Entre tormentas y huracanes: otro llamado a la responsabilidad social

Entre tormentas y huracanes: otro llamado a la responsabilidad social
Fecha de publicación: 
3 Agosto 2020
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Dejando fuera barreras idiomáticas, religiosas, raciales, étnicas, etarias, y cualquier otra diferencia que pudiera segmentar a grupos, comunidades, naciones e incluso continentes, creo que la Covid-19 nos ha dejado algo claro, al menos para un gran número de personas. Y es que las realidades se pueden moldear de manera favorable, por muy extremas que parezcan, siempre y cuando se adopte una actitud responsable, precavida y con percepción de riesgo.

Seguramente cuando escuchamos o leemos la palabra extrema, nuestro primer instinto como cubano y caribeño sea enlazar nuestros recuerdos con eventos meteorológicos como huracanes, tornados y tormentas eléctricas. Cuba, isla tan atractiva para turistas foráneos por sus hermosas y cálidas playas como también para fenómenos de este tipo por su situación en el centro norte del Mar Caribe, entre el Océano Atlántico y el Golfo de México.

Para nuestra supervivencia y una buena calidad de vida, contra estos sistemas de bajas presiones no queda otra que adoptar con madurez y responsabilidad cuantas disposiciones adopten las máximas autoridades como medidas que aconsejen por el bien de cada uno de nosotros. Gracias a la Alerta Temprana y el establecimiento de fases por parte de la Defensa Civil, en Cuba la pérdida de vidas humanas por causa de tormentas tropicales y huracanes ha sido mínima.

Si bien la temporada ciclónica comprende los meses de junio a noviembre, su periodo más activo coincide con el mes que está a horas de empezar, más específico entre mediados de agosto y finales de octubre. No obstante, a veces la probabilidad falla, pues con el calentamiento global por causa del papel egoísta e imprudente del ser humano, la naturaleza se ha visto bruscamente sacudida, y puede que estos eventos se muevan y anticipen de su marco temporal.

Hay quienes dirían, suficiente este 2020 con este “coronabicho”, qué más desgracia que esta que nos ha tocado con un mundo patas arribas, millones de enfermos más miles de fallecidos. Sin embargo, no es menos cierto que el futuro próximo nos puede acercar a escenarios ambientales complejos. Días atrás un huracán categoría uno tocó tierra norteamericana por Texas y ahora un potente sistema tropical atenta contra la estabilidad de Santo Domingo y República Dominicana.

¿Cómo preparase ante la llegada de un ciclón tropical?

El Instituto de Meteorología de Cuba hace apenas unas horas emitió un aviso especial sobre esta extensa área de bajas presiones en el Caribe que a partir de mañana viernes 31 de julio transitará próximo o sobre las regiones oriental y central del archipiélago. Es momento de que ya las familias cubanas vayan concibiendo un grupo de medidas para la protección de sus integrantes, dígase mascotas y animales de crianza, y de la economía familiar.

Debemos estar bien preparados para enfrentar este tipo de amenazas. Es primordial que la tarea comience por cada persona y familia, y que parta del conocimiento que se tenga de las vulnerabilidades de nuestras residencias, su estado constructivo, resistencia de techo, paredes, ventanas y puertas ante fuerte vientos, posibilidades de derrumbe y filtraciones, y peligro de inundación en caso de estar en zonas bajas, cercanas a ríos, canales, cañadas o zonas costeras.

Por protocolo y más ahora por el probable y cercano peligro que corremos, debemos estar permanentemente informados. No dejemos para después la tarea de limpiar techos, desobstruir tramos de zanjas, alcantarillas y desagües que puedan provocar inundaciones por intensas lluvias, chequear el estado y funcionamiento de la radio y las linternas de mano, como el estado de las baterías, y también tener a mano quinqués y velas. 

Además, se deben puntualizar los recursos para la subsistencia durante el paso del evento, dígase depósitos de agua, de alimentos, botiquín de primeros auxilios, medicamentos para enfermedades metabólicas como la hipertensión y la diabetes. No menos importante, la Defensa Civil sugiere cerrar las entradas de gas, biogás o combustible doméstico que se emplea para la cocción de alimentos cada vez que use la cocina. 

Durante el desarrollo de estos sistemas se deben evitar desplazamientos durante la noche y bajo la influencia de los vientos, lluvias o inundaciones. Quienes se trasladen hacia centros de evacuación o viviendas de amigos o familiares, deben desconectar los equipos para evitar accidentes en sus hogares. No se debe olvidar la conformación de una mochila familiar con medios y recursos indispensables para la protección de las familias en otros centros de protección.

Hay quienes subestiman medidas y dejan desagradables historias para amigos y familiares. Por ello se reitera no transitar por áreas inundadas, ni acudir a estas zonas para pescar, bañarse o recolectar objetos y artículos. Se insiste en que las personas no toquen cables caídos y se alejen de lugares con peligro de derrumbe o desplazamientos. Tampoco se debe salir en tiempo de calma, pues no es más que el ojo del huracán sobre nuestras coordenadas geográficas. 

En los últimos 50 años varios huracanes han arremetido el poderío de sus vientos e intensidad de sus lluvias contra Cuba, la zona del Caribe y el Sur de los Estados Unidos. El Irma, que azotó las Antillas menores en septiembre de 2017, golpeó con toda su fuerza Barbuda, San Bartolomé y San Martín, Puerto Rico, Dominicana, la Florida, y en Cuba bordeó la costa norte durante 72 horas causando diez fallecidos y daños en 13 de las 15 provincias. 

La “fatalidad” de las tormentas eléctricas

Aunque tenemos la posibilidad de ser prevenidos ante el impacto de un huracán, pues el avance de la tecnología y los sistemas meteorológicos lo posibilitan, lo cierto es que las tormentas eléctricas a veces no nos dan tiempo de escapar de la descarga de un rayo, aunque hay quienes desafían la naturaleza y se mantienen en piscinas, duchas, lagos, ríos, playas y botes, otros olvidan el consejo de no refugiarse debajo de árboles, y la historia del rayo termina siendo nefasta.

De acuerdo con el Instituto de Geofísica y Astronomía, en Cuba la primera causa de muerte por fenómenos meteorológicos es debido a la caída de rayos y por lo general, la mayor ocurrencia de estos coincide con los meses de la temporada ciclónica. Las estadísticas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente apuntan a que un promedio de 65 cubanos pierde la vida cada año. En la isla de 1979 a 2013 fallecieron mil 682 personas por estos procesos climatológicos.

Y es que Cuba califica como uno de las naciones más afectadas por estos eventos en todo el mundo, dada la gran actividad eléctrica que caracteriza las tormentas en el país. Las cifras apuntan que la mayor cantidad de descargas de este tipo se concentra en el Norte de la provincia de Pinar del Río, el interior de La Habana, Artemisa y Mayabeque, y en el Oeste de Matanzas.

Siempre que se tomen las precauciones pertinentes, se mantenga activa la precepción de riesgo y se actúe en sociedad por la vida de uno mismo y de los otros de forma responsable, no sólo ante la presencia de este tipo de eventos meteorológicos sino de emergencias sanitarias como la que se está viviendo ahora por el virus SARS-CoV-2, tendremos la capacidad de manejar la situación hacia nuestro favor, la vida humana, y el bienestar de quienes nos rodean.
 

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