"Este gobierno declara aquí y ahora una guerra incondicional a la pobreza en Estados Unidos", dijo Johnson ante el Congreso el 8 de enero de 1964, dos meses después de haber reemplazado en el cargo al asesinado John F. Kennedy.
"No descansaremos hasta no ganar esa guerra", aseveró.
La tasa de pobreza en Estados Unidos cayó de 26% en 1964 a 16% en el presente, gracias sobre todo a una gama de programas de ayuda alimentaria y exenciones fiscales, según el Center on Budget and Policy Priorities (CBPP).
Pero la pobreza en la principal economía del mundo continúa lejos de ser erradicada.
En 2012 afectó a unos 47 millones de estadounidenses, entre ellos 13 millones de niños, lo que a juicio de James Ziliak, director del Center for Poverty Research de la universidad de Kentucky, es "un número muy alto".
Algunas batallas se ganaron, como la que se libró contra la desnutrición extrema, y en otras se han logrado victorias parciales, como en el caso de un programa que brinda seguros de salud a los pobres y a las personas mayores, dijo Ziliak a la AFP.
"Si no contáramos con esas salvaguardas sociales, la tasa se habría duplicado", advirtió.
Bajo cualquier medición, la pobreza ha retrocedido significativamente entre los mayores, una de las prioridades de la administración Johnson.
Uno de cada cinco niños estadounidenses es pobre
La pobreza entre los niños también ha cedido terreno desde que Johnson hizo su famosa declaración.
Pero uno de cada cinco niños en Estados Unidos sigue viviendo en la pobreza y más de uno de cada cinco menores en Nueva York, por ejemplo, vive en una familia que no tiene lo suficiente para comer, advierte la organización no gubernamental Coalición en Contra del Hambre de esa ciudad.
Unas 25 grandes ciudades estadounidenses han indicado que las solicitudes de asistencia alimentaria o el número de personas sin hogar se incrementaron el año pasado, una muestra del paso lento al cual avanza la guerra contra la pobreza.
Por su parte, la brecha entre pobres y ricos se está ensanchando a una velocidad "peligrosa", según ha denunciado el presidente Barack Obama, quien el año pasado dijo que el 10% más rico de la población ha pasado a percibir la mitad de todos los ingresos del país.
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, fue electo en noviembre con su promesa de poner fin a la desigualdad en la mayor metrópoli del país, que alberga a la vez el mayor número de multimillonarios del mundo y un 21% de la población bajo la línea de pobreza.
En su discurso de 1964 Johnson pidió también la abolición de toda forma de discriminación racial. Hoy en día, cinco décadas más tarde, sigue persistiendo una "gran brecha" en términos económicos entre los hogares de blancos y negros, según el CBPP.
La situación se complica toda vez que los legisladores estadounidenses no se ponen de acuerdo en torno a una solución.
Los demócratas y la oposición republicana no alcanzan un consenso en cuanto a los niveles de los programas de ayuda alimentaria.
Otro programa que extendía los beneficios para desempleados a aquellas personas que no tuvieran empleo desde hacía tiempo, dejó de recibir fondos el 31 de diciembre.
Un ajuste a los programas de ayuda en 1996 condujo a un incremento de la pobreza extrema, sobre todo en hogares con madre o padre soltero, según un estudio divulgado en mayo por la universidad de Michigan.
Pero dedicar mayores recursos para enfrentar el problema es solo parte de la solución, según el Instituto Brookings, un prestigioso centro de estudios en Washington.
Según el Brookings, la guerra contra la pobreza debe incluir tres aspectos: la educación, porque es difícil salir de la pobreza sin un buen nivel educativo; empleos, porque el desempleo conduce a la pobreza; y la familia, porque un niño de un hogar de padre soltero tiene más probabilidades de ser pobre que uno de un matrimonio.