Las muchas enseñanzas del combate contra la COVID-19 en Cuba

Las muchas enseñanzas del combate contra la COVID-19 en Cuba
Fecha de publicación: 
27 Mayo 2020
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 Sin que se haya terminado ni mucho menos el combate contra la COVID-19, porque aún persiste y su desarrollo solapado todavía no nos da la tregua ansiada, desde ya son muchas las enseñanzas que tal enfrentamiento nos deja en Cuba.

    Las cifras en el mundo, las Américas y todavía en la propia Isla, aunque hayamos transitado siempre por debajo del pronóstico matemático más favorable, llaman a la cordura y a la no desmovilización: todas las precauciones y más son imprescindibles cuando se sabe que los asintomáticos viven con nosotros, entre nosotros, y sin rostros. 

   Los más de dos meses de batalla campal contra el nuevo coronavirus, letal y desconocido, han sido testigos de cómo la comunidad científica y los centros productivos establecieron nexos y cooperaciones en tiempos récords con muy buenos resultados, a lo que se sumaron no pocos cuentapropistas con soluciones muy inteligentes también. 

   Medicamentos ya en uso y otros diseñados a la medida integran los protocolos médicos cubanos que demuestran su valía dentro y fuera de fronteras; y ello no solo vino a salvar más vidas, sino a reiterar algo bien sabido: la existencia acá de un potencial de primer mundo en la materia.

   Todo ha sido sin pausa y con  prisa como lo exigían las circunstancias. No se perdió en vano el tiempo y se fueron escalando las medidas- aún vigentes y lo reitero porque hay quienes le dan una lectura errada a las estadísticas aportadas en cada mañana por el Doctor Francisco Durán García-, teniendo como justos antecedentes experiencias de larga data como la pelea contra los demonios que significan el bloqueo y sus vueltas de tuerca a lo Donald Trump.

   También se sacaron a flote las experiencias del Período Especial y más recientemente de la etapa de déficit acrecentado de los combustibles, lo cual no es un hecho superado ni nada por el estilo; además, la comunión de las autoridades, las disímiles organizaciones, el Estado y el pueblo para restañar las secuelas de ciclones, huracanes, tornados, inundaciones, sequías y sismos.

   A todo le hemos echado mano en estos tiempos de pandemia. No solo se cambiaron los formas de convivencia, modos y hábitos, sino que también los grupos más vulnerables han sido de los más protegidos y con razón.

   Los ancianos solos, las personas con enfermedades asociadas, los niños sin amparo filial, las casas de abuelos, las instituciones psiquiátricas, las embarazadas, los más pequeños del hogar y las instituciones para los deambulantes, un tema donde hay que ponerse las pilas.

   Con los psicólogos a la mano, vía teléfonos y redes sociales, las familias han tenido un importante apoyo emocional, pues entre la cuarentena, lo necesario para el devenir diario no siempre a disposición y las ansiedades generadas por la multiplicidad de noticias sobre lo que “andaba” por doquier, resultan un instrumento vital cuya permanencia deberá ya estar en estudio.

   Como esa hay otras muchas cosas que nos quedaron para bien: la reformulación de los servicios de urgencia y de las salas de terapia intensiva; y la operatividad- real y no ficticia- de lo que se espera del SIUM, que no siempre llegaron ni tampoco lo hicieron en tiempo. Por los resultados de la  marcha en esta semana del enfrentamiento a la COVID 19, ya se van analizando las posibles acciones para ir retornando, en su momento, a la normalidad.

   Todavía no hay fecha fija, pero ya el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, ha hablado de trabajar para darle el golpe final a la epidemia, cortar su transmisión y que ello nos lleve, precisó, a una posición de seguridad para tomar las decisiones para el decursar posterior del país.

   Se van viendo las ideas y en su momento las decisiones trascenderán;  y entonces Cuba y los cubanos volverán a sus anteriores ocupaciones, sin desatender su protección y la higiene indicadas para evitar rebrotes indeseados del nuevo coronavirus o del dengue y otros azotes que nos acompañan siempre con el verano, las lluvias y los mosquitos. La responsabilidad social en el mantenimiento de medidas efectivas como el uso del nasobuco, deberá ser inseparable de nuestro cuerpo.

  Esta ha sido una guerra no solo epidemiológica, sino por la salud, la vida, la economía- urgida de ser reactivada y relanzada- y la producción alimentaria,  esencial para la sobrevivencia. Hay que producir lo que comeremos, ahora más que nunca que dependemos de nosotros mismos ante una crisis económica universal.

   Sacar conclusiones preliminares no es nada apresurado, es valorar lo logrado y fijar las acciones para el presente y el futuro inmediato. Hay que hacer miradas a lo profundo, cuando ninguna positiva experiencia anterior es desechable. Todo vale y por ende echar mano a los buenos emprendimientos precedentes contribuirá a una mejor etapa post-covid.

   Muchos esfuerzos- y no solo de los médicos y científicos, aunque ellos se llevan las primicias- ha costado estaba batalla por la vida, cuando todos de conjunto han luchado con sus medios al alcance por frenar la amenaza silenciosa, letal y desconocida, que se entronizó entre nosotros sin permiso, conforme sucedió en el resto del globo terráqueo.

   Retornará la ansiada cotidianidad y seremos los mismos y a la vez otros, porque somos de nuevo sobrevivientes, que nunca olvidaremos las muchas enseñanzas del combate contra la COVID-19 en Cuba.

 

Comentarios

Sii claro que nunca olvidaremos las muchas experiencias vividas en la Batalla contra la Covid -19 y las enseñanzas que trajo consigo ya que estamos obligados a convivir y sobrevivir con ella. Pero lo que si queda muy claro es que: “En la unión está la fuerza.” Cuba es un gran ejemplo de humanidad solidaridad y altruismo . Aún sometidos a un férreo bloqueo por décadas nuestra pequeña Isla es una potencia médica mundial ...

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