El libro, ese salvador
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Foto: ahora.cu (detalle)
“Pues coge un libro y ponte a leer, que tú verás como se te quita.”
Bien sabe la abuela Carucha que el libro no solo quita el aburrimiento, también salva.
Pudo comprobarlo en vida propia cuando aprendió a leer con la Campaña de Alfabetización y tuvo en sus manos el primer libro impreso dos años antes por la recién nacida Imprenta Nacional de Cuba: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Justo hoy, 31 de marzo, se cumplen 62 años de fundada la Imprenta Nacional, motivo por el que también esta fecha es erigida, en 1981, como Día el Libro Cubano.
No había cumplido aun tres meses la naciente Revolución Cubana cuando el nuevo gobierno, mediante la Ley 187, dejaba constituida la Imprenta Nacional de Cuba, dirigida por Alejo Carpentier.
Para nada fue casual que mediara tan poco tiempo entre la victoria de enero y ese suceso fundacional.
Las razones bien que podían resumirse en la sentencia pronunciada por el Fidel el 9 de abril de 1961, al clausurar, en comparecencia televisiva, el ciclo de charlas sobre Educación y Revolución de la Universidad Popular: “nosotros no le decimos al pueblo: ¡cree! Le decimos: ¡lee! […] la Revolución le dice al pueblo: aprende a leer y a escribir, estudia, infórmate, medita, observa, piensa. ¿Por qué? Porque ese es el camino de la verdad: hacer que el pueblo razone, que el pueblo analice”.
Ese fue el objetivo esencial con que se fundó aquella Imprenta Nacional, adscripta al Ministerio de Educación, y cuyo quehacer fue imprescindible para la elaboración y publicación de cartillas y manuales empleados en la Campaña Nacional de Alfabetización.
A la impresión del Quijote, ilustrada por Pablo Picasso y XXJoaquín? Doré, le siguieron antologías de poéticas de Rubén Darío, César Vallejo, Pablo Neruda y Nicolás Guillén, tres tomos de la Antología de Poesía Cubana, encargada a Lezama Lima; así como las novelas Doña Bárbara, de Rómulo Gallegos, A sangre fría, de Truman Capote, y Un amor de Swan, de Marcel Proust.
El papel decisivo de la cultura –lecturas obviamente incluidas- ha sido siempre pivote en la diaria construcción de nuestro país. Tanto es así, que en reiteradas ocasiones el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, así lo reiteró en sus discursos, subrayándolo en particular con su emblemática sentencia de “La Cultura es cultura y espada de la nación”.
Muchos son los peldaños ascendidos desde la fundación de aquella primera imprenta nacional: la creación del Instituto Cubano del Libro, la fundación posterior de diversas editoriales e instituciones asociadas a la lectura, los Festivales universitarios del Libro y la Lectura, así como la Feria Internacional del Libro de La Habana, cuyas ediciones se multiplican desde 1982.
No por gusto, tan solo a mediados de este mes -en una de sus reuniones con intelectuales, dedicada al cumplimiento de los acuerdos y planteamientos de los escritores en el IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba-, el presidente cubano Miguel Díaz-Canel recordaba que la Revolución cubana siempre defenderá que haya un espacio para el libro.
Ni siquiera esta pandemia que tiene al mundo de cabeza ha significa un freno para que continuemos incentivando el gusto por la lectura. Tanto es así que en esta difícil etapa Cuba ha posibilitado espacios virtuales donde acceder a diversidad de creaciones literarias, en tanto que el Observatorio Cubano del Libro y la Literatura ha hecho lo suyo, sobre todo en las redes sociales, y el Plan editorial ha seguido nutriéndose con obras cumbres de la literatura universal a la vez que continúan preparando el Catálogo Nacional de Obras y Autores, como se informó en la mencionada reunión.
En cuanto a la pandemia, quizás en vez de decir “a pesar de ella”, pudiera apuntarse que gracias a ella, quizás no han sido pocos los que se han acercado más a los libros.
La nieta de Carucha ha sido una de ellas, siguiendo los consejos de la abuela. Y desde su adolescencia es probable que no sepa armar frases elaboradas y hermosas hablando de la importancia de la lectura en el fomento de la identidad, en eso de abrir horizontes, ofrecer paradigmas, cultivar saberes y sensibilidades.
Pero, cuando estos tiempos sean solo un mal pasado y llegue el momento de que cada cual haga su recuento, ella podrá recordar también que no solo le ayudó a espantar el aburrimiento, sino cuánto mundo nuevo descubrió y cuánto creció leyendo, aunque a lo mejor no se acuerde de que el 31 de marzo Cuba fundó su Imprenta Nacional.
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Carlos de New York City
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