Abdón Ubidia: “No hay fronteras entre literatura y vida”
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“De niño soñaba con ser inventor, pero, como no pude, me conformo con estas dimensiones que he creado como escritor”, dice Abdón Ubidia y sonríe feliz mientras conversa con algunos lectores.
Se trata de uno de los más representativos y productivos autores de las letras ecuatorianas, quien visitó Cuba, a propósito de la Feria del Libro que se dedica a su país.
Él es un narrador y ensayista, pero cuando habla parece un poeta. Bueno, para mí la escritura en sí misma tiene siempre una dosis de poesía, independientemente al formato en que sea creada. Y digo lo de poeta porque en su diálogo muy diáfano logramos comprender que estamos ante alguien que conoce bien la realidad y subjetividad que lo rodea y que es capaz de agregarle magia a ciertos acontecimientos que- contados sin pasión- pueden parecer corrientes, cotidianos.
Es ahí donde aparece entonces el buen escritor, inventor de historias, hacedor de sueños que dejan de ser suyos para convertirse en nuestros.
Como casi todos los artistas legítimos, Ubidia se siente profundamente ligado a su ciudad, Quito, y experimenta hacia ella esa sensación, inexplicable a veces, de amor-odio, que tanta tinta le hace prodigar a los escribanos.
Uno de sus más explorados personajes ha sido, precisamente, Quito, la ciudad que está en el medio del mundo; que crece entre montañas, a dos mil 800 metros sobre el nivel del mar y al pie de un volcán; la que se transformó hace unos 40 años con el descubrimiento del petróleo, la que sufrió los vicios que vienen siempre con la modernización y que todavía hoy vive tantos cambios sociales y anti neoliberales gracias al gobierno progresista de Rafael Correa.
A Quito y a su gente, que son el alma de esa villa, dedicó Ubidia una trilogía de novelas. En La Habana presentó “La madriguera”, a la que él llama novela de fin del milenio y que está precedida por “Ciudad de invierno” y “Sueño de lobos”.
Para mí un escritor es un inventor también. Los inventores casi siempre crean artículos útiles que les facilitan la vida a los demás. ¿Qué utilidad tendría la literatura en el mundo de hoy?
La utilidad de la literatura es siempre relativa, hay mucha gente que no lee, pero de algún modo, aunque no se hayan leído a Cervantes saben quién fue Don Quijote y Sancho Panza. La literatura buena se propaga por diversos canales llevando mensajes a las personas.
Por ejemplo, a través de la ciencia ficción, hemos visto que el ser humano está traspasando los límites de su especie y está yendo en contra de la naturaleza. Si cada ser del planeta tuviera el nivel de vida equivalente al del estadounidense medio se necesitarían cinco planetas para mantener a los habitantes de la Tierra.
O sea, para un escritor de ciencia ficción es casi una obligación alertar a los lectores sobre el poder de la naturaleza que al final siempre se volverá contra nosotros si la maltratamos.
El mensaje de la literatura debe ser siempre ético, a algún corazón llegará. En el caso de “La madriguera” se ve cómo, frente a la ambición desmedida de las personas, solo queda volcarse hacia la propia individualidad. Hay que establecer nuestros propios diques morales para no abandonar el espíritu, no “vender el alma al diablo”. Agredir y matar no es un buen negocio.
Esta trilogía tiene que ver con la historia de su país, que a usted le gusta reflejar. ¿Es difícil escribir sobre la realidad?
Es fácil nombrar a una ciudad y sus calles, lo difícil es crear personajes posibles dentro de esa realidad que vivimos. Eso es una apuesta. La subjetividad siempre existe y es inevitable infiltrarse en los personajes. Para mí no hay fronteras entre literatura y vida.
¿Cómo se hace para que la realidad no opaque la escritura, su estética?
De joven yo tenía una regla: inventarme personajes que se parecieran a mí, pero que hicieran cosas que yo no quería hacer, que tuvieran destinos distintos al mío.
Entonces, le resultó esa regla…
Bueno, dicen que son buenos mis cuentos (Risas).
Usted dijo que prefería no publicar con editoriales trasnacionales, ¿por qué?
Yo he publicado en diversos países, Rusia, Grecia, Italia… y mientras más público uno tenga, será mejor, pero lo que no me interesa es quedarme atrapado en una sola casa editorial que absorbe todo. He tenido que ceder aunque pongo mis condiciones: que los libros salgan en Ecuador.
¿Qué puertas cree que abre la Feria del Libro en Cuba para la literatura de su país?
Indiscutiblemente la Feria de La Habana es un evento multicultural y multinacional que permite diálogos azarosos o aleatorios entre personas de culturas completamente distintas, lo cual enriquece el discurso literario y de pensamiento de América Latina.
Usted ha ganado todos los premios importantes en Ecuador. ¿Qué significan los premios?
Son oportunidades en la medida en que hacen que la obra de un autor se conozca más. Los premios son cuestión de azar, pero generan siempre un valor agregado positivo. Por ejemplo, muchas personas se presentan a un concurso con obras que lograron terminar para la competencia, otros, comienzan una nueva. El caso es que el premio es un impulso, una motivación que mantiene movido el panorama cultural.
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