Fidel en el deporte: Un motor de Revoluciones incalculables (+Fotos)

Fidel en el deporte: Un motor de Revoluciones incalculables (+Fotos)
Fecha de publicación: 
13 Agosto 2020
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Es innegable la influencia de Fidel en prácticamente todas las esferas de la sociedad cubana. Su legado, incluso, ha trascendido nuestras fronteras, como el líder Mundial indiscutible que fue y las múltiples obras o causas en favor de la humanidad en las que se involucró.

Y es que Fidel era como uno de esos motores de más de mil caballos de fuerza, de revoluciones incalculables, de una entereza que pocos hombres en la historia han portado como bandera.

Toca acercarme al Fidel que tanto hizo por el deporte. Lo recuerdo en aquella clausura del II Congreso de los Pioneros. Corría el verano de 1995 y fue la primera vez que estreché su mano.

Pocos días antes había visitado su habitación en el antiguo Colegio de Belén, hoy Instituto Técnico Militar José Martí, uno de los sitios donde Fidel comenzó a entablar un romance singular con el deporte, y de paso a descollar en disciplinas como el baloncesto.

Traigo a colación una de sus frases, para ilustrar la importancia que siempre le concedió a la actividad física:

“El deporte requiere disciplina, y disciplina mucho al niño y al joven, lo enseña a ser resistente, estable, tenaz y valiente; influye en su carácter, ayuda a su salud y a su desarrollo físico y mental”.

Con el triunfo de la Revolución, en enero del 1959 hubo un verdadero movimiento transformador en el país, del cual el deporte no estuvo exento.

Con la máxima de “Deporte, derecho de todo el pueblo” se dimensionó y liberó el acceso a la práctica deportiva, restringida hasta ese entonces a clases adineradas a través de clubes, o en menor escala aquellos que estudiaban en las Universidades más prestigiosas de la nación, esencialmente la de La Habana.

Sobre esa premisa se diseñó la denominada pirámide deportiva del deporte cubano, sólida base de desarrollo que contempló todos los rincones del país e incluyó la educación Física y práctica deportiva como asignaturas motivos de clase desde la enseñanza primaria.

Se ajustan entonces otros de sus pensamientos:

“Nuestra Revolución ha establecido el principio de que el deporte es un derecho del pueblo, a lo cual podríamos añadir que el deporte es también un deber del pueblo”.

“El deporte no es en nuestra patria un instrumento de la política, pero el deporte en nuestra patria sí es una consecuencia de la Revolución”.

Vuelvo a viajar en el tiempo, me sitúo en los Juegos Panamericanos de La Habana 1991, primera cita multideportiva que tuve la oportunidad de presenciar en vivo. En más de una ocasión me sorprendió un silencio en las instalaciones, tras lo cual se escuchaba el vitorear “frenético” de todos los presentes.

No era el veredicto de una pelea de judo o boxeo, de un tackle fenomenal, un mortal impecable de Erick López, o un remate de Ana Fidelia Quirot, o saltos de Javier Sotomayor o Iván Pedroso… se trataba de la presencia de Fidel, el deportista mayor en dichos escenarios, apoyando y siguiendo a nuestros deportistas.

Pienso en su acompañamiento fiel y el aliento incalculable que le brindó a la propia Ana Fidelia para que retornara a las pistas tras su fatídico accidente doméstico. En el abrazo a Juantorena y a otros cientos luego de recibirlos en el aeropuerto a su regreso de gestas culminadas con el sabor de la victoria, de haber representado dignamente a nuestro pueblo, y haber defendido todos los ideales del deporte revolucionario:

“El deporte en nuestro país, o la política deportiva en nuestro país, tiene dos objetivos: promover la práctica del deporte para todo el pueblo, y fundamentalmente los niños y los jóvenes. Mas no solo los niños y los jóvenes necesitan el deporte, sino también los adultos y las personas de más edad. Y el deporte lo necesitan incluso, los ancianos”.

“La Revolución tiene que ocuparse de la educación física y del deporte como una cuestión fundamental para el país” (…) “Sin revolución no se habría podido soñar siquiera con empezar a desarrollar en nuestra patria un gran movimiento deportivo”.

Veo a Fidel vuelto ajedrecista en la Plaza de la Revolución, impulsando también el juego ciencia, invocando esa pasión que compartía con el Che, en las Olimnpiadas del Deporte Cubano o los integracionistas Juegos del Alba…

Lo imagino sentado delante del televisor siguiendo al detalle las incidencias de Juegos Olímpicos o Campeonatos Mundiales, destilando tensión y fe en la final del I Clásico Mundial de Béisbol.

Multiplicado en cada uno de los Centros de alto Rendimiento siguiendo al detalle los procesos de preparación de nuestras cartas de triunfo, pero también en las EIDE, el Camilo Cienfuegos, o sencillamente una escuela donde la práctica deportiva tuviese ribetes destacados.

Ese es nuestro Fidel, incombustible, el eterno, el que puso todo de sí para impulsar la construcción de nuestro Laboratorio Antidopaje, y la Escuela Nacional de Gimnasia, involucrado en tantos proyectos de colaboración, como la misión Barrio Adentro Deportivo.

El Fidel para el cual el deporte era y debía funcionar como un puente de hermandad entre los pueblos del mundo:

"Nosotros deseamos paz, nosotros deseamos el desarrollo del deporte. Creo que puede contribuir el deporte realmente a la paz; debe ser un instrumento de paz y de unidad, no debe ser instrumento de discriminación, ni de humillación para nadie."

En tiempos donde los principios lúdicos de la actividad deportiva promovidos por el Barón Pierre de Coubertin y el Comité Olímpico andan un poco diluidos en la gigantesca poción de la mercantilización, el robo de talentos y otras prácticas cuestionables, creo que toca traer a diario, sino bien mantenerlos en nuestra bitácora de principios, buena parte de la ideología fidelista relacionada con el deporte.

Nuestro deporte no transita por su mejor momento. Y en alguna medida esa meseta en la que hemos caído, pasa por fenómenos asociados al distanciamiento de las concepciones, o a la no puesta en práctica o instrumentación de muchos conceptos como es debido.

No esperemos a cada 13 de agosto para reflexionar, intentar encausar el rumbo y corregir el tiro. Alimentemos siempre los ideales de ese motor de revoluciones incalculables de nombre Fidel, para que nuestro movimiento deportivo siga rodando con potencia.

 

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