Alicia Hechevarría recrea su realidad-maravilla, la actuación

Alicia Hechevarría recrea su realidad-maravilla, la actuación
Fecha de publicación: 
30 Julio 2020
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Cerca de ella no suelen faltar las músicas de Fito, Sabina, Serrat, Varela, Kelvis Ochoa, Polito Ibáñez y, si de mujeres se trata, Haydee Milanés y Liuba María Hevia recorren con éxito su interés fonográfico, aunque ciertamente toda sonoridad que le mueva su mundo interior es bienvenida para Alicia Hechevarría, la joven actriz que se enamoró de la actuación cuando vio por primera vez El Rey Lear, de Shakespeare, de la mano de Carlos Díaz y Teatro El Público. Con esa experiencia maravillosa, sintió que la actuación es esa fuerza poderosa que le hace retroceder ante cualquier negativa. Así ha sido hasta hoy, que considera a Carlos Díaz su segundo papá y a Teatro El Público, su casa.

Alicia es ella y a la vez la compleja Isabel, de Vidas cruzadas, pasando por la dubitativa Niurka, en El rostro de los días, hasta acceder a una próxima profesora de enseñanza especial que aún no conocemos, solo por mencionar algunas de las féminas a las que ha dado vida en la pequeña pantalla. Son algunos de los personajes que ha encarnado con el orgullo de ser una de las hijas del gran actor Fernando Hechevarría, aunque acompañado de ese regocijo crezca el desafío y la responsabilidad de portar tan peculiar credencial.

Por eso asegura que su mayor desafío y responsabilidad consisten “en poder estar a la altura del tremendísimo actor que es, con el legado que está dejando a las nuevas generaciones, por ese sentido de la ética, de la entrega que siempre ofrece en cuerpo y alma a cada uno de sus personajes. De ahí que la mayor responsabilidad viene también de algo que siempre me dice: «uno es tan bueno como el último personaje que interpretó», y así lo creo, por eso, la responsabilidad que asumo es seguir exigiéndome, perseguir nuevas metas, salir de cualquier zona de confort y seguir viviendo y entregándole esa fuerza a los personajes. Y eso, créeme, es una responsabilidad muy grande”.

Y Alicia, más segura de cómo vivir su propia realidad-maravilla, recuerda cuando de niña recibió clases de baile, algunas de canto, incluso, apostó por el nado sincronizado. Graduada de Actuación en la Escuela Nacional de Arte, la vida no la llevó directamente al Instituto Superior de Arte, sino a la Facultad de Psicología, y de ella se graduó, hecho que en estos tiempos agradece sobremanera:

“La sicología llegó a mi vida para completar, aportar a mi carrera como actriz, me dio una serie de herramientas para poder entender y trabajar un personaje. Una vez que me enfrento a un guion, siento que tengo una cantidad de recursos con los cuales poder trabajar más cómoda, porque entiendo cómo funciona por dentro. A eso le toca entonces ponerle el alma. Por eso, creo que la sicología llegó a mi vida en un momento vital y para complementarme como actriz y ser humano”.

Y desde manera le puso todo sentimiento al personaje de Niurka, en El rostro de los días, un rol de corta aparición en la actual telenovela, del cual comenta: “Precisamente, por el corto tiempo que está el personaje dentro de la novela, desde que se inició el trabajo de mesa conversábamos sobre cuán importante era que esas escenas en la que estábamos juntos, sobre todo Denys (Fabián) y yo, aquellos momentos en que interactuara la familia: mi hermana, mi abuela, etc., fueran escenas poderosas, que pudieran quedarse en la gente, porque justamente lo que sucede con mi personaje es que va a marcar el actuar de las personas de esa familia, por lo trágico de su muerte, por lo rápido y drástico que sucede.

“De Niurka guardo con mucho cariño y respeto el hecho que me permitió insertarme en un proyecto en el que trabajamos siempre en equipo, hubo una energía muy linda entre todos y eso siempre influye y sale a relucir en el resultado. Agradezco, y ha sido uno de los regalos más lindos que he tenido en mi carrera, haber podido compartir escenas con Daysi Granados, ha sido un sueño hecho realidad, porque es una de mis actrices favoritas, a quien respeto y admiro enormemente. Fue muy lindo cada momento que pasamos juntas y algo muy importante también fue la relación con el resto de los actores, con Yía, una actriz tan divertida, con una energía que contagia.

“Trabajar con ella es espectacular, al igual que con Denys, ese es otro regalo, porque con él se crea una química al instante. Realmente esa química ya existía porque nos conocemos desde hace muchos años y nos queremos mucho, pero es necesario hacer resaltar que para que se desate ese vínculo tan certero tiene que existir, como lo hubo, un trabajo serio de pregrabación. Es la única manera para que en el momento de vivir la historia todo funcione bien.

“Por supuesto, estos agradecimientos no estarían completos si no me refiero a la teleaudiencia. Hemos tenido un recibimiento tan grato por parte de los televidentes, son tantas y continuas las muestras de cariño, que no se me ocurre otra cosa que decirle muchas, muchas, muchas gracias, también a ese bebé hermoso que ustedes tienen en pantalla cada semana, que nos dio tanto en cada una de esas escenas. Fue maravilloso, sin ser madre, poder sentir tantas sensaciones al tenerlo bajo mi cuidado.

“Primero, hay que aclarar que son niños diferentes, uno en el momento del parto, otro en los días de estar ya en casa y el otro es este que los televidentes también celebran tanto porque realmente fue un encanto, se portó de maravillas, solo había que cuidar que no se pasaran sus horarios de alimentación. Realmente se acostumbraban muy rápido, pero uno en esas escenas de trabajo con bebés tiene que ser más cuidadosa que nunca, más centrada, más creíble y sobre todo más sensible, porque lo único que importa en ese momento es él, que no se dañe, no se asuste, no se irrite, y ese cuidado da una sensación tremenda de verdad, por eso lo disfruté tanto y, cuando pienso en ello, me emociona más”.

Terminará El rostro de los días, pero en un tiempecito Alicia Hechevarría regresa al espacio de la telenovela, y esta vez de la mano de alguien a quien la unen lazos muy fuertes, se trata de Lester Hamlet.

“Antes que se iniciara este proceso de distanciamiento social debido a la pandemia, estábamos trabajando en la más reciente novela de mi amado Lester Hamlet, titulada Tú. Ha sido una experiencia inolvidable, solo espero con ansias que llegue la normalidad para regresar a ese mundo que ha creado. Con Lester me pasa que conocerlo fue como un amor a primera vista; para mí es un ser de luz, sensible, que sabe hasta dónde hacerte llegar con el personaje.

“Entiende al actor y, a partir de ello, sabe hasta dónde presionarte, pero al mismo tiempo tiene una inmensa capacidad para escuchar al actor. Solo puedo adelantar que en su telenovela seré una profesora de niños sordos y no sé cómo lo consiguió, pero me hizo cantar. Esas son las cosas que suceden a su lado y que en ocasiones me dan pánico, porque sé que con él puedo volar, pero nunca sé hasta dónde”.

Continúan las jornadas de trabajo para la televisión, entonces y siempre queda un espacio reservado para pensar en otra de las grandes pasiones de Alicia, el cine: “Sí, en el cine siempre pienso con muchos deseos, porque me resulta fascinante y apasionante, aunque el propio hecho de estar trabajando con Lester es sentir que sigo muy cerca del cine, por lo que él significa para mí, por su conocimiento y esa manera particular de contar historias. Pero el año pasado tuve la dicha de que se estrenara como muestra la película La espuma de los días, donde asumí un personaje que agradezco muchísimo, y tuve el grandísimo honor de compartir escena con ese gigante que es Gastón Pol, gigante como actor e igualmente inmenso como persona.

“Claro que siempre estoy dispuesta a asumir personajes interesantes y nuevos retos, estos me encantan. A veces soy un tanto impulsiva al decir que sí, y después me estoy muriendo de los nervios, pero ahí va, de eso se trata de salir de la zona de confort, y el cine es un excelente pretexto para hacerlo”.

Y con esos inmensos deseos de trabajar Alicia Hechevarría se muestra ante un lector que desde hace algún tiempo aprecia que, detrás de sus heredados ojos verdes, reverencia con su talento un apellido que es una meta, agradece a su maestra de siempre, Verónica Lynn, y ofrece un guiño cómplice a Carlos Díaz, que la conduce cada vez a recrearse en su propia realidad-maravilla, la actuación.

 

 

 

 

 

 

 

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