Enrique y Belkis, otra historia de amor en tiempos de pandemia

Enrique y Belkis, otra historia de amor en tiempos de pandemia
Fecha de publicación: 
22 Abril 2020
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Enrique fue su primer y único amor, me cuenta alguien que los conoce bien. Sin embargo, desde aquellos días universitarios en que comenzó todo, quizás nunca vio Belkis Fernández tan agigantado el amor de su esposo, hinchado, desbordado. Y vaya que hablamos de un amor largo y profundo, que vio nacer una hija y libró todas las batallas de la vida. Pero el nuevo coronavirus les impuso otra prueba.

“Cuando Enrique viene y me dice que él es de las personas que se están preparando para trabajar en el rescate del Crucero, yo me sentí un poco alerta. Le dije: ay, Enrique, pero ya tú tienes más de 60 años, esa enfermedad es muy difícil para las personas con cierta edad. Yo le decía eso a él, pero en lo más profundo de mi ser sabía que él, cuando le llegara el momento, en lo menos que iba a pensar era en la edad, porque realmente nosotros somos una generación formada con valores humanistas, de colaboración, y él siempre ha sido una persona que ayuda a todo el mundo, que coopera. En este momento no podía ser diferente, no quedaba de otra, yo sabía y estaba convencida de que él iba a dar el paso al frente. Así que mi posición y la del resto de la familia no podía ser otra que apoyarlo, explicarle, decirle que no iba a pasar nada si él cumplía todas las medidas y además, estábamos confiados en que él lo iba a hacer lo mejor que pudiera”.

Enrique Fernández fue uno de los choferes de Transtur que participaron en el rescate del MS Braemar. Desde la tranquilidad de su hogar, nos cuenta cómo fue a parar un hombre de más de sesenta años al centro de esta operación humanitaria.

“Primero nos reúnen y se habla de que había que ir a cumplir una tarea del gobierno, entonces, ya nos lo habían comunicado de forma extraoficial. Luego, oficialmente, viene el Director de la Casa Matriz y nos explica en qué consistía la misión. Enseguida todos estuvimos de acuerdo en ir a cumplirla. Yo soy el secretario del Sindicato de la Brigada 2 y ayudé en la selección de los que iban a participar, porque siempre se dijo que debían ser los más jóvenes; pero si yo ayudo a seleccionar, ¿cómo no voy a ir?; tengo que ser el ejemplo, ¿no?"

Desde ese momento, ya comenzó la preparación para preservar la salud y la vida de todos:

“Se expuso cómo iba a ser el proceso. Un compañero de las Fuerzas Armadas nos explicó el tema de la vestimenta, o sea, todos los detalles de cómo se iba a hacer. Nos explicaron que la ropa que lleváramos puesta se iba a incinerar, que no contáramos más con ella, desde los zapatos, hasta la ropa interior, todo se iba a incinerar. Una vez llegados al Mariel, para ya recoger a los pasajeros del barco, un equipo médico se encargaba de vestirnos y explicarnos en detalle lo que teníamos que hacer, lo que no podíamos hacer, todo en detalle.

¿Tuvo miedo?

"Yo me preocupo un poco porque la operación primero se hace con los pasajeros del barco sin síntomas, y los últimos cuatro carros, que era donde yo estaba, íbamos a sacar a los sospechosos, los que venían tosiendo, con fiebre, con síntomas de la enfermedad. Entonces, a nosotros nos visten diferente. La doctora me pone, encima de la ropa que era para desechar, un traje verde y después un traje blanco, con un delantal, espejuelos, guantes, etc. Ella me explica muy bien, que se lo agradezco eternamente. Me dijo: Enrique, no tenga miedo, que no va a pasar nada; si tú cumples todos los protocolos, no te va a suceder nada en absoluto; pero tienes que hacer todo lo que yo te explico".

En casa hubo insomnio, aunque ni la propia Belkis sabía cuán cerca de la Covid-19 estaría su esposo:

“Yo no sabía que Enrique iba a trabajar con los enfermos, eso lo supe cuando ya había llegado al centro donde los tuvieron evacuados para la vigilancia epidemiológica. Ahí fue que él me contó, entonces ahí me sentí aún más alarmada. Durante esos catorce días estuvimos pendientes a los partes que daban en la Televisión, conversábamos con él: ¿estás bien?, ¿no te sientes nada? Los compañeros de él, los que no participaron, siempre estuvieron presentes, llamándonos, dándonos apoyo; es decir, esa solidaridad, ese acompañamiento, siempre los tuvimos. Ellos ya salían el jueves y me llama el miércoles tarde, casi en la madrugada, y me dice que les iban a hacer los test rápidos. Al día siguiente, cuando me dice que todos dieron negativo, fue que respiramos profundo, porque ya estábamos convencidos de que todo había salido bien, porque todos estaban bien de salud, perfectos”.

Belkis está más tranquila ahora, y tan convencida como siempre de que el amor de su vida no podía ser otro que este guerrero, quien no solo recibió el reconocimiento de su familia:

“Bueno, imagínese: cuando usted se acercaba al crucero, que miraba para los camarotes, veía a los pasajeros enseñando corazones, tirándonos besos, nos abrían los brazos, nos ponían carteles, era algo bastante conmovedor. Era algo que había que hacer. Era un gesto humano que nos sentíamos con el compromiso de hacerlo, esas vidas había que salvarlas. Una vez más demostramos que somos solidarios, es uno de los principios que rigen nuestro socialismo, nuestro sistema de vida aquí. Nos sentimos bien, era lo que nos tocaba hacer”.

Y lo hicieron. Salvaron esas vidas y tanto Enrique como su esposa, Belkis, cuentan hoy con orgullo esta historia de amor infinito en tiempos de pandemia. Una historia de solidaridad y humanismo es siempre una historia de amor.

Comentarios

CUBA SALVA. ADELANTE !!! JUNTOS VENCEREMOS!!
Muy conmovedora historia de amor del bueno,mis saludos cordiales desde la mas occidental de las provincias,Pinar del Rio.
Ufffff emocionante trabajo!!, bsitos gracias miles!!!

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