el caso penal contra uno de los empresarios al presionar con el fin de que Philip R. Kerlinger fuera instalado como fiscal federal para Nueva Jersey, porque creía que podía influir en Kerlinger. Los fiscales dicen que también intentó aprovechar su posición de poder para entrometerse en una averiguación penal distinta efectuada por la fiscalía general de Nueva Jersey.
Las autoridades encontraron lingotes de oro por más de 100 000 dólares en efectivo, la mayor parte ocultos en armarios, ropa y una caja fuerte. Las fotografías incluidas en la acusación formal muestran el efectivo en sobres hallados en chaquetas que tenían el nombre de Menéndez. Los investigadores descubrieron una búsqueda que efectuó Menéndez en Google para saber el precio del «kilogramo de oro», y ADN de un hombre —que según los fiscales lo sobornó— en un sobre lleno de miles de dólares en la casa del legislador.
Su proceder incluye haber escrito una carta sin indicar ser el autor de la misma, y haberla dirigido a sus colegas senadores para alentarlos a que levantaran una retención a una asistencia de 300 millones de dólares a Egipto, y también haber transmitido a autoridades egipcias información sobre asuntos militares que no era pública, de acuerdo con la acusación formal.
En una declaración difundida por correo electrónico, Menéndez acusó a los fiscales de tergiversar «el funcionamiento normal de una oficina del Congreso», y dijo que no permitirá que «acusaciones infundadas» lo distraigan de su trabajo en el Senado.
«Durante años, fuerzas detrás de bambalinas han intentado repetidamente silenciar mi voz y cavar mi tumba política», declaró el legislador, hijo de inmigrantes cubanos. «Desde que esta investigación se filtró hace casi un año, hay una campaña activa de desprestigio con fuentes anónimas e insinuaciones para crear un aire de irregularidades donde no hay ninguna».
Aprovechado
Este malhechor de cuello blanco ha aprovechado la enemistad con Cuba para ascender en el maloliente quehacer político estadounidense, extendiendo sus ataques a Venezuela y, más recientemente, a México, acompañado de otros dos legisladores anticubanos, Ted Cruz y Marco Rubio, a quienes el presidente Andrés Manuel López Obrador calificó de chantajistas en los casos de Cuba, México y la IX Cumbre de las Américas.
Criticó a fondo a esos tres legisladores de origen cubano por su chantajismo y actitud antiinmigrante, y respondió a acusaciones de que al defender la asistencia de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la Cumbre, estaba respaldando a dictaduras, y lo calificaron, además, de narcotraficante.
Respondió que a esos senadores no les interesan los derechos humanos que violan constantemente, y que los tres apoyaron 40 000 millones de dólares en armas para Ucrania y rechazan 4 000 para solucionar asuntos de migración en Centroamérica.
Explicó que chantajean al gobierno de Biden y amenazan con no votar a favor de iniciativas del mandatario, si no aplica con rigor políticas de castigo a Cuba y México.
Los emplazó a que presenten pruebas de que su gobierno es aliado al narcotráfico, confundiéndolo con el de Felipe Calderón, que sí lo era y ellos lo apoyaban.
Criticó que el gobierno de un país como Estados Unidos se deje guiar por dogmas, alevosías, odios, y permita ser rehén de intereses personales o de grupos que medran con el dolor y el sufrimiento de los pueblos.
Pero nada hasta ahora ha inmutado el proceder de Menéndez, quien ha rechazado sistemáticamente cualquier propuesta de levantar sanciones a Cuba y Venezuela, porque «traicionaría nuestros valores democráticos y empoderaría aún más a dictadores criminales».
Ahora, al parecer —porque nunca hay nada seguro cuando se trata de hacer justicia en Estados Unidos—, está como el pobre pollo jamaiquino de la también pobre anécdota, que podría nuevamente caer de pie, si no le aplican la ley.
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