Belcebú en Quito: Satanizando a Correa

Toda la malhadada instrumentación jurídica, con testigos falsos y hechos malignos que nunca sucedieron han sido esgrimidos en Ecuador por el presidente Lenin Moreno para conseguir su anhelado fin de excluir a Rafael Correa de la candidatura para las venideras elecciones presidenciales de febrero.

No sólo las manejadas autoridades electorales invalidaron la nominación vicepresidencial de Correa por el Frente Democrático, sino que ahora maniobra para eliminar a todas las figuras que, de una u otra manera, estuvieron políticamente junto al ex presidente en la Revolución Ciudadana durante diez años, la cual, sin ser solo virtudes, evitó el peligroso camino del neoliberalismo que hoy se entroniza en la nación suramericana.

Pero ese mundo neoliberal que aún controla gran parte del sur del continente no admite gobernantes como Correa, al que le está haciendo la vida imposible, así como a muchos de sus seguidores.

Hoy Ecuador enfrenta una incontrolable epidemia de la COVID-19 que ha causado decenas de miles de infestados y un gran número de muertes, incluidos muchos trabajadores de la salud.

Pero Moreno, en vez de emplear recursos del Estado para traer los necesarios insumos sanitarios, decretar una emergencia con vistas a evitar el relajamiento de la población y la propagación del mal, pierde más tiempo en justificar lo injustificable de su política de salud.

Bastante se ha escrito sobre la traición de Lenin Moreno, pero nunca es poco cuando se recuerda como, tras su pacto con los empresarios y los grandes medios de comunicación corporativos, propició la división de Alianza País, el movimiento que lidero durante la década de la Revolución Ciudadana. 

Moreno se apropió de su dirección, excluyendo a las correítas quienes conformaron el partido Revolución Ciudadana, pero el Consejo Nacional Electoral les negó la inscripción y, finalmente, tuvieron que adherir a un movimiento denominado Fuerza Compromiso Social.

Lo que llamó la atención de este proceso es la debilidad y fragilidad de Alianza País y la facilidad con que implosionó, debido en gran medida a la deficiente formación política e ideológica.

Con el viraje de Moreno, muchos de sus militantes asumieron sin sonrojarse tesis contrarias a su línea política y se acomodaron a las nuevas circunstancias.  Al final del día, sin embargo, la crisis de Alianza País debilitó las opciones de poder de la izquierda y favoreció el retorno de las tendencias de la derecha y populistas.

A esto hay que agregar la división del bloque legislativo de Alianza País que contaba con mayoría en la Asamblea Nacional. El bloque se partió entre correítas y morenitas, y estos últimos se aliaron con los bloques de la derecha.

Es decir, la falta de una consecuente política progresista facilitó la hegemonía de Moreno, quien logró que se tapara las denuncias de corrupción en su contra (caso INA Paperas) y aprobar leyes que viabilizaban el proyecto neoliberal, privatizador y fondomonetarista, como la Ley Orgánica para el Fomento Productivo, Atracción de Inversiones, Generación de Empleo, Estabilidad y Equilibrio Fiscal.

El 14 de mayo del 2019, Alianza País de Lenin Moreno pactó con el movimiento Creando Oportunidades (CREO), del banquero Guillermo Lasso, en la Asamblea Nacional y otros bloques menores para repartirse los cargos de la Asamblea Nacional y excluir al bloque legislativo de la Revolución Ciudadana. 

Alianza País conservó la Presidencia de la Asamblea, eligiendo como su titular a César Litado para el periodo 2019-2021, en reemplazo de Elizabeth Cabezas. 

Este nuevo bloque hizo aprobar la legislación laboral y económica que exige el acuerdo firmado por el gobierno de Moreno con el FMI, así como limitar las funciones del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social. Se consumaba la traición gestada desde mucho antes, cuando el hoy mandatario era la mano derecha del ex presidente que tanto odia, Rafael Correa.