Historias de Coronavirus: Vocación en línea roja de atención primaria (+ Fotos)

Historias de Coronavirus: Vocación en línea roja de atención primaria (+ Fotos)
Fecha de publicación: 
29 Abril 2020
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Hay sensibilidad y vocación a granel en aquellas personas que sacrifican horas de sueño, se exponen al contagio, y sin embargo continúan librando una batalla campal contra el Coronavirus.

No solo me refiero al personal de salud, aunque estas letras versan sobre la historia de una doctora que considero fuera de serie.

Ella merece cada aplauso fuerte de las nueve de la noche a diario, pero también más.

Nos conocemos desde nuestros tiempos de estudiantes de la Lenin, y hoy día Nadiezhna Valdés se ha convertido en la médico de cabecera, no solo de mi familia y el pequeño Enzo Samuel, sino también de todos los miembros del grupo de egresados de la Lenin del año 1999 que integramos un grupo WhatsApp, una especie de hermandad o familia agigantada y de sólida cercanía por afinidad y años de amistad.

Por estos días de temor, cuidados extremos y pandemia, Nadiezhna o Nadia que es como nosotros la conocemos cariñosamente, se halla en la delgada línea roja de enfrentamiento a la Covid-19.

Me refiero a su área de atención primaria, el consultorio #28 del área de salud de Párraga, un barrio en el municipio de Arroyo Naranjo que al juzgar por el proceder de muchos pobladores, aún no concientiza la magnitud de este virus, ni tiene percepción de riesgo real. Por consiguiente, el nivel de exposición a la Covid-19 es mayor.

Madre de dos hijos, Joel (adolescente de 15 abriles en edad difícil), y Greta (de diez primaveras), cada mañana Nadia encara su noble profesión con entereza.

Hace algunas noches, por ejemplo, estuvo en vilo hasta casi la una de la madrugada esperando por la ambulancia que viniera a recoger a una paciente sospechosa en un núcleo familiar de nueve personas, incluidos cuatro niños.

Eso da la medida de su enorme responsabilidad. Y es que ejerciendo la medicina en calidad de especialista en Medicina General Integral Nadia, de quien me enorgullezco de tenerla como amiga, es como esos perros que en un coto de caza le da seguimiento al rastro de su presa hasta el último aliento, salvando las distancias, claro está.

Otro ejemplo interesante, o más bien alarmante lo compartió conmigo con notorio grado de alarma:

“Ahora vino un paciente a quejarse del tema de los adolescentes que en más de una ocasión están reunidos en la calle sin tamaña preocupación. Se meten en una casa y se establece un foco allí, porque vienen de todos lados. Le dije que me viniera a buscar en el carro y como medida extrema ir a poner una denuncia oficial pues esa cuadra se ha convertido en un peligro, pues además allí habitan tres revendedoras de productos que salen a expender por toda La Habana…”

Con Nadia cada pregunta o consejo de salud transcurre como un diálogo en total confianza, y me atrevería a decir que esa sensación intenta transmitirla a cada uno de sus pacientes, aun cuando la situación dista de transitar por cauces tranquilos:

Cuando llegas a casa a diario, luego de todo un día en el consultorio, ¿Qué protocolo de higiene sigues?

“Mi casa está justo encima del consultorio. Puede parecer afortunado, pero también estoy más expuestas y lógicamente los pacientes ante cualquier inquietud me localizan o vienen a verme con prontitud.

En la actual circunstancia, con dos hijos y mi abuela que tiene más de 80 años debo extremar al máximo las medidas de higiene. Entonces sigo un procedimiento que consiste en quitarme los zapatos, el pañuelo y el nasobuco en la puerta y los deposito en un recipiente cerrado. Me pongo unas chancletas y voy directo al baño. Una vez allí primero me lavo las manos y la cara y automáticamente luego me baño”.

¿Qué les has explicado a tus hijos sobre la enfermedad para que estén más preparados y entiendan de la necesidad de tu trabajo, doblemente importante en estos días?

“A mis hijos les he dicho que esta es una enfermedad altamente contagiosa, y que en muchas ocasiones no te das cuenta que la tienes, pues un elevado porcentaje de pacientes que la han contraído se han mostrado asintomáticos.

También, sin ánimos de crearles miedo, les he comentado que hay muchos niños que han perdido a algún familiar o han contraído el virus ellos mismos, que incluso doctores han fallecido por causa de esta enfermedad y que por lo tanto es una necesidad cuidarse mucho, y que la forma más efectiva para ello es no salir de casa.

Comprendo que es difícil cuando ya llevan un mes sin salir, pero es lo recomendado y necesario”.

¿A qué es lo que más le temes ante esta situación?

“Le temo a un estallido de la epidemia en mi área de salud, debido a que vivo en un barrio un tanto marginal, donde a diario veo que muchas personas andan por las calles sentadas en las esquinas, se besan y abrazan, hacen visitas como si no estuviera ocurriendo nada fuera de lo común…

Eso se traduce en que aún la percepción de riesgo de la población que atiendo aún es muy baja. Las personas ven este fenómeno como algo que es posible más no real. Y como además, no he tenido casos positivos en el área que atiendo y que comprende 15 cuadras, pues las personas se sienten mucho más confiadas y no hacen caso a todos los consejos que puedo darles y que constantemente se emiten por los medios de comunicación.

Temo la pérdida de un ser querido por la incapacidad de algunos y por la irresponsabilidad de otros.

Sin ser catastrofista temo por la pérdida de algún paciente a los que considero parte de mi vida, y la razón por la cual salgo a trabajar todos los días.

Temo por la salud de mis colegas y la mía, dado que muchos aún no disponemos de todos los medios de protección necesarios para lidiar a diario con nuestros pacientes”.

¿Algo peculiar a lo que te hayas enfrentado desde que se generó esta situación de pandemia?

“Algo particular fue que durante el pesquisaje activo le llamé la atención a una paciente por estar sin nasobuco de visita en casa de otra y me dijo: Ojalá y no me enferme por su boca. Imagina hasta qué punto llega a veces la ignorancia e indolencia de las personas.

Otra cuestión que me preocupa sobremanera es la situación con algunos menores de edad, que andan sin control en las esquinas o en alguna casa de mi zona donde se reúnen hasta altas horas de la noche, muy cerca unos de otros y a veces hasta sin usar el nasobuco.

No menos preocupante es el tema de las colas, aglomeraciones de personal y salida a otros municipios que se encuentran con otro nivel de complicación en busca de alimentos y otros productos, en ocasiones para consumo personal, pero en otras para la reventa.

Eso eleva considerablemente la vulnerabilidad y el riesgo al contagio, por lo que considero que hace falta más apoyo policial o de alguna otra instancia. A veces me siento como Don Quijote embistiendo molinos de viento y eso me agota espiritualmente”.

¿Qué criterios te merecen las autoridades de salud de tu municipio?

“Realmente es un cuerpo de dirección maravilloso, siempre pendiente de la población. Son incansables. Encabezados por una directora con una manera de ser peculiar, Ana Ivis Estrada, pero que siempre está en el primer frente de combate y no descansa. Viéndola a ella y a otros muchos colegas me daría vergüenza quejarme.

Por el contrario, cada gesto me estimula o alienta más a continuar con mi labor en la primera línea roja de atención primaria”.

Día X de mi cuarentena. Pese a estar a kilómetros de distancia de Nadia, y no salir de casa, sus palabras, consejos y proceder me alientan, me hacen sentirme seguro y que ciertamente protejo a mi familia.

Ella, como tantos otros, son los dueños indiscutibles de millones de aplausos cada noche. Yo no dejaré de brindarles mi sincero y humilde agradecimiento con todas las fuerzas que mis manos puedan generar a diario.

Es el consultorio del médico de la familia, su primer frente de combate a la Covid-19.
Nadia presta especial atención a los adultos mayores, grupo etario más vulnerable. Fotos: cortesía de la entrevistada.
ante la situación existente, la población acude en su ayuda al más mínimo síntoma o padecimiento.
Nadia no pierde la ternura y el glamour en tiempos tan complejos, y decidió pintarle los labios a su nasobuco.

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