Bloquear el derecho a la vida, triste papel de Estados Unidos

Bloquear el derecho a la vida, triste papel de Estados Unidos
Fecha de publicación: 
29 Abril 2020
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El azote de una de las más peligrosas enfermedades que hayamos padecido sigue dando lecciones cada día. Una de las más importantes, y cuya esencia ya había anticipado el genio de José Martí, es que “los hombre van en dos bandos; los que aman y fundan y los que odian y deshacen”. Pero lo peor ocurre cuando estos últimos, merced a su afán de riqueza y dominación, ascienden a posiciones desde donde pueden convertir sus egoísmos en política de Estado.

   A los cubanos nos ha tocado sufrir las consecuencias de este bárbaro proceder, ejercido por la horda imperial estadounidense, que nos ha sometido durante más de medio siglo a las más criminales  e injustificadas medidas de cerco económico, comercial y financiero que se hayan conocido nunca, y tras las cuales hay un saldo de sufrimientos a veces insuficientemente conocido en todo el alcance de su crueldad.

   Hoy, cuando se impide la llegada a Cuba de recursos médicos para enfrentar el peligroso virus y se refuerzan otras medidas que hacen más difícil la ejemplar batalla del país para frenar la epidemia y ofrecer su solidaridad a otros pueblos, bien vale la pena recordar algunas acciones inhumanas aplicadas por Estados Unidos en el campo de la salud a lo largo del tiempo.

   En el Instituto de Oncología y Radiobiología de la Habana, por ejemplo, los médicos han estado imposibilitados de emplear las placas de Yodo Radiactivo en el tratamiento de niños y adultos que padecen del tumor retinoblastoma (afección congénita que se desarrolla en la retina),  al no poder adquirir dichos elementos, dado que solo pueden ser comprados en EE.UU. Esta tecnología es mayormente utilizada en el tratamiento de niños, porque permite tratar el tumor conservando la visión del ojo afectado y la estética del rostro.

   Ante esta carencia, la única alternativa es la extirpación del globo ocular y en una parte de los casos la extirpación de ambos órganos.

   El ensañamiento ha llega al punto de impedir también a Cuba comprar el Temozolamide (Temodar), citostático específico para el uso en tumores del sistema nervioso central (gliomas y astrocitomas). Esta enfermedad afecta aproximadamente a 250 pacientes anuales, de los cuales alrededor de 30 son niños. El empleo de este medicamento posibilita aumentar significativamente la supervivencia y calidad de vida de los enfermos.

   Pero el colmo del cinismo y la deshumanización es la medida del Departamento del Tesoro, que desde el año 2007 incluyó al cardiocentro pediátrico William Soler, de la capital cubana, en la categoría de “Hospital Denegado”, por lo cual se le imponen condiciones para la venta de productos y se le niega la adquisición de estos, si no cumple con determinadas exigencias impuestas en virtud de la política de bloqueo. 

   Esta criminal medida ha conllevado a un sin número de afectaciones en la realización de diferentes técnicas quirúrgicas por no poder adquirir en el mercado estadounidense determinados materiales apropiados para niños como sondas vesicales y traqueales de mayor calidad, catéteres y stents, entre otros.

   Como la crueldad imperialista no tiene límites, a la compañía norteamericana ABBOT que hace suministros al mundo entero sin restricción alguna, el gobierno estadounidense le prohibió la venta a Cuba del medicamento Sevofluorane, agente anestésico general inhalatorio de rápida inducción, que lo hace ideal para la aplicación de la anestesia en infantes, además de ser un excelente agente de protección miocárdico ante episodios  de isquemia en pacientes anestesiados por revascularización.

    Otros medicamentos genéricos de menor calidad y con efectos adversos, como el Levosimendan, fabricados por la misma compañía tampoco pueden ser adquiridos por los hospitales pediátricos cubanos.

   Solo por las acciones aquí enumeradas, que representan una nimia parte dentro del conjunto de la política criminal de Washington, queda confirmado su propósito de deshacer la hermosa obra de la Revolución, que inspirada   en las ideas de José Martí ha forjado “hombres que aman y fundan”, como los médicos que hoy enfrentan la COVID-19 en buena parte del mundo a riesgo de sus propias vidas

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