Eva y los Cinco

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Eva y los Cinco
Fecha de publicación: 
11 Julio 2015
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Es casi imposible adivinar la edad de la mujer, tiene la sonrisa incompleta y a la vez hermosa, limpia, de cierta manera una sonrisa toda. Nos ve acercarnos con timidez y en el lenguaje universal del cuerpo nos hace una seña para que lleguemos hasta su mesa, que ocupa apenas unos pocos metros en las afueras del Museo Héctor Pieterson, corazón mismo de Soweto. No nos deja apenas saludar, no nos propone ninguna de sus artesanías, no quiere que compremos nada, o sí, quién sabe; nos interpela rápida ¿ustedes vienen con los cubanos?

 

Dentro del Museo Héctor Pieterson, cinco cubanos y sus familias escuchan atentos de las luchas del pueblo sudafricano en los tiempos del Apartheid. Los sigue la prensa, los acompañan amigos de Cuba y los distingue con su presencia alguien que nunca ha dejado de vivir en Soweto, Winnie Mandela. Winnie les cuenta de primera mano la historia, corrige al guía, vuelve sobre sus memorias y los Cinco agradecen tanta deferencia, y apenas creen que ella, que es parte esencial de lo que escuchan, esté allí.

 

En las afueras del Museo Hector Pieterson, corazón mismo de Soweto, Eva nos dice que se llama Eva, y yo le digo sí, venimos con los cubanos. Bueno, nosotros somos cubanos. Y nos enseña su sonrisa otra vez, ahora con una satisfacción que no alcanzo a entender. Sí, pero yo digo los seis cubanos, los que salieron en la televisión, los héroes, responde ella. Son cinco, le aclaro y ella sonríe. Eva me cuenta que lo vio en el periódico, en la televisión. Cuando escuché Cuba presté atención, nos dice. Yo suspiro con una especie de orgullo nacionalista y me preguntó por qué lo haría. Ella parece adivinar – con más orgullo que el mío- en una frase contesta, mi nieta estudia Medicina en Cuba. Todo sobre Cuba me interesa.

 

En pocos minutos ya sé que Eva y familia son de Kimberly, la capital de la provincia Northern Cape. Vine a Soweto porque allá la venta es mala, mi nieta también es de allá, ahora pronto viene de vacaciones. Sí, en Julio hay vacaciones en Cuba, le cuento y le hablo de las playas, del calor que hace en el verano, a diferencia de aquí, con este frío… Es una mañana particularmente dura, dos grados como mínimo para Johannesburgo había dicho el pronóstico del tiempo.

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Eva, la protagonista de esta historia...

Somos, en las afueras del Museo Héctor Pieterson, dos curiosas frente a frente. Eva quiere saber más sobre los Cinco, ¿por qué estaban presos en América? Iván le cuenta y yo miro sus ojos mientras escucha atenta una versión brevísima de la historia. Tiene los ojos de quien ha vivido mucho, pero su piel luce tersa y su mirada segura.

 

Yo quiero saber más sobre su pueblo originario, sus costumbres, los colores que acompañan la tradición, me explica e intento guardarlo todo de un tirón, pero ya sé que es imposible. Volvemos a los Cinco y Eva quiere saber más, ¿es Winnie Mandela quien anda con ellos?

 

Dentro del Museo Héctor Pieterson el recorrido termina, ha sido extenso, prolijo en detalles, único no solo para los Cinco, sino también para los amigos sudafricanos que los acompañan.

 

Casi en marcha le respondemos que sí, que Winnie viene con los Cinco, nos da una tarjeta a toda prisa, ¡Vuelvan! grita. Mientras le digo adiós, leo en su trajeta: Eva. B. Nako. Pienso todo cuanto puede guardar la B., la familia, la tradición, la obligación de colocarse un nombre occidental porque se decía en tiempos del Apartheid- era más civilizado-. Pienso en su nieta en Cuba, cómo será, disfrutará el clima tropical, le gustará el congrís. Miro a Eva de lejos, han llegado unos clientes y vuelve al negocio. La imagino atenta a las noticias, escuchando de Cuba y los Cinco, y pensando en su nieta, que es como me diría, su orgullo y esperanza.

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